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Navarro, el héroe sonriente

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Juan Carlos salta a pista, un poco más tarde que el resto de sus compañeros. Ataviado con el pantalón de chándal gris y la sudadera oficial. Inicia el calentamiento al margen de sus compañeros. Más cauteloso, menos intenso. Corretea poco a poco, con sus típicos pasos cortos, mientras su rostro serio deja entrever más dudas que concentración. No sabe cómo responderán sus pies en el partido que viene a continuación. Las puñeteras dudas.

Juan Carlos tiene que jugar. Y si se puede, de titular. En las 2 ocasiones en que su maldita fascitis plantar y las lesiones musculares que acarrea a consecuencia de ello, le han impedido vestirse de corto, el Barcelona Regal ‘mal-cosechó’ 2 derrotas, con unos pírricos 62.5 puntos de media y una sonrojante estadística de 7/43 en tiros de tres puntos (16.3 %). Y él lo acepta y lo intenta. Cinco inicial con otros cuatro nombres más. Nombres que suenan a estrellas, a plantilla extraordinaria, pero que tienen tufo a orfanato cuando Juan Carlos está ausente.

Juan Carlos intenta en un pick&roll entrar a canasta y ejecuta  su primer tiro en penetración por elevación. La bomba, haciendo la traducción en el Diccionario de la Real Academia del Baloncesto editado durante estos últimos 15 años (expresión que los griegos se han apropiado. Tal cual: “bomba”), se queda corta. El impulso en el salto no es bueno, porque le duele la planta del pie. Sabe que va a sufrir y aunque anote algunos triples, estará limitado. Y esta cantinela la lleva tarareando durante muchos partidos en los últimos meses hasta el pasado Domingo. Canción triste en canchas ACB.

Por los condicionantes de todos conocidos, había una atmósfera cargada de ilusión en el Palau Blau Grana de “Navarro tiene que aparecer” en situación de extrema necesidad. Juan Carlos, eso lo sabía. Y anota la primera canasta en una salida del pick&roll. Y si la canasta fue cómoda, su pie también estaba cómodo. Rudy Fernández comienza anotador. Si uno de sus salmos es “he vuelto a Europa a ganar partidos como éste”, mostraba que su Biblia la conoce al dedillo. Navarro contrarresta. Otra entrada a canasta, otros dos puntos.  Otro intento…¡uy!, un fallo. Le parecía extraño. Juan Carlos está cómodo y lo de fallar le parece sorprendente. Comienza a anotar desde cualquier posición. Cualquiera. Y lo que es más importante, eleva la cadencia anotadora de unos y otros, forzados a acertar, para lograr 195 puntos combinados. Una delicia y unos números no habituales en el clásico. Al descanso, 45-44 y Navarro que llevaba 19 puntos en una jornada ya calificada como sublime.

Juan Carlos está en la línea de banda, esperando al inicio del tercer cuarto. Su estado de gracia le hace estar impaciente. -”¿Qué pása? Se está retrasando” le cuenta a Rudy, justo a su lado, mientras espera recibir el balón para sacar. Porque sabía que su acierto continuaría. Ese de anotar todo. TODO. “Son cosas que a veces pasan”. Como si fuese asunto de la Divina Providencia. Mismas palabras que en la zona mixta tras la victoria ante Macedonia en las semifinales del Eurobasket lituano.  Y tanto quiso que se asemejara, que anotó el mismo triple estratosférico, echándose hacia un lado, en esta situación para cerrar el tercer cuarto. Cuando tuvimos a Pepe Laso en el debate navideño del programa “Tirando a fallar”, nos dio una explicación técnica de la ejecución correcta de ese tiro.  ¿Qué quiere que le diga, amigo Pepe? No le veo la humanidad. Solamente los elegidos pueden ejecutarlo. Dejémoslo en mitad humanos, mitad divinidades. Héroes, en definitiva. Como Juan Carlos. Mira a la grada como una catarsis, una purificación a todos los sinsabores, lesiones y derrotas. Y sonríe. Al fin.

En el último cuarto arrastra a los suyos, consiguen ventajas de hasta 15 puntos que el Real Madrid recorta hasta una desventaja de 2. Pero Navarro no les dejaría ganar. Jaycee Carroll ve impotente que es capaz de anotar desde casi 8 metros, desde el suelo, observando hacia arriba, alzando la cabeza y la mirada como cuando apreciamos nuestros iconos religiosos. Y eso llevó a los triples de Wallace, al triple de Lorbek, a la victoria. Eso sí, Xavi Pascual se encargó de homenajearle, sentándole en el banquillo a falta de 3 segundos, y una afición rindiendo pleitesía. Y Juan Carlos sonreía. La misma sonrisa que más de media hora más tarde mostraba cuando se encontró con su familia, agente y amigos en los exteriores del Palau. 33 puntos y 12/13 en tiros de campo. La confesión que su equipo tiene grandes estrellas para conseguir grandes resultados en un acto de modestia y ánimos a los suyos dignas de un héroe. Se retiraba feliz, por primera vez en toda la temporada. Su “cosas que a veces pasan”, son trofeos grabados en nuestras memorias. Aficionados impresionables. Aficionados que le ovacionamos. Porque muestras así de grandeza nos hace a todos ser por igual: admiradores de la belleza. De lo superior. De la sonrisa de Juan Carlos. 

 

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Antonio Rodríguez en twitter: @tonystorygnba

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comentarios
1 Alex, día

El Madrid nunca se puso a dos en el último cuarto. Por favor documéntese antes de escribir

2 piru, día

Navarro es lo mejor que le ha pasado al baloncesto español desde Buscató. Es tan bueno como lo fue Drazen Petrovic (el mejor), y, además, no es un chupón, haciendo mejorar a los que están a su alrededor.

3 Delis, día

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