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Un partido con nombre propio

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Son las dos de la mañana. No puedo dormir. Es de esos días en que las sensaciones te invaden por dentro. Me siento afortunado. He podido contar a los oyentes de esRadio un cachito de la historia del deporte que llevo más adentro de mi alma. Porque sí, la final de la Copa del Rey 2014 quedará para siempre en el recuerdo. Como tenemos "La Copa de Solozábal" en Valladolid, o "La Copa de Creus en Murcia", ya para siempre tendremos "La Copa de Llull en Málaga". Y de ahí me surge la primera reflexión de la noche. Como intenté expresar, con mayor o menor acierto, en aquel artículo titulado El abrazo del oso, qué necesitado está nuestro deporte de finales como el que se ha vivido en Málaga. Y qué pocas veces, muy especialmente en Europa, nos permitimos el placer de degustarlos. Aunque parezca mentira en un partido tan importante, logramos evitar el horripilante carrusel de tiros libres que suele ser habitual en partidos igualados. Y por eso, dentro de 15 años, aún seguiremos viendo a Sergio Llull ganando la Copa para el Madrid. Algo, reconozcámoslo, francamente complicado de haberse producido un final distinto.

De esta final, y de esta Copa resulta evidente que sale reforzado el ganador, el Real Madrid. Pero también lo es que sale, y mucho, quizá más, en sus ideas, el derrotado, el Barcelona. Ambos podrán ver aspectos positivos. El Madrid, que venció un partido que se jugó a lo que quiso Pascual. El Barça, que consiguió que se jugara a lo que él quería, terreno en el que se reducen sobremanera las distancias entre ambos. A la inversa, ambos tendrán motivos para la reflexión. Laso pensará en los motivos por los que no pudo jugar a su ritmo casi en ningún momento excepto en una parte del tercer cuarto, y Pascual podría tener dolor de cabeza si piensa en que ni jugando este partido ha podido vencer al Real Madrid.

Porque sí, el partido fue mayormente el que quiso el Barcelona que fuera. Algunos datos de la estadística así lo revelan. Ya al descanso, el Real Madrid, que tanto ha mejorado la defensa de primera línea y en línea de pase esta temporada, no había recuperado ni un balón, por, ojo, 9 pérdidas (balance -9). De su lado, los catalanes sumaban cuatro recuperaciones por una pérdida (balance +3). Eso supone 12 posesiones más. Traducción: el Barça había lanzado 35 tiros a canasta, por sólo 23 el Real Madrid, pues además los azulgrana habían capturado 6 rebotes ofensivos, por apenas 2 de los blancos. Bien es cierto que en la segunda parte se igualaron las tornas, y el resultado final muestra un balance de 3 robos y 12 pérdidas de los blancos (el mismo -9), por 7 recuperaciones y 4 balones extraviados por el Barça, el mismo +3. Y aun así, el Barça se permitió lanzar un total de 18 lanzamientos más a canasta que el Real Madrid, toda vez que la diferencia entre ambos en el rebote ofensivo se fue hasta las 11 capturas. Una auténtica barbaridad a estos niveles de igualdad. Y pese a ello, ganó el Real Madrid.

Que el Real Madrid tiene un problema en el puesto de `5´ en las últimas semanas es algo evidente y casi que objetivo. Bourousis no pasa ni de lejos por su mejor momento (el último rebote ofensivo que le gana Oleson en un tiro libre es muy indicativo), Mejri no cuenta de momento para los días importantes, y es algo lógico que a Mirotic, Slaughter o Reyes tengan dificultad para defender a hombres con mucho más peso. Lo aprovechó el CSKA, lo aprovechó Schortsanitis con Maccabi, y ayer lo aprovechó Tomic. Desde el arranque del partido, el pick&roll central fue un suplicio para el Real Madrid. Huertas encontraba a Tomic una y otra vez, y cuando los de Laso en el segundo cuarto ajustaron con ayudas su defensa sobre el croata y su continuación hacia el aro, el base brasileño encontró liberados en las esquinas a Nachbar y Abrines en varias ocasiones. Por cierto, Álex Abrines protagonizó un episodio similar al de Joan Plaza y Kuzminskas en el partido de cuartos de final. Probablemente aún se esté preguntando por qué desapareció del partido sin mayor explicación. No parece que Pascual confíe aún en él a la hora de la verdad.

El Madrid sólo estuvo realmente cómodo en los primeros minutos del tercer cuarto. A la vuelta de vestuarios, los blancos cerraron mejor el rebote y sí pudieron imprimir mayor ritmo al juego. Fue, además, su momento de mayor acierto en el tiro exterior, en un día aciago desde el perímetro de Sergio Rodríguez y Llull (qué paradoja). Otro que no estuvo fue Carroll, pero ya es algo habitual cuando tiene a su particular kriptonita, Brad Oleson, cerca. Le tiene completamente comida la moral el de Alaska al mormón. Sin embargo, por momentos parecía que incluso los de Laso podrían abrir una renta considerable, de no ser porque esa joya tantas veces incomprendida que se llama Marcelinho Huertas, que ya había estado fantástico en la dirección en la primera parte, encontró un filón anotador que mantuvo a los suyos con vida cuando peor estaban.

Del último cuarto, se escribirán ríos de tinta. Desde que el Madrid deje escapar un +7 con un minuto por jugarse, hasta la rigurosísima quinta falta de Felipe Reyes, pasando por lo poco agresivo que estuvo Tomic en un par de lanzamientos cercanos, que obligaron incluso a Pascual a sentarle a falta de dos minutos, cuando lo tenía todo en sus manos para masacrar al Madrid. Pero una vez más, a la hora H, Tomic desapareció. No fue tampoco el día de Navarro, que incluso falló dos tiros libres a poco del final. De todo eso se escribirá. Y, por supuesto, del canastón ganador de Sergio Llull.

Pero el hombre de ese cuarto fue, seguro, Nikola Mirotic. El de Podgoriça fue un auténtico bastión en el rebote cuando más le necesitaban los suyos, e incluso mostró sus enormes progresos en defensa colocando varios tapones en la recta final. Por si fuera poco, apareció en ataque cuando su equipo más le necesitó. Concluyó con 17 puntos, 11 rebotes, y 3 gorros. Casi nada al aparato. El gran partido que le reclamábamos al mirlo blanco en una cita verdaderamente grande ya está aquí. Merecido MVP. Ahora, sólo el cielo es su meta.

Son las tres y media. Voy a intentar dormir. Mañana volveremos a los problemas de nuestro baloncesto, acuciantes algunos. Pero lo de hoy nos quedará ya para siempre. "La Copa de Llull".

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José M. Puertas en twitter: @josempuertas

(Fotos: ACB Photo)

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