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Sergio Rodríguez, luz estelar desde la penumbra

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Cuando llego al Martín Carpena, aún está a oscuras. La escasa intensidad de la claridad que se cuela por algunos ventanales, es la única iluminación del pabellón. Son poco más de las diez y media de la mañana. Aún restan dos horas para el salto inicial del Unicaja-Real Madrid. Operarios de TVE ultiman la ubicación de cámaras.

De repente, entre esa penumbra cada vez más clara, aparecen del vestuario dos personas. Una de ellas, con su poblada barba, es fácilmente reconocible: Sergio Rodríguez. E inicia su rito de cada prepartido: lanzar a canasta. Cuando no hay nadie aún, él tira a canasta. Le ayuda un asistente a recoger los balones, eso sí. Nada le distrae. Distintas posiciones, mismo resultado: "swish!". Se encienden los focos. Ni las cheerleaders, que comienzan su ensayo, ni la megafonía a todo volumen, distraen al "Chacho". Su concentración le hace incluso olvidar su caballerosidad. Si las chicas que están ensayando en el centro de la pista, se ven estorbadas en alguna ocasión por las evoluciones de nuestro protagonista, mala suerte. Sergio Rodríguez hace simplemente su trabajo. Cuando acaba, las sonríe.

Hace un buen puñado de años ya, hacía lo mismo en otro gimnasio. "Ha mejorado su tiro una barbaridad" me comentaba un compañero de Canal+ tras verle en directo lejos de Madrid. En aquel gimnasio. "Puedes venir a la hora que sea, que siempre estará abierto" nos decía. Toda la noche, todo el día, allí había un vigilante que cuidaba de las instalaciones. Era el recinto de entrenamiento de los Trail Blazers. A aquella pista se accedía desde unos vestuarios que eran una réplica de los delRose Garden, la cancha oficial. Exactos. Para que la concentración y el rito fuese el mismo en una liviana sesión de tiro, como para un partido: sumergirte en esa atmósfera de máxima adrenalina que da abandonar ese vestuario para realizar tu trabajo.

Sergio Rodríguez se ha ido labrando su carrera. Poco a poco. Sus días en la NBA se fueron apagando. "Sois los únicos que estáis para recibirme" entre una cansada sonrisa que brindaba a mi buen amigo José Ajero, que junto al operador de cámara, le estaban esperando en el aeropuerto de New York, en su llegada tras haber sido traspasado a los Knicks. Ningún emisario del equipo de la Gran Manzana. Aquella breve aventura finalizó en el Real Madrid, su club actual. Y no fue fácil su primer año como blanco. Converger precisamente con el último año de Ettore Messina, pudiera ser una experiencia enriquecedora. Pero no fácil. Su cara de disgusto, de no entender nada, de enfado contenido en ocasiones, se iban encendiendo según se iba apagando la temporada. Sergio no tenía chispa y magnificaba su defecto de no defender. Entonces, llegó Pablo Laso.

El "Chacho" fuerza una finta en el límite de posesión a su par para hacerle volar. No salta. De hecho, se acercó más si cabe. Desde esa fuerte oposición, Sergio Rodríguez lanza el triple, que anota. Y siguió anotando triples: uno, dos, tres, cuatro. Atentos a la locura: desde que aterrizó en el Palau Blau Grana para disputar el partido ante el eterno rival el 30 de Diciembre, lleva 13/16 triples en la Liga Endesa. Fruto de un trabajo...aunque sea en penumbra.

El chico está feliz. Posee toda la confianza desde el banquillo y devuelve acciones con temple, con seguridad, con su desparpajo. Sergio Rodríguez es de esa clase de tipos que lee el bloqueo y continuación como nadie, porque entre otras cosas, es agresivo. Y él penetra, penetra, hasta donde le dejen, amenazando siempre con entrar a canasta. Es el destructor del "Armagedon", adentrándose en su núcleo hasta devastarlo. Porque el "Chacho" no se pone nervioso cuando está en el epicentro de la defensa rival, rodeado de contrarios, amenazantes con robarle el balón, taponarle o simplemente arrinconarle. Su frialdad en esas situaciones es pasmosa. Y su visión panorámica, aún amurallado por rivales, asombrosa. Culmina con una suspensión corta, con una asistencia a la continuación del bloqueo, con un pase largo a la esquina para el triple de Carlos Suarez, de Rudy. Esa rara facultad de no tener pánico en "terreno hostil" de los que, la gran mayoría de bases de ACB, ni se atreven.

Sus largos brazos ayudan también a botar tan bajo como nadie, cuando él suele driblar más alto que nadie. ¿Ustedes han oído botar el balón a Sergio Rodríguez? Cojan cualquier jugador europeo. Oirán "pam; pam; pam". Escuchen al "Chacho": "Bum-bum-bum". Bote alto, rápido y con fuerza. Firma de playground, de negro del Bronx. De los que a cada bote hay un pedazo de su supervivencia y su existencia. Una existencia, la actual, que dice que en sus últimos 2 partidos, ha anotado 34 puntos en 37 minutos. Él, base, de los que dirige. Asombrados por los 37 puntos en 38 minutos de James Feldeine, anotador puro, ahora comparen. Sergio Rodríguez es élite absoluta.

Creo que Pablo Laso de "mayor" querrá ser Sergio Rodríguez. Pablo con un balón, tenía velocidad, intuición, generosidad y mucha fantasía. Su pupilo tiene todo eso, lo eleva a un mayor exponencial y además...¿cómo era? ¡Ah, sí! 13 de 16 en triples. Pues eso.

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Antonio Rodríguez en twitter: @tonystorygnba

(Fotos: ACB y Real Madrid)

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