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Salah Mejri, el deseado

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Cuando la semana pasada La Voz de Galicia y el diario AS anunciaron el interés (el primero) y el fichaje (el segundo) de Salah Mejri (Jendouba, 1986) por el Real Madrid, a algunos les sorprendió que el equipo blanco, empeñado en recuperar la gloria del pasado, pudiera perseguir a un jugador que presenta unos números no demasiado impresionantes y un historial realmente modesto para su edad (cumplirá 27 años en junio). Pero es que en un caso tan singular como el del pívot tunecino del Obradoiro, uno de los techos de la Liga Endesa con su 2.17, hay que olvidarse de los métodos de evaluación habituales. Hace un año jugaba en la mediocre Liga belga (Antwerp Giants), hace tres, en la competición semiprofesional de Túnez, y hace ocho ni siquiera sabía de qué iba esto del baloncesto. En el caso de Salah Mejri no hay que mirar de dónde viene sino hacia dónde se dirige y a qué velocidad.

En franca progresión

"Estoy orgulloso de lo que he conseguido. No sólo por representar a Túnez, sino por demostrar que los jugadores árabes sí podemos jugar en Europa. Es un orgullo y al mismo tiempo una gran responsabilidad", me explicaba el propio Salah Mejri en el transcurso de una entrevista que publiqué hace un mes en Gigantes del basket. En esta frase ya podemos detectar una de las claves que le convierten en uno de los jugadores más intrigantes y deseados de la ACB: el hambre. Hambre por demostrar cosas y crecer, ambición para llegar lo más lejos que su cuerpo y capacidad de aprendizaje le permitan. Ahora mismo ese límite está por fijarse.

Mejri jugó al fútbol, su auténtica pasión, hasta los 17 años, pero su nada frecuente combinación de estatura (en su familia todos son más altos que la media, aunque ninguno supera los dos metros) y agilidad le brindó la oportunidad de abrirse camino en el baloncesto, un deporte que, reconoce, no le gustaba nada. Dio sus primeros pasos en el Etoile du Sahel, club de la ciudad de Soussé, pero no caminó en la dirección correcta hasta que empezó a ser convocado asiduamente con la selección de su país ("La gente se ilusionó conmigo. Nunca había habido jugadores tan altos en Túnez; ni siquiera de más de 2.06"). De hecho el pívot dice que sin el combinado nacional "yo ahora mismo no sería nada".

Ciertamente jugar con Túnez el Mundial de 2010, el Afrobasket de 2011 (fue campeón y MVP) y los JJ.OO. de Londres le permitió enseñar sus cualidades al mundo, y podemos decir que aprovechó bastante bien sus oportunidades.

El pasado verano el combinado del norte de África rindió colectivamente a buen nivel en los Juegos, pese a que no ganaran ni un partido y algunos se fijaran más en su irascible entrenador, que llegó a abofetear a uno de sus jugadores en un tiempo muerto porque en vez de prestarle atención se estaba atando los cordones. "Nunca la vi hacer eso antes", puntualiza Mejri. "Supongo que fue por la presión. Él es un poco raro... como casi todos los entrenadores del Mundo. Todos cometemos errores".


El pívot acabó los Juegos Olímpicos como máximo taponador (3.4) y segundo reboteador (10.0), dejando meritorias actuaciones y algún highlight en el camino. Fue un espaldarazo para él,al convencerse definitivamente los equipos europeos de sus posibilidades.

Las ofertas (Siena, Alba Berlín y Lagun Aro, reconocidas por el propio jugador) no tardaron en llegarle,pero para entonces el Obradoiro ya lo tenía en el bolsillo; de haber tardado más no hubieran podido aspirar a él. "Me ofrecían más de lo que gano aquí [en Santiago], lo que pasa es que esos equipos tenían plantillas muy buenas y quizás no hubiera podido jugar mucho. Yo tenía confianza en mí, en poder hacerme un sitio, pero mi agente me dijo que debíamos buscar el sitio ideal, donde puede jugar y mejorar. Y si quieres ir a la NBA tienes que jugar en la ACB. El Obradoiro nos parecía un buen equipo, con gente realmente interesada en el basket y una ciudad volcada. Decidimos venir".

El tiempo le ha dado la razón.

A estas alturas de la Liga Endesa SalahMejri promedia 9.3 puntos (65% en tiros de dos, por encima de su porcentaje en libres: 51%) y 4.6 rebotes en 19 minutos en cancha, estadísticas que no se salen de lo corriente pero sobre las que hay que establecer diversas matizaciones.

Mejri tiene un hándicap, el mismo que persigue a los tipos más altos del basket: se le ve mucho. Por eso es el tercer jugador en faltas cometidas (3.3 de media) y por eso su tiempo de juego ha estado limitado. Pero en esto también ha mejorado con las jornadas.

En la segunda vuelta sus registros suben hasta los 12.3 tantos, con un soberbio 68% en tiros de campo, 2.0 tapones y 22 minutos. La única vez en toda la temporada que ha superado los 30 minutos en cancha, el pasado domingo frente al Estudiantes, logró ser MVP de la jornada (24 ptos., 8 reb. y 29 de valoración), dominando absolutamente el partido y dejando probablemente el vídeo de jugadas más impresionante de esta campaña. Porque Salah Mejri es espectáculo. Nadie ha hecho más mates esta campaña y sólo el nigeriano Ibekwe ha puesto más ‘gorros’ que él (hasta ahora).


Su evolución, si tomamos como referencia el España-Túnez del mes de julio en Salamanca (aportó 5 puntos y 4 rebotes), donde se vio un jugador desordenado, con dificultades para canalizar su energía y querencia a tirar de lejos, es sencillamente brutal.

 

Una esponja

De SalahMejri su actual entrenador, Moncho Fernández, habla realmente bien, especialmente de dos virtudes que se salen de la norma: su agilidad y su capacidad de aprendizaje. "Le costó adaptarse a otra forma de juego, hasta que entendió lo que queríamos", explica. "Cometía un error y tú le corregías; ahora él ya está en la fase de autocorregirse solo".

Mejri hace sesiones extra de tecnificación y vídeo con el cuerpo técnico del Obra, además de quedarse al final de los entrenamientos ordinarios exactamente igual que los jóvenes del equipo gallego, porque, como ellos, es un jugador en formación, pese a sus 26 ‘tacos’. "Desde que llegó ha trabajado muy duro. Todo lo que sea trabajar lo hace encantado. Salah es un buen ejemplo de que siempre se puede aprender y mejorar; que nunca es tarde".

Uno de los aspectos clave a pulir fue su capacidad de concentración en la pista; mantenerse frío ante las cosas que pueden suceder en un partido de basket (una pérdida, un tiro fallado, una decisión arbitral en contra...). También el juego sin balón y el pick and roll. "Antes se centraba en el juego con balón y le hemos hecho ver que si es bueno sin él hará muchas más canastas. Pero, aparte de eso, hay un montón de cosas que ya hace bien".

Y lo que inicialmente también parecía un problema, su extrema delgadez, ahora es una cuestión secundaria. "El exceso de peso sería un hándicap para su espalda y sus rodillas. Además, perdería agilidad. La ganancia de peso y fuerza tiene que ser progresiva".

Resumiendo, a Salah Mejri lo único que le falta para alcanzar su máximo potencial es experiencia y tiempo, aunque él se afana en reducir el plazo todo lo que puede con su gran capacidad de asimilación. "Es inteligente", dice de él Moncho (Salah es diplomado en Ingeniería electrónica y habla tres idiomas), quien además pide que se le deje de tratar como alguien diferente. "Que Salah deje de ser ‘el tunecino’, el excéntrico, la nota exótica... Nadie se refiere a otros jugadores por ‘el croata’, ‘el serbio’, ‘el francés‘..."

¿Podría funcionar en el estilo de juego del Real Madrid?

Rotundamente sí.

Mejri se mueve como pez en el agua en el ataque en transición, pues es más veloz y enérgico que la mayoría de hombres grandes a los que se mide. No tiene un amplio repertorio de espaldas al aro, pero en el equipo blanco no abundan ese tipo de situaciones. En cambio ha mejorado mucho en el bloqueo y continuación y con su juego por encima del aro podría ser un socio ideal para los creadores de jugadas madridistas. Su espectacularidad, sin duda, es un gran punto a favor.

En defensa cambia tiros a pares, aunque su facilidad para cargarse de faltas es un problema a tener en cuenta. Problema que han tenido y tienen todos los pivots con unas cualidades físicas tan especiales. También es posible que con otra camiseta, y en una hipotética segunda temporada en España, cambie el poco respeto que le tienen los árbitros actualmente.

Personalmente siempre he pensado que el pívot ideal para el estilo que propone Laso era Gustavo Ayón, pero una vez que al mexicano lo ha atado el Barça, Mejri puede ser un fichaje muy interesante para el equipo de la capital... Si se concreta.

Al de Jendoubale sobra ambición y determinación para triunfar. Y ‘novias’. Según me confesó el propio jugador en la citada entrevista los New York Knicks le ofrecieron en verano el contrato mínimo, y en invierno una franquicia NBA le propuso un mes a prueba. Mejri apunta alto. Por él, por Túnez y por todos los jugadores afro-árabes.

¿Será el Madrid el primer grande en llevárselo?

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Fernando Martín en twitter: @fmartinbasket

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