Lamar Odom, un arma de doble filo
Sin haber debutado con el Labotal Kutxa, se han escrito ya ríos de tinta sobre la llegada de Lamar Odom al Baskonia. Desde el mismo momento en que el rumor se convirtió en noticia, el nombre del neoyorquino estuvo en boca de gran parte del mundo del deporte en España, y fuera, claro. Sólo por ello ya se convierte en una gran noticia. Que hasta las tertulias futboleras nocturnas, o que algunos de los principales miembros de las mismas, pese a mis dudas en que sepan quién es Odom, se hicieran eco de la noticia, ya es algo que debemos celebrar. Porque, nos guste o no, y aunque muchas veces queramos que nuestro deporte sea el de unos pocos, desde luego es una gran novedad, y más en los tiempos de futbolerismo salvaje que corren, que se hable un poquito de la canasta.
Obviamente no es una apuesta segura, ni mucho menos. Por múltiples motivos. Para empezar, los precedentes de otras superestrellas NBA que concluyen su carrera en Europa no son del todo buenos, especialmente el de Allen Iverson, o Ralph Sampson si vamos más atrás en el tiempo hasta otros casos menos flagrantes, como Dominique Wilkins, pero tampoco plenamente exitosos (pese a que ganó la Copa de Europa con el Panathinaikos). Por continuar, evidentemente, el rendimiento reciente de Odom no es el mejor, pues lleva dos años sin jugar a su mejor nivel y, más allá de eso, hace 6 meses estaba ingresado en una clínica para desintoxicarse de su adicción a las drogas. Es obvio que los detractores del fichaje podrán agarrarse a ello para denostar la inversión del Baskonia en el jugador formado en la Universidad de Rhode Island.
Ahora bien, con todas las reservas que puedan generar los últimos dos años de vida de Odom, puede y debe haber motivos para pensar que el ex Laker puede rendir bien en Vitoria. Para empezar, y en contra de lo que muchos podríamos esperar, su estado físico no parece del todo malo. Las fotos que llegan desde Vitoria muestran a un Odom delgado, no demasiado lejos de su peso habitual, algo que confirman los compañeros de la prensa vitoriana que han coincidido ya con él. Aunque Sergio Scariolo ha admitido que hasta dentro de un mes no estará al nivel físico y competitivo exigible, es un primer paso no verle pasado de peso, visto su pasado reciente, y conocida su adicción a las gominolas y chucherías, por ejemplo (de las que es un auténtico devorador).
Pero Lamar Odom es un jugador NBA que sí, puede adaptarse a jugar en baloncesto FIBA. No es un Allen Iverson que necesite permanentemente tener el balón en sus manos, sino que es capaz y sabe jugar muy bien sin balón. Y con él, claro. No resulta difícil ilusionarse con un tridente en cancha formado por Nocioni, Odom y Pleiss, pero creo que no lo veremos demasiado. Especialmente cuando Baskonia defienda en individual, las piernas del Txapu ya no son las que eran para defender a aleros más rápidos que él, por lo que se encuentra más cómodo como 4. Así que espero a Odom como 5 compartiendo minutos con el argentino, y como 4 jugando cuando coincida en el parqué con Pleiss. Muy probablemente, los pocos minutos que veamos a los tres en cancha, Scariolo introduzca defensas zonales, donde los eternos brazos de Odom pueden hacer mucho daño junto a al Txapu y al gigante alemán.
Y en ataque, si su físico lo permite, podemos esperar a un Odom que dé un salto brutal al juego colectivo alavés. Su visión de juego, sensacional pese a no ser aquel Odom que casi coqueteaba con ser base en su juventud pese a sus 208 centímetros, su capacidad reboteadora, sobradamente demostrada, su lanzamiento exterior, irregular pero muy por encima de la media de los jugadores interiores, o su capacidad para penetrar a canasta, merced a su excelso manejo de la pelota, ilusionan sin duda al Buesa Arena. Y, más allá, su inteligencia sobre la cancha (la que a veces le ha faltado en su vida fuera de los pabellones), que le permitió ser una pieza fundamental en la selección USA que venciera en el Mundobasket de Turquía en 2010 sin necesidad de destacar mucho en ataque. En aquella selección, repleta de tiradores para evitar las zonas, Odom fue el pegamento perfecto para no ser demasiado débiles en el interior, siendo incluso uno de los mejores estadounidenses en el partido por el oro ante Turquía. Su gran partido quedó entonces eclipsado por la descomunal exhibición de Kevin Durant, pero aquel día, el ya 7 del Laboral Kutxa demostró que su juego, si su cabeza y su físico responden, se puede adaptar sin duda al baloncesto FIBA.
Esperemos que así sea, por el bien de nuestro baloncesto y nuestra competición. Yo, quizá iluso de mi, quiero creer que es posible. Eso sí, no exijamos 20 puntos y 10 rebotes a Odom por el mero hecho de venir de donde viene, sería engañarnos. Pero el salto de calidad colectivo al equipo de Scariolo debería verse si todo va bien.
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José M. Puertas en twitter: @josempuertas