Se podría escribir mucho de cómo preparar jugadas en el último instante de un partido, de cómo manejar tiempos muertos, de cómo decirle algo a unos jugadores que, normalmente, están poseidos por unos egos tremendos. Hay casos diversos en la Liga Endesa y en Euroliga sobre los entrenadores y su preparación de jugadas pero en estas primeras citas mi percepción es que Pablo Laso es uno de los que mejor lo hace.

 El técnico del Madrid está demostrando en varias fases de este inicio de temporada que es un gran estratega y, sobre todo, un gran manejador de grupo. Ante Unicaja en la primera jornada, un cambio de defensa en un momento crucial cruzó la mente de los atacantes cajistas para acabar propiciando que el equipo blanco se despegase en el marcador. Por no citar el momento claro en que, ante Panatinaikos en el Palacio, revierte una situación que era nueve puntos desfavorable en el descanso. O por no mencionar el ataque directo a sus jugadores con un claro “no estáis defendiendo, sino que estáis andando sobre la cancha y aquí no se puede ganar así” en un momento en que iba 18 abajo en Moscú. Y por supuesto la exhibición de carácter de sus jugadores en Canarias el domingo pasado en el instante en que iban perdiendo por doce a dos minutos del final del partido.

 Todo son lecciones que desde el banquillo, abierta o disimuladamente va dictando Laso en una obsesión por hacerse notar, por querer imponerse en un equipo necesitado de directores de orquesta porque algunas veces muchos tocan por su cuenta. Laso dice, manda, ordena jugadas, decisiones, pases, pick and rolls que son útiles para su equipo. Pero lo hace desde el conocimiento básico de su paso de jugador por Vitoria, Madrid y Girona. Desde esa posición privilegiada que tiene un base y un entrenador que ha sido base. Es decir, la mejor de todas.

 Sobre todas estas jugadas destacar la de cancha del Khimki el pasado viernes. No salió bien pero merece la pena analizarla. A siete segundos del final y con el Madrid uno abajo diseña una jugada para Mirotic o para Rudy pero decide en el último suspiro que para algo uno es la estrella y viene de la NBA. Rudy se busca el sitio y el aclarado en forma de bloqueo es perfecto para que el mallorquín lance a canasta. Pero falla porque en basket todo es posible y no todo son matemáticas. Aún así, la jugada es perfecta.

 En Estambul, en el último partido de Euroliga también hizo gala de decisiones que en un momento de encuentro fueron acertadas como la de secar por completo a Sato y a McCalebb. El Madrid consiguió una victoria de prestigio ayudado por su entrenador. Esto pinta bien.

Dani Blanco en twitter @blancopineda