La Copa Intercontinental, un torneo con mucho por mejorar
La Copa Intercontinental tiene ganador. El Real Madrid se alzó con ella con mucho sufrimiento. Sangre, sudor y lágrimas, para cerrar una temporada perfecta. Un repóquer de títulos que le convierte en un equipo de leyenda y que nunca antes ningún aficionado blanco presenció, ya que la última vez que ganó todo, hace 40 años, no existía la Supercopa de España. Consigue la Intercontinental 34 años después y lo hace en la misma ciudad y en el mismo pabellón, Gimnasio de Ibirapuera, que en el año 1981, cosas del destino. Perdió el primer partido, 91-90 cuando se creyó vencedor antes de tiempo y se dejó ir tras alcanzar 17 puntos de renta en el tercer cuarto. Eso y el festival de Hettsheimer, con 6 triples en el segundo tiempo, logrando así su particular vendetta, hicieron posible la sorpresa. Laso, contrariado, lo definía como "un partido de los dos que hemos de disputar, podríamos decir que es el descanso y queda la segunda parte" por no decir que era injustificable una derrota cuando no se da el 100% todo el tiempo.
Y la "segunda parte", sin Rudy lesionado en la espalda, ni Taylor y más tarde Chacho Rodríguez, que se autoeliminó del partido con 2 técnicas infantiles en el segundo cuarto. Eso sí, a manos del árbitro tuitero barcelonista, el dominicano Mercedes. Fue en ese crítico momento, con el partido empatado, cuando el Madrid sacó el carácter que ha demostrado toda esta temporada. Con Llull (MVP del torneo) y Carroll inconmensurables, además de un muy buen Thompkins y un Ayón colosal bajo los aros, los blancos ganaron el segundo encuentro por 91-79 y se hicieron con el título por el valor de la diferencia de puntos entre los dos partidos.
Suena raro, pero así son las reglas de esta competición que es la Copa Intercontinental. Un torneo que es el enfrentamiento entre el campeón de la Liga de las Américas contra el de la Euroliga. Siendo realistas, algo así como un invento de FIBA Américas con la anuencia de la Euroliga para dar mayor protagonismo al básket sudamericano, metido con calzador en fechas que no responden al sentido común. ¿Por qué digo esto? pues porque el Madrid, flamante campeón de la Euroliga tras muchísimo tiempo (desde el año 95 también contra el Olympiakos, cosas del destino de nuevo y con Sabonis, Arlauckas y Obradovic de técnico, qué tiempos…) llegó con apenas un día de entrenamiento, con los internacionales de ambos continentes con la resaca de sus logros todavía en sus piernas y porque la consideración que tienen de este torneo los equipos europeos, lo he constatado en primera persona con el Olympiakos y Maccabi en ediciones anteriores, es como un evento a solventar, no como un objetivo a lograr. Para la historia quedará que el Madrid, además del torneo en su temporada perfecta, dejó a su jugador Doncic, un jugador que será estrella en menos de nada, como el más joven en debutar en una Intercontinental con solo 16 años y con minutos de calidad ya en la rotación. Asimismo debutaron oficialmente este año Hernángómez y Thompkins, que apunta muy buenas maneras.
La ciudad de acogida fue Sao Paulo, una mega ciudad de 12 millones de habitantes, denominados paulistas, en el que el tráfico la convierte en un caos constante. Aquí y en todo Brasil sólo podemos hablar de un deporte, el fútbol, y de hecho las presentaciones de la Intercontinental en las televisiones nacionales se iniciaban con imágenes del Real Madrid…de fútbol, siendo Ronaldo la portada en casi todos, para que el público tuviera un icono conocido, pues a los Llull, Carroll, Rodríguez o Maciulis el público no sabía ubicarlos en ningún deporte concreto. De hecho podían pasear por la calle sin ser mirados como estrellas, sólo por su altura.
En cuanto a lo que pasó estos días, pues de todo un poco. Para empezar, como ocurre casi siempre en la mayoría de torneos que se celebran por estos lares (esta Copa Intercontinental se puede sumar a otros eventos que he asistido en este continente… premundiales, preolímpicos, sudamericanos, centroamericanos, liga de las américas) se caracterizan por una improvisación constante en todos los ámbitos y absoluto descontrol de los pequeños detalles, que se minimiza algo con el entusiasmo de la gente que está a tu alrededor. Poca prensa especializada y entradas económicas (a veces casi regaladas) para lograr que haya un aforo digno en el pabellón.
Paseando por el pabellón de Ibirapuera podías tropezarte y conversar con Óscar Schmidt Becerra, Carl Herrera o Clifford Luyk entre otros, casi al mismo tiempo. Y en este torneo uno también se percata de las diferencias entre el juego sudamericano (quizás salvo Argentina) y el europeo, básicamente en que el primero predomina el juego alegre, transiciones rápidas, mucho tiro exterior y poca actividad defensiva y el segundo por su ataque por conceptos, con pase extra generalmente (que se valora entre entrenador y público) y con solidez defensiva para poder conquistar títulos como base innegociable además de mayor fortaleza física y altura en el jugador europeo. Por eso hay tantos entrenadores españoles entrenando por aquí (Paco García se acercó a ver el partido como entrenador del Mogi, equipo de las afueras de Sao Paulo que va ganando 2-0 en los play-offs del torneo paulista precisamente contra el Bauru) porque el baloncesto español, y triunfos como el Europeo de este año lo refrendan , tiene un pedigrí y trayectoria que hace que técnicos de nuestro país sean valorados y estén trabajando por este continente (Chile, Argentina, Brasil, Venezuela, México, Puerto Rico…) y por todo el mundo, y todos con algo en común, la humildad y sencillez que muestran en todo momento.
Tras la victoria el Madrid salió casi disparado hacia el aeropuerto pues en apenas 5 días disputan la Supercopa Endesa en esta locura de calendario.
JOAQUIN GANGOSO RIBES (SAO PAULO)