Esa bendición llamada Golden State
Pocas noticias en lo que va de temporada NBA resultan más positivas que el fascinante arranque liguero de Golden State. Los Warriors son uno de esos equipos que caen bien a casi todo el mundo, porque, tradicionalmente, siempre han estado más preocupados de anotar más que el rival que de recibir menos que el oponente de turno, algo que, aunque parezca una redundancia, no lo es. Para muestra, aquel mítico equipo de 2007, capaz de eliminar por 4-2 al entonces vigente finalista y mejor equipo de la Regular Season, los Dallas Mavericks de Dirk Nowitzki y su flamante balance de 67-15 en la temporada, en una eliminatoria aún hoy recordada por su espectacularidad. Baron Davis, Monta Ellis, Jason Richardson, Stephen Jackson y Al Harrington formaban aquel quinteto para el recuerdo. Especialistas defensivos todos, nótese la ironía. Y por cierto, sin un 5 puro en cancha, salvo los escasos minutos de que disponía el letón Andris Biedrins. Les ganaron con el gran Don Nelson en el banquillo mandándoles a correr como condenados. Y volvieron locos a los Mavs.
Este equipo, en cierta medida, se parece a aquel, y eso es una bomba de relojería. Quizá no tenga la fiabilidad de un equipo campeón, pero son capaces de liársela a cualquiera en los playoffs. Porque este año hay postemporada en la Bahía de Oakland, seguro. Se parece en que juegan a toda pastilla, con ataques muy cortos en multitud de casos, algo que, con Stephen Curry y David Lee a pleno rendimiento físico, es lo que hay que hacer, pues ambos se mueven ahí como pez en el agua. Mark Jackson, el inquilino del banquillo, ha sabido ver que ese era el camino. El que fuera gran base principalmente en New York e Indiana ya el año pasado dio muestras de que iba en serio con este descarado equipo, pese a que el balance de 23-43 final no diga eso. Pero es que el lastre de apenas poder contar con Stephen Curry fue una losa demasiado pesada. Jackson ha conseguido jugar a correr pero con cierto orden. Y además que sea un equipo lo suficientemente serio atrás. En definitiva, que con una plantilla similar en juventud y más centrada en el ataque, cualquier comparación entre estos Warriors y, por ejemplo, los Sacramento Kings, resulte sonrojante para los de la capital californiana.
Como aquel equipo de 2007, estos Warriors juegan sin un pívot grande y de referencia. Bien es cierto que se adquirió a Andrew Bogut, dando ni más ni menos que a Monta Ellis, probablemente el jugador franquicia de las últimas temporadas, a cambio. Pero no es menos cierto que, mientras estuvo “sano” (y entrecomillo porque nombrar al australiano y decir sano en la misma palabra es mucho decir), la aportación de Bogut fue testimonial, ya que pese a ser titular no disputaba más de 18 minutos por partido. Está por ver cómo vuelve a encajarse al que fuera número 1 del draft en esta plantilla que quiere jugar corriendo, y eso no casa especialmente con darle relevancia a un `cinco´ puro como es elaussie una vez se recupere de la lesión que le tiene parado desde primeros de noviembre.
Por otra parte, ¿Quién echa de menos a Monta Ellis en la Bahía? Casi me atrevería a decir que nadie, y eso que lo obtenido a cambio, Bogut, no está haciendo olvidar con su juego al escolta hoy de los Milwaukee Bucks. Y no se le echa de menos porque, con Stephen Curry recuperado y en buena forma, el paso delante de Klay Thompson ha sido el esperado, y el perímetro de los Warriors es, a día de hoy, uno de los más letales de la liga, especialmente desde la línea de 3 puntos. Si además unimos a Harrison Barnes, producto de North Carolina y nº7 del pasado draft, el futuro de la línea exterior de los Warriors no puede pintar mejor. Barnes no ha terminado de romper aún, pero Antonio Rodríguez me asegura que ahí hay jugador. Paciencia con él.
Mención aparte merece David Lee, al que a mí me gusta llamar “Espartero”. Sí, por lo del caballo. Con el ex de los Knicks tengo habitualmente la misma sensación que con Luis Scola: “Ay, si este tío midiera 6 o 7 centímetros más”. Reconozco sentir debilidad por él. No sólo porque jamás evita un contacto pese a sus evidentes limitaciones físicas respecto a otros pívots de la liga, más altos, pesados y explosivos, sino porque juega al baloncesto con la cabeza, y de esos no hay tantos. UnAll-Star sin duda que si no es habitual en el fin de semana de las estrellas es porque los Warriors no han roto hasta este año.
Si a esto añadimos el gran rendimiento que están dando dos secundarios de lujo, como el base Jarret Jack y Carl Landry, otro pívot bajito pero que acostumbra a ser más listo jugando que el rival, resulta que ver a los Warriors este año es un homenaje al baloncesto ofensivo, pero sin locuras que conviertan al equipo en una banda. Y por si faltaban argumentos para ello, su camiseta azul es posiblemente una de las más bonitas, si no la más de la competición.
Así que el consejo queda ahí. Aquellos que disfrutan viendo jugar al Madrid de Pablo Laso a tope de revoluciones, que vean un partido de los Warriors de Mark Jackson. Aunque el horario habitual no acompaña en España, pues en casa suelen jugar bien entrada la madrugada en nuestro país, merecerá la pena. Prometido.
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José M. Puertas en twitter: @josempuertas
No puedo estar de acuerdo en lo que respecta a David Lee. Es un jugador mucho mas preocupado de llenar su estadistica que del resultado del equipo. En New York lo acusaban de inflar su numero de rebotes no ayudando nunca en la defensa para no perder la posicion
Lo siento Pedro, pero estás equivocado. Es un jugador aguerrido (un guerrero, vamos). Fíjate en sus números, un 53 % de tiros de campo. No te equivoques, este no se las tira todas como Kobe. Ya era hora de que mis Warriors me dieran una alegría. No disfruto tanto desde los tiempos de TMC (a excepción de los playoffs de 2007 claro). Es una pena que Brandon Rush esté lesionado. Por lo demás el equipo está compensado. Sobra el inútil de Biedrins y esperemos que la incorporación de Bogut sea un complemento para el equipo. Ya veremos. Gran artículo por cierto.