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El torneo de los valientes

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No cabe duda que la Copa del Rey de baloncesto es una competición para valientes. No en vano,valiente fue el CAI en la jornada del jueves (y le salió bien), y también hubo notas de otros protagonistas por su gallardía durante el viernes, sean jugadores, entrenadores… O incluso árbitros.

"Si el árbitro ha tenido la valentía de pitar la falta, será falta". Con estas palabras se despachaba Fernando San Emeterio en la rueda de prensa tras el Valencia Basket-Laboral Kutxa que abrió la jornada del viernes. El cántabro fue el protagonista de la jugada decisiva del encuentro, al realizar una falta a 4 décimas del final sobre Rafa Martínez, que a la postre permitió la victoria valenciana tras anotar el de Santpedor un tiro libre, y concluir tirando a fallar (siempre hubo clases, ¿No?) el segundo.

En caliente, el primer pensamiento cuando ves la jugada es algo así como: "A Benjamín Jiménez (árbitro que pitó la falta) le ha dado un ataque de árbitro, y ha salido en la tele, que es lo que quería". Horas más tarde, ya más en frío, pienso aquello de "Y si es falta, ¿Por qué no pitarla?", pese a que en esa situación el 99% de los árbitros se hubieran “tragado el pito”. Creo sinceramente que la resolución final a esta diatriba se halla en un punto intermedio, que concluye en que Jiménez es un árbitro valiente, pero también al que le gusta el protagonismo, con el consiguiente riesgo que eso puede suponer en situaciones decisivas. Así que a estas horas aún no tengo claro si decantarme porque el colegiado acertó o no pitando la falta de San Emeterio a Martínez.

En lo que al juego se refiere, el duelo entre vitorianos y valencianos fue el mejor encuentro en lo que va de torneo. Como muchos esperábamos en la previa, la teórica superioridad de los de Perasovic se reducía mucho en un torneo como la Copa del Rey, en el que marcas como Baskonia o Nocioni cotizan alto, cual valores seguros. Tanto es así que en el primer cuarto, vimos una de las mejores versiones del Laboral Kutxa en lo que va de temporada, con el Txapu imponente a ambos lados de la cancha, y combinándose de lujo con un Pleiss al que Scariolo va camino de elevar al fin al primer nivel europeo, para poner a los vascos en franquía ante un Valencia claramente inferior.

Pero las flaquezas de los vitorianos comenzaron a relucir en el segundo parcial. Cuando la rotación entró en juego, y Nocioni y Pleiss tuvieron que tomarse un descanso, Valencia rápidamente entró en el choque, demostrando las carencias de una plantilla baskonista con una profundidad mucho menor de lo deseable. Así, pese a que tras su breve descanso, los dos referentes de Scariolo en la cancha volvieron a estabilizar la diferencia al descanso (35-45), Perasovic ya tenía claro a qué clavo ardiendo debía asirse: su plantilla es, hoy por hoy, muy superior a la del técnico italiano, aunque sus cinco iniciales sean de un nivel similar.

Y Valencia, que venía de remontar en una gran segunda parte hace siete días al Barça, encontró el camino. Pese al mal día de sus interiores en ataque, donde especialmente Doellmann y Dubljevic fallaron demasiados tiros fáciles, su juego exterior le salvó cuando más dolía el partido. Lafayette, Ribas y Rafa Martínez insuflaron oxígeno a Valencia, si bien otra exhibición de carácter de Nocioni, con Pleiss sentado con faltas, dejó a Baskonia aún muy por delante de cara al último periodo. Pero lo apreciado en ese segundo periodo, terminó por pasar factura al Laboral Kutxa en la recta final. Scariolo arriesgó con Pleiss, y su pronta eliminación dejó a Baskonia herido en el interior, con un Hamilton voluntarioso pero lejos de ser decisivo como referencia. Y en unos minutos finales con más errores que aciertos, la Copa salió beneficiada, pues probablemente tengamos en Valencia un rival más competitivo para el Barcelona en semifinales que el Laboral Kutxa actual.

En cuanto al duelo del Barça, poco que decir realmente. La mayor diferencia en la historia de la Copa deja bien a las claras que los de Pascual, como suele suceder cada año, llegan en buen momento a la cita de febrero. Enfrente, el meritorio Iberostar, que bastante tenía con estar en Málaga, y que vio cercenadas sus pocas opciones con el fichaje de Blagota Sekulic hace unas fechas por el Fenerbahce, jugó a lo que sabe, con ataques rápidos y sin renunciar a correr, pero la diferencia entre ambos equipos es tan grande que eso no fue más que un salto al vacío para los de Alejandro Martínez. El técnico canario ya ha dado muestras más que sobradas de su valentía, y, aunque ayer no le saliera bien, ni de lejos, su equipo tiene un estilo más que reconocible que le hace estar posiblemente muy por encima de las posibilidades de su plantilla.

Aparte de ello, el show de Joey Dorsey puso la nota de espectáculo a un partido sin emoción desde la salida, y en el que la noticia estuvo en la tremenda pitada del público malagueño a Álex Abrines cada vez que el de Unicaja tocaba el balón. En el Barça, sus exteriores parecen en gran momento, desde el propio Abrines hasta valores seguros como Navarro o un Oleson cada día más importante para Pascual. Otra cosa es lo de Sada, jugador crucial en los intangibles para el que el más pintado se atreve a flotar ya hasta el extremo de estar habitualmente sólo en el perímetro. En todo caso, la Copa para el Barça seguramente empiece mañana ante Valencia. Iberostar demasiado tuvo con unirse a una fiesta que aún le queda demasiado grande.

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José M. Puertas en twitter: @josempuertas

(Fotos: ACB Photo)

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