El Rey ha muerto, ¡Viva el Rey!
Fallece el semanal. ¡Viva el mensual! Porque lo que sí está claro, es que “Gigantes del Basket” es rey. Si mantienes tu reino ante opresores, compañeros de viaje, invasiones, hermanos, durante 27 años, es símbolo de un reinado perdurable, respetable...inmortal. Símbolo en los kioscos, símbolo en nuestras vidas. De cómo fuimos y de cómo hemos crecido. De lo que esperábamos de aquella España efervescente que en tinta y papel plasmábais una de sus partes más intrépidas: su baloncesto. Aquel deporte dinámico, estético, entusiasta, que reclamaba miles, pero miles de aficionados cada día. Y “Gigantes” alimentó todo aquel ansia, sería más acertado decir, que hambruna.
Salísteis en el lugar y en el momento. Tiempos donde en el mismísimo Telediario de la Primera cadena resaltaba una noticia que necesitó de un suplemento en forma de informativo extra: el fichaje de Drazen Petrovic por el Real Madrid. Gracias a vosotros, los primeros coletazos de aquello los supimos meses antes. Polvo de estrellas que había que sacudir a cada número. Esos números que escondían en sus páginas las desventuras del Real Madrid en Copa de Europa, el requerimiento de la vuelta de Corbalán a la Selección Nacional para que regresase a defender su elástica durante el Mundobasket español o aquellas fotos de Nacho Solozábal alzado a hombros por sus compañeros, tras un gran triple en la Copa del Rey de Valladolid, que fueron reveladas en los baños de una gasolinera camino de Madrid, de madrugada, para que pudieran salir con la publicación a su hora. Esfuerzos que no importaban, resultados que se valoraban. Que se agradecían y se sigue haciendo, incluso 25 años después.
Aquellos redactores rubricábais semana a semana la magia de aquellos años, de aquel baloncesto. Con vuestro esfuerzo e ilusión. Eso sí, estoy convencido que jamás tuvísteis idea de lo que suponía para el aficionado aquellas páginas en las manos cada Martes. Las columnas de Paniagua, la afinada pluma de Luis Gómez en su “Zona Press”, el diccionario particular de Juanma Iturriaga...y nuestro baloncesto que no para, en busca de aquellos Juegos de Barcelona'92. Bueno, nuestro baloncesto en aquel irrepetible verano se llamó Dream Team.
Con la mecha consumiéndose de una Selección y un baloncesto español que ya no brillaba tanto, “Gigantes del basket” no es impermeable a eso. Pero continuaron con una cita que se valoraba más, si cabe, semana a semana. Entre “Chinazos” e incluso Eurobaskets en nuestro país que pasan por un asombroso anonimato, se buscan momentos estelares y emergen un no-triple de Ansley, una liga de Dueñas, unos chavales sonrientes en una portada que vendían la regeneración de la ilusión por el Equipo Nacional, porque habíamos conseguido nada más y nada menos que ¡un quinto puesto! en el Mundobasket ateniense. Maravilloso.
“Gigantes” y su director, Paco Torres, siempre tuvieron ojo. Los años, las experiencias, el olfato al talento...llámenlo como quieran. “Colo, vete a Varna”. Y Raúl Colorado que repitió en Lisboa un año después y retrató el espíritu de aquellos “juniors de oro”, que cambiaron nuestro baloncesto y nuestras vidas. Y con ellos se podía ganar...todo. Sobre sus lomos, todo es más sencillo. Si a eso, además Herreros cristaliza milagros con triples, el Barcelona consigue, al fin, su tan anhelada Euroliga en casa y aparecen nuevos huéspedes al título como Tau y Unicaja, pues aún mejor. Historias en portadas.
Y la tozudez, la bendita tozudez del papel chocando con las redes sociales emergentes. “Gigantes del basket” tiene historias que contar, instantes que retratar. El placer del papel, el sonido de hojearlo. Y en eso siguen. Quizás porque somos hijos de Hobby Press (su primera editorial) y nos aferramos a ese espíritu, bendecimos este cambio a su existencia. El del viaje al kiosco. El de la sacudida a ese polvo de estrellas en sus páginas. Antes era Magic, ahora Lebron. Antes, Epi; ahora, Pau. La esencia no cambia. La de una publicación más antigua que muchos de los protagonistas de sus portadas. Ante eso, Paco Torres mira sus canas en el espejo y sonríe. La misma sonrisa que tenemos delante de las estanterías mientras espetamos “La Gigantes, por favor”.
Antonio Rodríguez en twitter: @tonystorygnba
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