De lecciones coperas aprendidas (o no)
En una competición como la Copa del Rey, donde el más mínimo error te pone de patitas en la calle, suele ser recomendable aprender de los errores del pasado. Y viene esto muy a colación, ciertamente, con lo ocurrido este jueves en la jornada inaugural de la edición 2014 de esta copa malagueña.
Abría el torneo el Real Madrid, archifavorito para todo el mundo. Hace un año, en Vitoria, la situación no era muy diferente. Los de Pablo Laso llegaban con el cartel de principales candidatos al título, tras un arranque liguero primoroso, aunque quizá no en su momento más boyante de juego. Y allí, en el Buesa Arena, enfrente estaba un Barcelona que entró a última hora en la Copa merced a una de las tardes más inspiradas que se le recuerdan a Juan Carlos Navarro… que ya es decir. Aquel día, el Real Madrid quizá peco de falta de intensidad. Fue un partido igualado, en el que es cierto que un rebote ofensivo de Erazem Lorbek evitó el triunfo blanco antes de la segunda prórroga, pero no es menos cierto que siempre dio sensación el Barça de ser más intenso durante el partido, ante un Madrid que dio la sensación de esperar que los culés cayeran de maduros en algún momento de la batalla.
Este año la película era peligrosamente parecida. El Madrid llegaba imperial a Málaga, y, si bien es cierto que enfrente no estaba el eterno rival, sí lo hacía un magnífico Herbalife Gran Canaria (mermado eso sí por la baja de Xavi Rey), capaz de ser uno de los más feroces rivales de los blancos hasta la fecha esta temporada, cuando los de Laso visitaron el Centro Insular de Deportes. Las opciones de que un equipo que cuenta por triunfos sus veinte partidos en competición nacional este año volviera a esperar a que su rival cayera por su propio peso podían existir. Pero desde el comienzo se vio que no iba a darse un caso similar al de hace un año. Desde el salto inicial el Real Madrid mostró una cara abrumadora en defensa, ahogado la creatividad del base canario, Tomás Bellas. El físico de Newley y Tavares (apunten este nombre) poco podía hacer ante una defensa sin apenas fisuras que cerraba todas las vías de escape ofensivas a los de Pedro Martínez, capaces de anotar sólo nueve puntos en los diez primeros minutos. Para colmo, Niko Mirotic quiso dejar claro que no le importaría sumar otro MVP en esta Copa a su lista, y con once puntos en ese primer periodo, comenzó a postularse como serio candidato.
Y entonces, llegó el Chacho. Sergio Rodríguez volvió a rayar a un nivel extraordinario en un segundo cuarto donde el partido se acabó (41-20). Sin necesidad de anotar en exceso, más que en una penetración que puso patas arriba el Carpena, el tinerfeño volvió a dar otro clínic de dirección de juego. Rudy, Slaughter, o Carroll se aprovecharon de sus pases geniales para abrir una diferencia que minaría cualquier moral, y más ante este Real Madrid tan sólido en defensa.
Con tan enorme distancia entre ambos, poca historia hubo en la segunda, más allá de la garra de un `Granca´ que demostró ser mejor de lo visto en los primeros veinte minutos, merced sobre todo a la intimidación y fortaleza interior de un Tavares que se mostró en el escaparate para aquellos que aún no le conocían más que de oídas.
Por cierto, como dato significativo, la afición madridista se dio cuenta en buen número en la grada, algo poco habitual en los cuartos de final coperos en ediciones previas. Sin duda, parte del legado de este equipo de Pablo Laso se nota en su afición.
Pero volvamos a aquello de aprender las lecciones. Tras el rodillo blanco, Unicaja y CAI Zaragoza saltaron a la cancha, buscando precisamente al rival madridista en semifinales. Es la tercera ocasión en que Málaga alberga una Copa del Rey, y en las dos previas el anfitrión se había ido a la calle a la primera. Además, el pabellón malagueño parece una cancha talismán para un CAI Zaragoza que siempre suele rascar victoria en la Costa del Sol en los últimos años. Y con estos precedentes… Pasó lo que tenía que pasar. El CAI dio una supuesta sorpresa que cierto es que adquiere más valor ante la baja de un Henk Norel que sigue sin estar realmente en forma. Pero, ante dicha ausencia, la pareja georgiana (Shemadini – Sanikitze), bien escoltada por Rudez y el cada día mejor jugador Joseph Jones, se bastó para hacer a los maños acreedores de un meritorio triunfo.
Tan sólo el segundo cuarto, en el que Unicaja volteó el tanteo del 11-15 a un 38-31 en el intermedio, dejó dudas al respecto, pero el CAI fue más equipo y sobre todo tuvo referentes cuando los necesitó. Granger, Suárez, o Toolson, anduvieron desaparecidos por la cancha, y fueron el centro de las iras del público local, especialmente los dos segundos, muy superados por un Kuzminskas que hizo su mejor partido en Unicaja, y que sin embargo vio casi toda la segunda parte desde el banquillo, en una cuanto menos cuestionable decisión de Joan Plaza. Ni su superioridad en el rebote ofensivo, donde encontró un filón, evitó el descalabro de un Unicaja horrible en ataque ante un CAI con las ideas mucho más claras. Otra vez será para Malaga… Si aprende de los errores del pasado, claro.
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José M. Puertas en twitter: @josempuertas
(Fotos: ACB Photo)