Banquillos calientes, vitrinas frías
Cumplida la primera vuelta de la Liga Endesa sólo han sido destituidos dos entrenadores: Dusko Ivanovic en el Caja Laboral y Porfirio Fisac en Fuenlabrada. Y digo sólo no porque a mí me parezcan pocos, creo que cualquier destitución es preocupante, si no comparado con el número de ceses habidos en temporadas anteriores, aunque todavía hay tiempo de sobra para alcanzar la media. Me gustaría pensar que por fin reina la cordura en las altas esferas de los equipos, que se tiene más paciencia y se piensa en un proyecto a largo plazo, en las posibilidades reales de las plantillas y en el trabajo bien hecho en lugar de mirar única y exclusivamente la clasificación. Pero nos engañaríamos si pensáramos eso, lo más probable es que la situación económica haga inviable pagar un finiquito y un nuevo sueldo cuando apenas hay dinero para hacer frente a las nóminas. Como se suele decir, están haciendo de la necesidad virtud y puede que los resultados no sean tan malos.
El Gran Canaria es el mayor exponente de la estabilidad con cuatro entrenadores en veinte años |
Siempre he pensado que es mejor mantener a los entrenadores hasta final de temporada y entonces decidir si se quiere iniciar un nuevo proyecto. Y ahí veo la clave, en el proyecto. No tiene sentido cambiar de estilo de juego e incluso de jugadores a mitad de temporada pagando finiquitos y duplicando el gasto. El entrenador debe formar parte de un proyecto a largo plazo, asociado a un estilo de juego determinado y a una filosofía de club. Y creo que los hechos me dan la razón: aquellos equipos que se han mantenido fieles y han tenido paciencia generalmente han obtenido buenos resultados, si no todas las temporadas sí haciendo un cómputo global. Todos los años ponemos como ejemplo a equipos pequeños como el Fuenlabrada o el Manresa que se mantienen en la máxima categoría o medianos como el Gran Canaria que siempre parece rendir por encima de sus posibilidades. Incluso entre los grandes los referentes son el Baskonia o el Barcelona por encima del Madrid. ¿Qué tienen en común estos equipos? Que en líneas generales han mantenido un cuerpo técnico de forma estable y cuando lo han cambiado lo han hecho fieles a un modelo.
Echando la vista atrás veremos si tengo o no razón:
Empecemos por el Herbalife Gran Canaria, máximo exponente de esta filosofía. Nos remontaremos un par de décadas, puesto que desde 1992 solo ha tenido cuatro entrenadores: Trifon Poch, Manolo Hussein, Salva Maldonado y Pedro Martínez. Sin llegar a estos extremos, en Fuenlabrada Oscar Quintana permaneció siete años o Luis Casimiro cuatro dotando de gran estabilidad al proyecto. En Manresa Jaume Ponsarnau dirige el equipo desde 2006 habiendo sido antes entrenador ayudante por lo que lleva ya una década perteneciendo a su cuerpo técnico. Previamente, Ricard Casas, estuvo desde 2001 a 2005. Entre los grandes no hace falta recordar que Dusko Ivanovic permaneció diez años en el banquillo baskonista, con el intermedio barcelonista, o que Xavi Pascual, que sucedió a aquel en Barcelona lleva ya cinco años, siendo este uno de sus períodos más exitosos. El otro referente barcelonista, en cuanto a éxitos, fue Aito García Resenes, el cual, con interrupciones, dirigió al equipo durante quince años. Ahora vemos qué ha sucedido en el Real Madrid mientras tanto. Siendo uno de los equipos más laureados del mundo parece vivir en una completa inestabilidad hasta la llegada de Pablo Laso, de momento, el cual ha recuperado sus señas de identidad tradicionales. Tras Pedro Ferrándiz y Lolo Sainz, entrenadores de los de antes, que permanecieron toda una vida en el equipo, desde los años 90 han pasado por el banquillo blanco la friolera de dieciséis entrenadores, no permaneciendo en su puesto ninguno más de tres años. Y lo peor, siendo de por sí bastante malo, no es el número de entrenadores, si no los bandazos dados en cuanto a estilo, filosofía y carácter.
Hasta un entrenador del máximo nivel como Messina sucumbió a la vorágine madridista |
Está claro que el condicionante económico prima por encima de las demás consideraciones. Si bien vemos como hace veinte o treinta años era habitual ver entrenadores durante una década o más en un banquillo la falta de paciencia fue mayor en la década precedente, cuando una ilusoria sensación de bonanza económica agudizó este proceder. Un equipo como el Cajasol, en la década de los noventa contó con cuatro entrenadores: Pesquera, Petrovic, Maldonado e Imbroda. Sin embargo tras la salida de este último y hasta la llegada de Joan Plaza, el cual estuvo tres años, desfilaron por el banquillo de San Pablo Marco Crespi, Gustavo Aranzana, Velimir Perasović, Óscar Quintana, Javier Fijo, Manel Comas, Moncho López, Rubén Magnano y Pedro Martínez, sin contar varios entrenadores interinos a la espera de sustituto.
Otro ejemplo: tras el largo periplo de Pepu Hernández en Estudiantes, desde 1995 hasta 2004, el banquillo del Ramiro ha estado ocupado por Juan Antonio Orenga, Pedro Martínez, Mariano de Pablos, Velimir Perasović, Luis Casimiro, Pepu Hernández de nuevo, Trifón Poch y Txus Vidorreta actualmente. Es decir, un entrenador durante once años y ocho en los siete siguientes. Que nadie se me enfade en Sevilla o Madrid, son solo ejemplos, por desgracia no únicos, no es cuestión de hacer una lista exhaustiva.
Casualidad o no, casi todos estos equipos han alcanzado su tope cuando un mismo entrenador ha dirigido sus destinos durante varios años. Supongo que sus directivos dirán que los resultados mandan pero nunca sabremos si fue antes la gallina o el huevo. ¿Los malos resultados provocan el desfile continuo de entrenadores o es este devenir el que produce malos resultados? Yo prefiero pensar que no hay casualidades, que en la vida en general y el baloncesto en particular la confianza y la visión a largo plazo dan buenos réditos y que no se deben mirar sólo los resultados inmediatos si no el trabajo diario.
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Teodoro Mateos en Twitter: @tmateoso