Ave, César
Mide 1’91 metros, pesa 79 kilos y tiene 32 años. Empezaba a despuntar en las categorías inferiores del FC Barcelona, el club de su vida, cuando quien escribe estas líneas era un mico que no sabía absolutamente nada de baloncesto. Lo ha ganado todo vestido de azulgrana y con la camiseta de la selección española. Probó fortuna en la NBA, pero decidió regresar pronto a Europa para volver a saborear las mieles del triunfo. Su tiro bombeado es una de las señas de identidad más reconocibles del deporte de la canasta actual. Nos ha deleitado en numerosas ocasiones con actuaciones individuales más que increíbles y dignas de los mejores baloncestistas europeos de la historia. Puede que haya llegado a la altura de los más grandes de todos los tiempos en alguno de esos partidos para el recuerdo.
Quizá su mayor momento de gloria se produjo en la tarde del día de ayer: 30 de diciembre de 2012. El día en que Juan Carlos Navarro Feijoo se disfrazó de Dios y el Todopoderoso, a su vez, se disfrazó de jugador de baloncesto (a pesar de llegar 9 segundos más tarde de lo previsto y permitir que su elegido fallase un tiro, el único). Los números son de escándalo los mires por donde los mires: 33 puntos, 7/8 en tiros de dos (88% de efectividad), un inmaculado 5/5 en triples (100% de efectividad, y vaya lanzamientos), 6 rebotes y 3 asistencias. En total, 44 puntos de valoración. La gesta hizo aún más méritos para convertirse en leyenda por dos motivos:
- Tuvo lugar en un marco que le encanta a su protagonista: el Clásico frente al Real Madrid. No hay nada que excite más a Navarro (hablando de baloncesto, claro está) que tener al otro lado de la cancha al eterno rival de su club. El calificativo de “bestia negra” le viene que ni pintado al 11 del Barça.
- La presión jugaría un papel destacado en el encuentro: el Barcelona debía ganar sí o sí para no despedirse de una Copa del Rey que daba por hecha la presencia del conjunto azulgrana en septiembre.
Ayer no importaron para nada los colores. Todos fuimos un poco de Juan Carlos Navarro (y quien diga lo contrario, miente): de sus triples imposibles, de sus bombas (ayer las hubo hasta desde el triple), de su genialidad, de su locura en ocasiones (bendita locura) y de su liderazgo. Es imposible no caer rendido ante el más auténtico baloncesto de calidad cuando se revisan todas y cada una de las canastas que anotó ayer toda una leyenda viva del deporte que más amamos en el Blaugrana barcelonés. Te postras todavía más ante este señor barbilampiño, delgado y de pelo largo cuando eres consciente de que casi todos sus tiros entraron limpios en el aro.Qué maravillosa maravilla (valga la redundancia).
Cual general Patton, el número 11 más eterno del Barça condujo a sus huestes a la victoria. Todo quedó deslucido a su paso: los técnicos, el rival y los compañeros de equipo. Muchos pensarían “Yo he visto antes a este Navarro”, acogiendo con normalidad la exhibición de la que fueron espectadores. Yo me incluyo entre ese grupo de personas. Ya hemos visto a esta ‘Bomba’ explotar con tal contundencia, pero eso no significa que no deseemos con gran fervor que el explosivo vuelva a activarse de nuevo. Queremos seguir viendo jugar a Navarro durante los días, meses y años que le queden como jugador de baloncesto. Nos ha atrapado con tal efectividad que no podemos sino esperar otra gran actuación por su parte para seguir disfrutando del y con el baloncesto.
Después de lo que vieron nuestros ojos ayer, solo cabe decir:
¡AVE, CÉSAR, LOS AMANTES DEL BALONCESTO TE SALUDAN!
PD: diré algo en consideración con aquellos que gustan del debate sobre quién es el mejor jugador de la historia del baloncesto español.
Yo no me quedo ni con Pau Gasol ni con Juan Carlos Navarro.
Me quedo con los dos.
Y Feliz Año baloncestístico para todos los amigos de Tirando a Fallar.
(Foto: ACB)
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