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Un Oeste más salvaje que nunca

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En unas semanas probablemente uno de los principales favoritos haya alcanzado la final por el lado de la Conferencia Oeste y esté buscando el anillo pero, lejos de lo que ocurre en el Este, no es una quimera pensar que casi cualquier equipo a ese lado de los Estados Unidos tiene la capacidad suficiente como para pasar varias rondas de playoff y, por qué no, plantarse en la batalla final por el anillo de campeón. Obviamente existen favoritos, pero la igualdad, y el nivel, de esta conferencia, es tan enorme que nadie va a dar un respiro a ningún equipo, por lo que todos habrán de tener los dientes más que afilados desde el salto inicial del primer partido. Tal es el nivel, que la enorme temporada realizada por los Phoenix Suns de un Jeff Hornacek candidato serio a entrenador del año, y que les habría llevado a ser cuartos o quintos en el Este, no ha sido suficiente para alcanzar las eliminatoria finales. Bienvenidos al salvaje Oeste.

Spurs, Thunder y Clippers, un pasito por delante

Sin mucho temor a equivocarnos, asegurar que San Antonio Spurs es la mejor franquicia, club o equipos del deporte moderno, no es ninguna barbaridad. Desde el comienzo de la era Tim Duncan, hace ya diecisiete campañas, en todas menos una de ellas el equipo tejano ha ganado al menos 50 partidos (algo que sólo han logrado 5 franquicias en toda la historia de la NBA, ahí es nada). Esta temporada, su récord vuelve a ser el mejor de la NBA, siendo el único equipo capaz de superar los 60 partidos ganados. Y eso que, año tras año, nos apresuramos a decir en el último lustro que "este es el último año de los Spurs como aspirantes al anillo". Muchos lo dijimos cuando perdieron hace un año una final prácticamente ganada ante Miami, y los de Popovich han vuelto a darnos un tortazo en toda la boca. El mejor juego colectivo de la competición, donde todo el mundo conoce al dedillo su papel dentro de un organigrama coral sencillamente inigualable, y la virtud de tener varios jugadores en todas las posiciones de la cancha a quienes no le va a pesar la responsabilidad cuando tengan que asumirla en las próximas semanas. La plenitud de Tony Parker, líder anotador en la cancha, se sigue viendo acompañada por la balsámica eterna juventud de un Tim Ducan que sigue en más de 15 puntos y casi 10 rebotes a sus casi 38 primaveras. Un Manu Ginobili masacrado mediáticamente tras sus erráticas finales ante Miami ha encontrado de nuevo su perfecto rol en la rotación, donde vuelve a ser el principal anotador de banquillo, por detrás en las alas de la pareja Danny Green y Kawhi Leonard, que tan buen rendimiento viene dando desde la pasada campaña. Si a eso le sumamos la irrupción como relevo de Parker de Patty Mills, que tras dedicarse la pasada temporada a dar clases sobre cómo agitar toallas, esta campaña se ha mostrado como un fantástico suplente del galo, o el crecimiento a la sombra de Duncan de un cada día más maduro Tiago Splitter, más la veteranía de hombres como Boris Diaw o el fichado este año Marco Belinelli, poco sorprende que un año más en San Antonio sean la envidia de la mejor liga del mundo.

De momento, ya han asegurado que tendrán el factor cancha a favor mientras sigan pasando rondas, incluso en la final (quién sabe si hace un año no habrían sido campeones de poder jugar ese partido extra en casa), y no les quepa duda de que, si las piernas les responden, serán el principal candidato en el Oeste a pelear por el anillo. Eso sí, los playoffs de esta Conferencia son un auténtico campo minado en el que casi cualquier equipo puede alcanzar la lucha por el título, empezando por unos Memphis Grizzlies que, de cruzarse con los Spurs, serían posiblemente el rival menos deseado por los de Popovich, dados los precedentes entre ambos. Por tanto, favoritos sí, dado que se han ganado todo el crédito del mundo, peso sin el más mínimo descuido o relajación en un camino muy espinoso. Aunque pensándolo bien, mezclar relajación en un equipo entrenado por el incombustible Gregg Popovich es, sencillamente, una quimera.

La exuberante temporada de Kevin Durant, récord de otra época incluido, convierte seguramente a los Oklahoma City Thunder en la principal alternativa de poder a los Spurs. Sin embargo, el equipo ya finalista en 2012, cuando partía como favorito y con factor cancha a favor ante los Heat, y terminó cayendo por 1-4, quizá no haya tenido la progresión suficiente para lo que podía esperarse en aquel entonces. Tras aquellas finales, James Harden salió del equipo, a cambio de un Kevin Martin que hoy es compañero de Ricky Rubio en los Timberwolves, y el reciente fichaje del veterano Caron Butler no parece que pueda suplir en importancia lo que suponía Harden para aquellos Thunder. En todo caso, le evolución de ese anotador digno del Siglo XXII que es Durant, posiblemente el jugador más indefendible del planeta, da crédito por sí misma al equipo de Scott Brooks aunque, como ya se ha comentado, el nivel de esta Conferencia Oeste hace que cualquier equipo pueda jugar una mala pasada si se tiene una mala semana.

Los 32 puntos por partido de Durántula, con más de un 50% de acierto en tiros de campo, un auténtico disparate, son el eje sobre el que pivota la ofensiva en Oklahoma, de eso no cabe duda. Pero, llámenme loco, creo que las opciones de hacer algo grande para este equipo pasan por otros dos nombres: Serge Ibaka y Russell Westbrook. La progresión del pívot español sigue incesante, y más allá de ser un especialista defensivo, este año suma a sus casi 9 rebotes y 3 tapones, más de 15 puntos por duelo. De aquel mozalbete casi incapaz en Manresa de anotar un tiro de media distancia poco queda ya, y su lanzamiento de 5 metros está muy consolidado, jugándose incluso casi un triple por partido con aceptable acierto, algo que hace escasamente dos años era toda una quimera. Pero sus malas finales en 2012, y el fiasco de los Thunder en 2013 (lesión de Westbrook mediante), aún ponen un asterisco en la carrera del jugador nacido en Congo. Si mantiene sus prestaciones en las próximas semanas, las aspiraciones de los suyos crecerán sin duda exponencialmente, toda vez que Ibaka parece el único referente interior medianamente creíble del equipo de Scott Brooks.


En cuanto a Russell Westbrook, con menos de 50 partidos disputados esta temporada, creo firmemente que es la pieza clave del engranaje Thunder. Ante la inmensa fiabilidad de un Durant para el que un mal día es una noticia de portada, el tantas veces criticado Westbrook emerge como la figura necesaria para el salto de calidad de su equipo. Si su rodilla responde, el jugador formado en UCLA aporta un plus de intensidad física desde el puesto de `1´ o `2´que pone a su equipo muy por encima de la media de la liga. Si su físico, y en principio debe ser así, aguanta un partido de máxima intensidad cada 48 o 72 horas, Durant no estará sólo en ataque, Ibaka encontrará aún más espacios para anotar tiros frontales, y todo fluirá con naturalidad hacia llegar muy lejos en estos playoffs. De no ser así, y si su físico o su cabeza no tienen el día, las opciones de Oklahoma, sobre todo en rondas avanzadas de la competición, se reducirán drásticamente, jugándose un complicado all in a Durántula.

Y es que probablemente el gran problema para el equipo de Scott Brooks sea el pozo sin fondo ofensivo que aparece en su rotación tras Durant, Westbrook, e Ibaka, del que sólo sacan la cabeza el citado Butler y un Reggie Jackson que llega con problemas físicos a estas alturas de temporada. Por dentro, poco se puede pedir en ataque a Perkins o Collison, y por fuera Jeremy Lamb progresa seguro pero lento, y a Derek Fisher ya se le pasó su mejor momento. Eso sí, si el base ex Laker tuviera que asumir un tiro decisivo, no duden en que lo haría, y probablemente con acierto, como durante toda su larguísima y exitosa carrera.

Y precisamente si una virtud tienen los Clippers de Los Angeles es la enorme profundidad de su roster. La plantilla dirigida por Doc Rivers no ha parado de reforzarse en las últimas temporadas, y muchos piensan ya que ha llegado la hora de que pasen de ser un equipo de nivel medio alto a realmente un contendiente al título. Con el ex entrenador de los Celtis en el banquillo, y un Chris Paul en el mejor momento de su carrera comp mariscal en cancha, el eterno equipo pobre de la ciudad de Hollywood quiere demostrar desde ya mismo que son aspirantes a cualquier cosa. Los 19 puntos y más de 10 asistencias de CP3 deberán mantenerse ahora que llega la guerra por el título, y no hay muchas dudas de que así será. Y si Paul consigue alimentar el enorme arsenal ofensivo angelino, pocos equipos tienen más recursos que estos Clippers para encontrar el aro rival. Un cada vez mejor jugador Blake Griffin, más allá de su fuerza bruta, es uno de los principales anotadores interiores de la competición, bien escoltado por un DeAndre Jordan que, con bastante menos talento que Griffin, se complementa perfectamente con éste, y sube mucho su nivel cuando de defender se trata. La rotación interior la completan el cumplidor Ryan Hollins y, especialmente, un Glen Davis que seguro que dará que hablar en estos playoffs. Y es que Big Baby siempre se ha mostrado como pez en el agua cuando ha llegado el momento cumbre de la temporada.

Pero si fuera poco el potencial interior de estos Clippers, por fuera no andan menos sobrados. Un tirador puro como JJ Reddick que parece haber encontrado su sitio en un equipo ganador, el descollante talento de Jamal Crawford, uno de esos jugadores de playground capaces de poner patas arriba un pabellón NBA, junto a la solvencia de hombres como Matt Barnes o un Hedo Turkoglu que quiere aprovechar su última oportunidad. Si a ello unimos el relevo de garantías que supone para Chris Paul Darren Collison en el puesto de base, desde luego, si todas las piezas encajan, y Doc Rivers consigue sacar lo mejor de su plantilla, en Los Angeles este año un equipo llegará muy lejos. Y no serán unos Lakers que han cuajado la peor campaña de su prolífica historia.

Houston y Portland: Quizá su hora no haya llegado aún

Desde tiempos inmemoriales, tener una superestrella exterior y otra interior ha sido la fórmula del éxito para muchos equipos NBA, y esa es la línea que han buscado los Houston Rockets en las dos últimas temporadas, cuando llegaron a la ciudad texana primero James Harden y después, Dwight Howard. El rendimiento del escolta ha sido extraordinario, superando incluso las expectativas creadas en sus años en Oklahoma, donde a la estela de Durant y Westbrook, la barba más famosa de la NBA no lucía tanto como en estos Rockets en los que es Capitán General. Harden anota más de 25 tantos por choque, y genera permanentemente juego para una plantilla cada vez más reforzada y que no ha quedado muy lejos de los tres mejores equipos del Oeste.

Por su parte, tras su periplo para olvidar en los Lakers, parece que Dwight Howard ha vuelto a recuperar, al menos estadísticamente, sus mejores prestaciones en Texas. Más de 18 puntos, 12 rebotes y casi 2 tapones son una muestra de ello, aunque cada vez existen más dudas de que Howard alcance algún día el estatus de pívot realmente dominante en la competición, ese que se le exigía cuando comenzó su deambular NBA. En todo caso, estos Rockets son un equipo muy capaz de complicar la vida a cualquiera, y no es ni mucho menos descabellado pensar en ellos como candidatos a pasar una o dos rondas, aunque no parece que sean aún un verdadero candidato al título. La irrupción de un Patrick Beverley que se ha asentado como titular en el puesto de base (y que vuelve ahora justo a tiempo tras una lesión), el crecimiento incesante tras su descubrimiento (fue elegido en 2ª ronda del draft) de ese maravilloso alero que es Chandler Parsons, y los minutos de calidad que aporta el ala pívot Terrence Jones, pueden ser motivos para soñar en Houston. Además, de lo que puedan dar de sí un Jeremy Lin muy venido a menos tras su eclosión en la liga hace dos años, o un Omer Asik a la sombra de Howard, y que probablemente estaría haciendo unos números de escándalo en el 90% de equipos NBA, dependerán las opciones de estos Rockets de alcanzar su máximo nivel o tener que pensar más pronto que tarde en seguir creciendo el próximo año.

Pase lo que pase en las próximas semanas, cabe calificar ya como sobresaliente el curso de los Portland Trail Blazers en esta 2013-14. Un equipo aún joven y en crecimiento, pero con una estructura interesantísima, que parte de una futura superestrella de la liga como Damian Lillard en el puesto de base, dos aleros muy complementarios, uno más anotador, como Wes Matthews, y el otro uno de los "chicos para todo" de la NBA, el francés Nicolas Batum, acompañando al que sigue siendo el líder de este equipo, un LaMarcus Aldridge cuyos números (23 puntos y 11 rebotes por partido) vuelven a ser esta temporada dignos de la elite de la liga, y a un Robin Lopez en el puesto de 5 que al fin parece haber encontrado en el Estado de Oregón su sitio en la NBA tras varios años ciertamente irregulares. Quizá su corta rotación les haya impedido culminar aún mejor una temporada regular de la que fueron la auténtica sensación al comienzo, llegando a liderar el Oeste con varios meses ya de liga disputados, lo que permitió tanto a Lillard como Aldridge ganarse un puesto en el All Star. Pero una lesión de su ala pívot estrella, que le hizo perderse varios partidos, y la fatiga acumulada hizo al equipo entrenador por el sorprendente Terry Stotts caer algunas posiciones en las últimas semanas. En todo caso, han superado con holgura los 50 partidos vencidos, lo que deja bien a las claras la competitividad de un equipo que en próximos años, si decide bien en los despachos, debería convertirse en una de las grandes potencias de la competición. Aparte de su quinteto titular, ese trotamundos llamado Mo Williams aporta experiencia y anotación exterior como reserva. Sin embargo, precisamente de experiencia adolecen en los recambios interiores, donde el ex ACB Joel Freeland y Thomas Robinson aún no aportan lo necesario para un equipo que aspirar a ser campeón de la mejor liga del mundo. En lo referente a Víctor Claver, su participación no ha pasado de testimonial en la inmensa parte del curso, y no hay motivos para pensar que el valenciano vaya a cambiar su rol por uno más participativo en los playoffs, sino que es más que probable que su participación pueda ir incluso a menos.

Golden State, Dallas y Memphis: caramelos envenenados

Sin duda, el enorme potencial de la Conferencia Oeste se puede entender si analizamos a los teóricos "peores" equipos de estas eliminatorias, que no son ni más ni menos que tres equipazos, cada uno con sus virtudes, pero muy capacitados para pintarle la cara al primero que se descuide. Relajarse será imposible desde el primer minuto para nadie en el Wild West.

Golden State Warriors en el equipo ye-ye de la NBA, ese al que muchos nos encantaría volver a ver avanzar rondas, como ya ocurriera la temporada pasada, cuando sólo los Spurs fueron capaces de frenarles, no sin apuros. El equipo de Mark Jackson se ha caracterizado desde el año pasado por ser una auténtica oda al juego de ataque, donde nadie especula más de lo necesario y la que Stephen Curry pone en cada partido su talento a disposición de los aficionados al deporte de la canasta. Dotado de un talento innato para este deporte, Curry es capaz, desde su menudez física, de volver loco al mejor defensor que le pongan enfrente. Además de ser un consumado tirador, su manejo de balón y velocidad le permiten ser también un gran penetrador a canasta, donde su especial tacto con la pelota le permite superar en múltiples ocasiones a las torres rivales. En resumidas cuentas, una alegría constante para el espectador. Es cierto que hay factores en contra del equipo de Oakland, que quizá ha evolucionado esta temporada menos de lo que muchos esperábamos, y al que le llega en muy mal momento la lesión en una costilla del australiano Andrew Bogut, que podría estar varias semanas de baja. Ello, unido a que en la recta final de la regular season no han practicado su mejor baloncesto, deja alguna duda respecto a sus posibilidades. Sin embargo, su enorme potencial ofensivo, con Klay Thompson formando junto a Curry la mejor pareja de triplistas de toda la historia de la NBA (más de 6 triples por partido entre los dos), con un Andre Iguodala que puede ser el equilibrio y la experiencia perfecta en estos playoffs (junto a un Steve Blake curtido en mil batallas), y por supuesto con el valor seguro que supone en el poste David Lee (más de 18 puntos y 9 rebotes y muchísima testículina sobre la cancha), hace pensar que sin ninguna duda lo vamos a pasar muy bien en los próximos partidos de los Warriors. Si Harrison Barnes, quizá algo tapado por Iguodala, vuelve a dar su mejor versión, el equipo de la bahía es capaz de cualquier cosa. Con todo, si además son capaces de generar en el Oracle Arena de Oakland la mágica atmósfera de hace un año, cruzarse con el equipo de Mark Jackson en primera y posteriores rondas sólo puede ser un enorme dolor de cabeza para sus rivales.

Dallas Mavericks puede ser un polo bastante opuesto a los Warriors, en el que todo está mucho menos dado a la improvisación. No en vano, Rick Carlisle sigue siendo su entrenador por sexta temporada consecutiva. Quizá la mejor época de los Mavs, esa que les llevó al título en 2011, haya pasado ya, pero no cabe duda de que siguen siendo un equipo altamente competitivo. No puede ser de otra forma en la que se juntan jugadores con el bagaje competitivo de José Calderón, Vince Carter, Shawn Marion, o un Dirk Nowitzki que podría seguir metiendo más de veinte puntos por encuentro (esta temporada promedia 21.6) cuando cumpla sesenta años. Esa experiencia siempre es sin duda un valor añadido cuando se trata de jugarse las habichuelas en postemporada, y permite asegurar que a nadie en la plantilla tejana le va a temblar el pulso cuando llegue el momento, algo que no todos pueden decir en el mundo de la canasta. Junto a tanto veterano de guerra, el díscolo Monta Ellis es capaz por sí mismo de revolucionar un partido, para bien de su equipo… O para mal en ocasiones. El ex de Warriors y Bucks es un talento puro, anotador compulsivo pero no parece ser el tipo de jugador al que siempre hubiera deseado Carlisle tener en su equipo. Por dentro quizá pueda ser donde más sufran, aunque la incorporación de Samuel Dalembert siempre dota a los equipos del haitiano de un cierto plus de intensidad defensiva e intimidación. Del equilibrio entre la pizarra de Carlisle y el talento de Ellis dependerán muchas de sus opciones, toda vez que su escuadrón veterano es muy improbable que falle a la hora de la verdad. Aún así, no parece que estén cerca de reverdecer los laureles de 2011, y son candidatos a caer a las primeras de cambio. Pero, ¿Ustedes se fiarían de semejante pléyade de veteranos con calidad? Yo no, desde luego.

Dejamos para el final el que puede ser el caramelo más envenenado de todos: Memphis Grizzlies. No sería la primera vez que, entrando desde una posición baja a la pelea por el anillo son capaces de quedarse muy cerca la final. Y es que los cada vez menos ositos son un rival al que nadie quiere ver cuando llega este momento de la competición. Una de las mejores defensas de la liga. Bien es cierto que no ha sido la mejor de sus temporadas, afectados por una serie importante de lesiones, así como por la política presupuestaria de sus propietarios, que dista mucho de ser la de un equipo que quiere crecer cada año. Con todo ello, el equipo de Tennessee es uno de los más duros de pelar en la NBA, basado siempre en una defensa pétrea donde Marc Gasol ejerce como auténtico eje, y el sensacional base Mike Conley como líder espiritual. De ellos dos nadie duda que darán su mejor rendimiento, y falta por ver si el genial Zach Randolph eleva sus prestaciones (17 puntos y 10 rebotes esta temporada) como suele ser habitual en él durante el tiempo de playoff. Si eso es así, estos Grizzlies volverán a ser candidatos a casi cualquier cosa, y a convertirse en ese rival que nadie quiere para la primera ronda. La incorporación a mitad de temporada de Courtney Lee aporta ese plus físico al que Tony Allen no puede llegar por sí mismo, y la veteranía a estas alturas de Tayshaun Prince es siempre una garantía aunque el jugador formado en Kentucky ya no sea el que deslumbró a todos en los Pistons. Eso sí, dados los problemas físicos de un Marc Gasol que este año ha lucido menos en ataque que de costumbre (14.5 puntos y 7.2 rebotes ha promediado), quizá, y especulando demasiado, a la selección española no le interese que los Grizzlies avancen demasiado. En todo caso, el equipo dirigido por el novato David Joerger, que empezó muy irregular, parece llegar su momento óptimo al arranque de los playoffs, y su sprint final dejando fuera a los Phoenix Suns ha sido la preparación perfecta para afrontar con garantías unas semanas en las que, ellos mismo lo saben, son una auténtica bomba de relojería para el rival que se les ponga delante.

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José M. Puertas en twitter: @josempuertas

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