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Pasados opuestos, caminos paralelos

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Nadar y nadar para luego ahogarse en la orilla. Eso es lo que deben de estar pensando en Memphis y Denver después de haber caído eliminados en primera ronda, toda vez que tras ir 3-1 abajo en sus respectivas series lograron igualarlas a 3 para forzar el séptimo y definitivo encuentro.

El caso de Memphis es el más flagrante, por llamarlo de alguna forma. Tenían el séptimo en casa, lo cual siempre es una ventaja a tener en cuenta, y venían de reponerse de un -8 en Los Ángeles en el último cuarto del sexto partido. Con, a priori, todo a favor, desde el minuto uno se vio que algo no funcionaba. El partido empezó con un 6-5 en los primeros seis minutos, con tiros fallados desde todas las posiciones, lo cual dejaba bien a las claras que el encuentro sería una batalla en el fango. Y claro, para este tipo de labores los Clippers tienen a un par de veteranos que lo bordan, disfrutan y manejan a la perfección el arte de dar estopa y desquiciar al rival: Kenyon Martin y, sobre todo, Reggie Evans.

Los Grizzlies, que prácticamente habían ido salvando "match-balls" uno tras otro a lo largo de la serie, no pudieron con el último. Bastante fue que consiguieron bajar el +10 de Clippers del segundo cuarto a un más que meritorio +1 al descanso. Incluso entraron al último y definitivo cuarto un punto arriba. Pero cuando mejor pintaba todo, el FedEx se llenó de barro. Y como se diría en estos casos, los "vecinos pobres" de LA, encabezados por Martin y Evans, disfrutaron como gorrinos. El parcial de 5-0 nada más empezar fue fundamental para que los Clippers cimentaran su ventaja. Tras ello, cuesta abajo y sin frenos para los Osos. Un cúmulo de despropósitos que acabó en el 82-72 final: Memphis gone fishin’. El oficio, eso que es fundamental en los Play-Offs y más aún en partidos decisivos, brilló por su ausencia en la ciudad de Elvis. Si a ello le sumas el lamentable partido de prácticamente todo el equipo (a excepción de Marc Gasol, Rudy Gay y un poco de Zach Randolph, aunque este último exclusivamente en labores reboteadoras), el resultado no podía haber sido otro.

Pero el problema no venía de hoy. Yo me remontaría al último cuarto del ya famoso primer partido de la serie. Los Grizzlies, continuando su gran final de temporada, estaban aplastando a los Clippers a poco de terminar el tercer período. 27 arriba para ser más exactos, desplegando además un extraordinario juego de equipo y estando acertadísimos de cara al aro. Sin embargo, el final de ese "partido inaugural" lo sabemos todos: pájara que entrará en la historia de la Liga por parte de los "Ositos" y remontada de los de LA para terminar llevándose el primer "asalto".

A partir de entonces, la secuencia de partidos se puede resumir de la siguiente manera:

  • Se salvó el "match-ball" en el segundo choque (otra derrota más en casa hubiera sido mortal para los intereses de Grizzlies).
  • Se perdieron los dos partidos jugados en el Staples, con finales más que apretados. El primero de ellos tras ir ganando (otra vez) en el último cuarto y dejarse remontar. Casi obran el milagro con dos triples de Rudy Gay en los últimos segundos, pero acabaron cayendo de 1.
  • Salvaron la eliminación tanto en Memphis (5º partido, con la victoria más clara de la serie para cualquiera de los dos equipos) como en LA (el ya comentado 6º partido, casi el único, dicho sea de paso, en el que Gasol y Z-Bo jugaron conjuntamente a un nivel parecido al de la temporada pasada).

Se había jugado con fuego en numerosas ocasiones, pero hasta ahora, y por suerte, no había habido "heridos". Hasta que en el último momento la llama terminó de arder y se acabó quemando hasta la mascota. Justo en el peor momento. Justo cuando se había hecho lo más difícil.

Tras la debacle del Game 1 quedó más que claro también que el juego vistoso y de perfecta armonía desplegado por Grizzlies en los tres primeros cuartos de la eliminatoria no volvería a verse jamás. La remontada, además de dejar patente lo que sería un gran agujero negro para Memphis en los partidos venideros (la dirección de juego en determinadas situaciones), marcó el camino a seguir para los Clippers: revolcarse en el barro, enturbiar los partidos cuanto más mejor como forma de sacar tajada a su menor talento en la pintura. Aprovechar lo que se tiene, que se podría llamar.

Y el resto de detalles por todos son conocidos. Prácticamente nadie de Memphis (Gasol y algunas rachas de Z-Bo) mantuvo el nivel de temporada regular. Al contrario, pues conforme avanzaba la serie muchos iban cada vez a peor. Por si alguno tenía dudas, aquí se puede ver la (odiosa) comparación entre los números de temporada regular y de Play-Offs del "roster" Grizzlie.

Otro detalle curioso para acabar con el comentario de esta serie: Reggie Evans, que está siendo fundamental para LAC en estos Play-Offs, estuvo a punto de ser cortado el pasado mes de Marzo. Lo que hubiera cambiado todo de haberse consumado ese despido...

La "intrahistoria" de la serie de Lakers y Nuggets es mucho más simple. Lakers, tras confirmar las excelentes sensaciones que dio en el final de temporada regular, donde jugó por primera ver en toda la campaña como un equipo, se puso con una cómoda renta de 2-0 (sobreponiéndose además a la sanción de Artest/Metta World Peace).

Sin embargo, los partidos de Denver cambiaron completamente la dinámica de la serie. Si bien tras perder el tercero los Lakers se repusieron y ganaron el agónico cuarto, las vibraciones ya no eran las mismas. Y todo se confirmó en el quinto encuentro, disputado en el Staples. Parecía que algunos jugadores de Lakers estaban de "mini-vacaciones" con el 3-1, esperando a Oklahoma, y que sólo Bryant parecía conocer que el pase no se había sellado aún y había que ganar un partido más. Tras casi remontar él solo el encuentro a base de triples, los Nuggets se llevaron la serie a Denver y barrieron de la pista a unos Lakers que ni comparecieron en el Pepsi Center, a excepción de un enfermo Kobe Bryant que se fue a 31 puntos (y a quien le habían tenido que poner suero ese mismo día ante la deshidratación que sufrió a causa de su virus intestinal).

Así las cosas, y con un ambiente más que enrarecido en Los Ángeles (rumores ya sobre la continuidad de Brown y de ciertos miembros de la plantilla), se acercaba el momento de la verdad para los Lakers. El equipo, que estaba prácticamente hundido mentalmente, tenía la buena nueva del fin de la suspensión de Artest, quien lógicamente sería titular en el partido en el que muchos se jugaban la temporada y parte de su futuro. Especialmente después de que Kobe rajara por la actitud mostrada por Pau Gasol y Andrew Bynum en el sexto encuentro, donde la intensidad brilló por su ausencia en el juego de los dos "siete pies", a la vez que se mostraba contento por el regreso de MWP: "es alguien en quien siempre confío, siempre lo da todo en la pista".

Ya sea por la necesidad, por el regreso de Artest o por ambas cosas, los Lakers salieron desde el minuto 1 al Staples con una inusual intensidad a los dos lados de la pista. Gasol mejoró, por ejemplo, en apenas minuto y medio los números de su horrible sexto encuentro. Parecía otro equipo.

Si bien les costó despegarse de los Nuggets, a mitad del tercer cuarto el marcador reflejaba un claro +16 para los angelinos. Tras ello, volvieron los fantasmas de meses anteriores. Después de una pájara digna de una subida al Tourmalet o al Alpe D’Huez, Denver igualó el partido e incluso se puso por delante al poco de comenzar el último cuarto. Saltaban todas las alarmas: en menos de 10 minutos de juego se había echado por alto todo el trabajo realizado a lo largo de todos los minutos anteriores. Pero ahí fue cuando, de nuevo, los de púrpura y oro se despertaron y volvieron a jugar como lo estaban haciendo antes de esos minutos aciagos. Tras varias grandes defensas (destacar la de Kobe a Ty Lawson, que había estado masacrando a los angelinos durante todo el partido) y gracias a la gran cantidad de rebotes ofensivos que sumaron la pareja Pau-Bynum (cogieron 20 en el partido) encauzaron el partido y consiguieron llevarse una serie que por momentos se les escapaba.

También resultó fundamental la inesperada explosión anotadora de Steve Blake desde el banco (19 puntos, con 5/6 en triples) y la forma en la que Kobe hizo jugar a sus compañeros (8 asistencias).

Volvemos pues a lo mismo: el oficio, el saber hacer y la veteranía en determinados momentos es clave en la postemporada. Aparte de preguntar a los Grizzlies, cuya ausencia de referente en este aspecto fue pagada con un precio muy alto, podemos echar un rápido vistazo a los Nuggets: su veterano más "influyente", Andre Miller, quien a sus 36 años sigue siendo vital para su equipo gracias a su inteligencia y saber estar en la pista, fue un verdadero termómetro de lo que ha sido la trayectoria de Denver en la serie. A saber: en las derrotas promedió 7.5 puntos por encuentro, mientras que en las tres victorias de su equipo se fue a los 16.3 puntos de promedio. Blanco y en botella, que se suele decir.

Pablo Lorente en Twitter: @_Matasanos_

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