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La hora de Paniagua: Sacrificar el ciruelo por el melocotonero

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La cita que da título a la columna de esta semana es a menudo atribuida al gran Sun Tzu, aquel militar chino que escribió un libro maravilloso y eterno llamado "El Arte de la Guerra" y que todavía se estudia hoy en muchas academias militares y en muchas escuelas de negocio del mundo entero. Pero en realidad, la frase no es del General Sun Tzu. Se trata de una de las treinta y seis estratagemas recogidas en el (excepcional) ensayo homónimo que se publicó en China en el Siglo V de nuestra era.

Esta trigésimo sexta estratagema en cuestión –solemos confundir estratagema con estrategia y no es lo mismo- indica que a veces es preciso hacer sacrificios parciales en aras a la victoria total. Que es preciso hacer concesiones para conseguir el objetivo principal. Esta estratagema exige un cuidadoso cálculo de beneficios parciales y globales, así como de las ganancias que se pueden obtener a largo y a corto plazo al realizar ese necesario sacrificio. 

En el arte del combate se trataría del sacrificio de la fuerza de protección para lograr salvar los gruesos de la tropa; una tropa que o bien puede estar en una retirada temporal del campo de batalla, o bien encontrarse en una situación de peligro real e inminente.

En la NBA, ahora mismo, el club que se encuentra en una situación de peligro real e inminente son los Lakers de Los Ángeles. Los Lakers han tenido una temporada mala en los resultados, por supuesto. Pero, lo que es mucho peor, han tenido una temporada pésima en su funcionalidad. Con el poder ejecutivo en manos de Jim Buss, y con cambios muy evidentes en el modus operandi del club, la temporada de los Lakers ha resultado un ejercicio de vértigo continuo que al final ha acabado por desembocar en un caos.

Es tiempo de decisiones en la Casa Lakers. De determinar quiénes son los ciruelos a sacrificar y quiénes los melocotoneros a preservar.

Veamos.

A la hora de escribir estas líneas, Mike Brown, el entrenador jefe del equipo, tiene ya confirmada su continuidad. Al menos así se lo ha comunicado el manager general del club Mr. Mitch Kupchack. El patrón Jim Buss va a ratificarle igualmente en su puesto entre otras razones porque su despido tendría implicaciones financieras añadidas. Y, ahora mismo, ese tipo de factores económicos cuentan mucho en el club angelino. Pero nadie duda, ni siquiera sus defensores más acérrimos, de que Mike Brown debe mejorar. Mucho. En opinión de no pocos analistas, Mr Brown tendría que haber sido al menos un serio candidato a ser "ciruelo".

No se trata ya de que su equipo haya sucumbido tácticamente a los Nuggets y a los Thunder, que por supuesto lo ha hecho; se trata de que el vestuario ha estado permanentemente desunido, de que ha tenido muchos problemas de relación con el no siempre fácil Kobe Bryant y con el siempre difícil Andrew Bynum. En fin, en realidad se trata de que Mike Brown no ha conseguido que sus jugadores le compren ni su filosofía de juego, ni su manera de hacer las cosas. Al Coach Brown le salva, eso sí, el hecho de que fue elegido por la familia Buss y también el hecho de que que ha sido un chico obediente con los deseos del mando: principalmente a la hora de borrar cualquier vestigio de su predecesor Phil Jackson.

El pívot Andrew Bynum, por su parte, tiene también confirmada su continuidad en el equipo un año más. Los Lakers han ejercitado la opción unilateral de renovación que tenía Bynum en su contrato y aunque en la Liga NBA uno nunca sabe dónde demonios puede acabar durmiendo mañana por la noche, el singular pívot sigue siendo un Laker ahora mismo. Cuentan con él aunque todos son conscientes de su carácter ciclotímico y de su casi patológica aversión a utilizar la cabeza para pensar.

Sin embargo, en algo sí ha logrado consenso el pívot afroamericano de los Lakers: Bynum ha conseguido cabrear por igual a aficionados, a gestores, a compañeros y a entrenadores del club con sus desplantes, con su falta de profesionalidad y, en no pocas ocasiones, con un nivel de juego bastante irregular. Podría haber sido perfectamente otro ciruelo a sacrificar. Pero Bynum es un protegido de Jim Buss y, sobre todo, es el hombre en el que están puestas no pocas esperanzas de futuro. Solo un teórico traspaso con los Magic de Orlando, por el pivote All Star Dwight Howard, podría cambiar el panorama. En ese escenario hipotético, por cierto, los Lakers harían un "sign-and-trade" con Bynum.

El jugador franquicia de los Lakers, el sensacional Kobe Bryant, es un tema aparte. Kobe es el elefante en la habitación. El tema del que nadie quiere hablar en la Casa Lakers. Mr. Bryant tiene dos años más de contrato con el club –además de una clausula de "no traspaso" incluida en él- que le hará ingresar un montante total de 58 millones de dólares durante ese espacio de tiempo. Concretamente, percibirá 28 millones el año que viene y 30 en 2014. Se trata, por lo tanto, de un contrato de los denominados "albatros". Un acuerdo de tal magnitud económica que podría llegar a impedir a los Lakers mantener ese contrato en nómina y fichar al mismo tiempo talento suficiente como para volver a ser aspirantes legítimos al título en un futuro cercano. El nuevo Convenio Colectivo penaliza, mucho más que antes además, a los equipos que sobrepasan el tope salarial; el consiguiente impuesto de lujo que conlleva el pasarse de ese límite es un diezmo que el nuevo mando de los Lakers quiere usar solo con cuentagotas y siempre en casos de extrema necesidad. Sé que lo que voy a escribir a continuación sonará un tanto audaz, pero allá va: por no pocas razones, los Lakers harían bien en considerar a Kobe "ciruelo" antes que "melocotonero". Pero eso, seguramente, no sucederá.

Lo que deja a Pau Gasol como el "ciruelo" a sacrificar. Su sacrificio está escrito en el viento y, salvo un cambio radical en la estrategia de los Lakers, ya tan solo queda conocer su nuevo destino en la NBA. Kobe Bryant no se cortó un pelo a la hora de señalarle con el dedo tras el partido 4 de la serie contra el Oklahoma, buscando descaradamente un chivo expiatorio en una acción que uno nunca esperaría de un verdadero líder. Gasol tiene todavía un valor muy sustancial en el mercado NBA y es por eso que casi cualquier combinación de traspaso que acometan los Lakers acaba, invariablemente, con Pau Gasol mudándose a otro lugar. Además, el jugador de Sant Boi era, que nadie lo dude, un favorito de Phil Jackson. Y eso, ni que decir tiene, también ha jugado en su contra.

Así que ahora, en este tiempo de sacrificar el ciruelo por el melocotonero en Los Ángeles Lakers, solo cabe esperar que los gestores del club, además de baloncesto, sepan algo de agronomía. Veremos. 

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Miguel Ángel Paniagua (publicado en GIGANTES)

Miguel Ángel Paniagua en Twitter: @pantxopaniagua

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comentarios
1 Raúl, día

Esta es su última columna?, en junio no ha escrito ninguna

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