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La hora de Paniagua: Los hijos

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Hace aproximadamente dos meses, alguien muy influyente en los Phoenix Suns me comentó que Steve Nash, el formidable base del equipo, y dos veces MVP de la Liga NBA, había decidido dejar el club y buscar nuevos horizontes en su carrera profesional. Cuando puse la noticia en mi Twitter personal, algún indocumentado de esos que pululan por la conocida red social alegó que me había inventado la noticia.

Pero no, desgraciadamente no. La verdad es que la marcha de Nash era algo esperado en la Casa Suns. Tan solo era cuestión de que el jugador comentara la noticia al mando del club y de que el susodicho mando hiciera el paripé de pedirle que se quedara.

Los ejecutivos del club de Arizona no le pusieron pega alguna una vez que la marcha resultó ser irreversible. Entendían sus argumentos. Y eso que la propiedad de los Suns no es especialmente brillante en estos tiempos, dicho sea de paso. Pero los argumentos de Nash eran indiscutibles: quería cambiar de club para aspirar a conquistar ese título de campeón que le ha sido negado hasta ahora en su larga y brillante carrera en la NBA. Y quería cambiar de vida.

Al final ha resultado que Nash quería cambiar de equipo, pero no tanto de vida.

El jugador se reunió, físicamente, solo con dos equipos. Dos clubes que estaban realmente muy interesados en sus –magníficos- servicios: los Knicks de Nueva York y los Raptors de Toronto.

Con los primeros siempre simpatizó, eso no es un secreto. De hecho, Nash se considera un neoyorquino adoptado: tiene incluso una bonita vivienda en la zona de Tribeca o del Soho, ahora no recuerdo muy bien.

Con los Raptors de Toronto siempre tuvo ese vínculo entre paisanos que solo pueden entender los que viven expatriados; aunque sean expatriados de lujo como es el caso de Nash. Con los Raptors siempre tuvo una cierta complicidad; hecha a base de guiños en los vestuario y de mensajes por SMS con ciertos ejecutivos del club canadiense en los que la palabra "home", "casa", era siempre muy frecuente.

De hecho, el genial jugador dijo una vez una frase que se quedó muy grabada en la mente de Bryan Colangelo, el gerente general del Toronto: "Algún día volveré a casa y probablemente jugaré mis últimos partidos en Canadá". Eso, desgraciadamente, ya no ocurrirá.

La reunión con las gentes de Toronto fue muy bien. Mister Colangelo, siempre muy agresivo en sus estrategias cuando se le mete algo en la cabeza, echó el resto para conseguir que el hijo prodigo retornara a casa. Incluso consiguió que el gran Wayne Gretzky, la leyenda canadiense del hockey sobre hielo, estuviera en la entrevista por videoconferencia.

Pero, si bien es verdad que la oferta económica de los Raptors era la mejor de todas, la cuestión no era solo dineraria. Si hubiera sido así, Nash sería ya un Raptor. Y, que nadie se olvide de esto, sería un héroe nacional de proporciones gigantescas. Del nivel del propio Gretzky para entendernos. Ahora, sin embargo, y espero que hasta que a las buenas gentes del Canadá se les pase el enfado, se ha convertido en una especie de traidor a la patria.

La verdad es que todo cambió con dos llamadas. Dos llamadas telefónicas de Kobe Bryant, la estrella de los Lakers de L.A; dos llamadas que le hicieron cambiar de idea. A pesar de haber dicho no hace mucho tiempo que él jamás se vería jugando en un equipo como los Lakers, lo cierto es que el acuerdo entre los Suns y el club angelino fue muy rápido. Y no hay que olvidar –doy buena fe de ello- que en Phoenix no existe una especial simpatía por los Lakers.

Pero los Lakers de Los Ángeles le ofrecen dos cosas muy importantes a Steve Nash. Una, la posibilidad tangible, real, de optar al título de campeón de la NBA. Aunque esto yo no lo veo tan claro: los Thunder y los Spurs siempre van a estar ahí. Aunque no cabe duda de que los Lakers le ofrecen más posibilidades de optar a ganar a lo grande que las que le podría ofrecer la mejor versión del equipo de casa.

La otra cosa, la más importante para Nash en realidad, es que jugar en Los Ángeles le permite no cambiar mucho de vida. Le permite seguir estando muy cerca de sus tres hijos –sobre los que tiene custodia compartida con su expareja- que viven en Phoenix. El vuelo entre Los Ángeles y Phoenix dura poco más de una hora, por cierto. El acuerdo judicial al que llegaron en el momento de la separación él y su exmujer fue que cuando Nash jugara en casa los hijos estarían con él y cuando jugara fuera de casa los hijos estarían con su exmujer. Por lo tanto, jugar en el Toronto, o en los Knicks, significaría un estado casi permanente de "fuera de casa" en lo relativo a sus hijos.

Así que la decisión de jugar en Los Ángeles Lakers –club al que en una ocasión Nash se refirió, off the record por supuesto, como al "Imperio del Mal"- tiene un componente deportivo importante. Pero yéndose a los Lakers y no a Toronto, Nash deja de ganar casi 9 millones de dólares.; no lo olvidemos.

Ni que decir tiene que el desgaste de imagen que va a sufrir el jugador en su país natal va a ser enorme. De hecho, nada más conocerse su decisión de fichar por los Lakers, ya había editoriales de prensa en los medios canadienses maldiciendo su estirpe y pidiéndole que dimitiera de su cargo de General Manager del equipo nacional de Canadá: se supone que ante el agravio infringido a la nación tras du decisión de no fichar por los Raptors de Toronto.

Si por alguien siento que Nash no vaya a Toronto es por Bryan Colangelo. Supongo que al hombre le van a poner en la picota. Ya hay voces que piden su cabeza tras este, se supone, fallo tan garrafal.

La verdad es que los Raptros hicieron, como bien ha dicho el propio Bryan Colangelo, "todo lo que ha estado en su mano" para hacer que el jugador volviera a casa.

Personalmente, creo que los Raptors no han fallado. Si acaso su error ha sido que no han llegado a comprender que el dinero en esta operación con Nash no era lo más importante.

Lo más importante para él, aparte de poder jugar en un equipo con aspiraciones, son sus tres hijos.

Y eso, desde la perspectiva de padre que también soy, le hace más grande todavía.

Como jugador y como persona.

Miguel Ángel Paniagua (Publicado en GIGANTES)

Miguel Ángel Paniagua en Twitter: @pantxopaniagua

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