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Kobe Bryant y el viaje a Nunca Jamás

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Nunca Jamás es, según se describe en `Peter Pan´, la famosísima novela de James Mathew Barrie, y explotada hasta el fin por la factoría Disney, un país en el que los niños no crecen y sólo existen la diversión y la felicidad. Tan idílico lugar, se halla, siempre según la ficción, "girando en la segunda estrella a la derecha, volando hasta el amanecer".

El pasado 13 de abril, Kobe Bryant sufría una gravísima lesión, acaso la más grave que puede padecer un jugador de baloncesto: rotura del tendón de Aquiles. Con los decepcionantes Lakers de Nash, Gasol, Howard y el propio Bryant realizando equilibrismos para no quedarse fuera de la lucha por el título, el escolta de los Lakers se embutió en el traje de superhéroe durante buena parte de la temporada, y llevó hasta el extremo su físico, algo que con 34 años (hoy ya 35), acabó por pasarle factura. En pleno duelo ante los pujantes Golden State Warriors, y en otro agónico momento para los angelinos a 3 minutos de final, el 24 de los de oro y púrpura, tras encestar dos triples que habían puesto patas arriba el Staples Center, inició una de sus habituales penetraciones… hasta que su Aquiles cedió, por una rotura total del mismo.
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Más de siete meses después, el regreso de la `Mamba Negra´ a las canchas parece inminente. Tras completar dos sesiones de entrenamiento con los Lakers, en Estados Unidos ya se apuesta por la inminente vuelta de Bryant a la actividad. Como no podía ser de otra manera, y más cuando hablamos del jugador más mediático que haya dado la mejor liga del mundo tras Michael Jordan, como mínimo al mismo nivel de LeBron James, todo son especulaciones ahora mismo ante el nivel de juego que ofrecerá el escolta.

Porque claro, podemos pensar que Kobe Bryant nunca jamás volverá a ser el mismo, toda vez que una lesión tan grave siempre dejó secuelas, en mayor o menor medida, a todos los que la han padecido, desde Arvydas Sabonis hasta Chauncey Billups. Porque imaginar al Kobe de hace unos meses, quizá y sin exagerar en el mejor momento de su carrera, resulta algo francamente improbable, no ya por su inteligencia y capacidad sobre la cancha, sino porque, en buena lógica, su enorme repertorio debería verse mermado. Porque sus medias vueltas en suspensión le resultarán más incómodas, acaso no dolorosas, y porque la tremenda explosividad que aún exhibía la temporada pasada de cara a suspensiones imposibles, o penetraciones de robar el aliento tras más de cuarenta minutos sobre la cancha, quizá hayan pasado ya a mejor vida.

Así las cosas, no resulta descabellado pensar que Bryant nunca jamás vaya a volver a pelear un anillo, pues el proyecto de los actuales Lakers parece francamente finiquitado, con Steve Nash o Pau Gasol lejísimos de su mejor nivel, Mike D´Antoni lejos de dar con la tecla, y Nick Young, Wesley Johnson, o Jordan Hill (no es broma), como líderes sobre la cancha de un equipo que es claramente carne de lottery pick.
Con todos estos argumentos, no sería complicado pensar que este cinco veces campeón de la NBAnunca jamás volverá a emocionarnos como antes, pues sus posibilidades tanto individuales como colectivas se ven francamente limitadas en estos momentos. Que no volverá a desatar la locura en el Staples Center, ni el odio más atroz, por puro miedo en el aficionado rival, en buena parte de los pabellones visitantes. Que sus días de reinado en la NBA ya no son más que cosa del pasado, y que en unos años los vídeos la NBA sólo contendrán imágenes del Bryant previo a abril de 2013.


Todo esto puede ser muy cierto. Pero lo que sí tiene clarísimo el autor de este texto es que nunca jamás se puede dudar de un tipo como Kobe Bean Bryant sobre una cancha de baloncesto. Que si alguien es capaz de reinventarse y volver a dominar cualquier faceta del juego, es él. Que si existe alguna remota posibilidad de que estos Lakers vuelvan a ser competitivos, ésta pasa por sus manos, y que a buen seguro que todavía va a dar más de una exhibición sobre una pista, aunque pueda ser un jugador diferente al conocido hasta la fecha. Porque ha callado bocas en más de una ocasión, y puede volver a hacerlo ahora, pese a sus 35 años y a salir de tan grave contratiempo.
El camino de Kobe Bryant hacia nunca jamás comienza ahora. Hacia aquel lugar que niegan los incrédulos y que sólo pueden alcanzar gente como él, que nos hace esbozar una sonrisa a los mortales e incapaces de llegar a tan placentero destino. Girando en la segunda estrella a la derecha, y volando hasta el amanecer. Allí te esperan, Mamba Negra.

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José M. Puertas en twitter: @josempuertas

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