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El rey Lear en el sur de California (4ª parte)

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"Calamidad de los tiempos cuando los locos guían a los ciegos"(De la obra "El Rey Lear", de William Shakespeare).

ACTO III.- LOS HIJOS: EL OJEADOR Y EL ESTRATEGA.

Aunque esta saga sobre el Doctor Jerry Buss y sus hijos nos ha invadido este mes de marzo, no olvido que se juega ya mi competición favorita: el Torneo de la NCAA. Para quede constancia –por si suena la flauta y acertamos otra vez- mi Final Four sería Kentucky, Missouri, Carolina del Norte y Florida State. Veremos. Lo más importante de todo es que marzo sigue siendo marzo y se hace imprescindible contemplar el torneo de baloncesto más apasionante del mundo.

Seguimos nuestro ciclo presentando a dos de los hijos del Doctor Buss que llevan una ascensión, en algún caso imparable, en el organigrama de los Lakers. Aunque, mucho me temo que su promoción va en relación inversamente proporcional al descenso a los infiernos del club.

JESSE: Es el hijo menor del Doctor, y dicen que su segundo favorito después de su hija Jeanie. El Dr. Jerry Buss asegura que es el que más se parece a él, físicamente al menos. En el organigrama de los Lakers 2011-2012 no figura oficialmente con cargo alguno, pero, extraoficialmente, se sabe que trabaja en el Departamento de Scouting del club. Lo que, curiosamente, le hace compañero de división de Antonio Maceiras, el nuevo ojeador internacional de los Lakers desde esta misma temporada. Los Buss, por cierto, arrasaron el departamento de ojeadores de la era Jackson al final del curso anterior: dejando en la calle, tras la masacre, a gente tan valiosa y tan respetada por todos como Ronnie Lester.

Los consejos de Jesse fueron decisivos para la contratación de Mike Brown como entrenador del equipo en sustitución del laureado Phil Jackson. De hecho, el muchacho estuvo junto a a su padre, y en un sitio preferente, durante el acto de presentación del técnico el año pasado. Jesse estudió, o estudia, no he podido confirmarlo con certeza, Empresariales en la Universidad de Loyola Marymount.

En su función como ojeador del club, Jesse acudió el pasado mes de diciembre a un partido de baloncesto universitario que iba a jugar la legendaria Universidad de Kentucky en su cancha mítica, la Rupp Arena, en Lexington, Kentucky. Pero es bien sabido que la tentación del demonio es grande y que la carne es débil. Resulta que Jesse acabó completamente borracho, y tirado en una cuneta, antes de ir al partido de los Wildcats y, ni que decir tiene, mucho antes de que pudiera tomar nota alguna sobre los jugadores que disputaban aquel partido. Cuando los oficiales de policía de la Commonwealth de Kentucky le detuvieron, el hombre utilizó ese recurso que siempre te dicen que no has de utilizar jamás ante la policía: apeló al hecho de que su padre es el Doctor Jerry Buss, el dueño de los Lakers de Los Ángeles de la Liga NBA. La estrategia no tuvo éxito alguno, claro, y el chico acabó entre rejas. De todos modos, como dicen que una imagen vale más que mil palabras, y como tengo constricciones de espacio a pesar de la generosidad de mi estimado director, Paco Torres, el amigo lector seguro que podrá usar el buscador Google y teclear : "Jesse Buss, arrested, Kentucky". Y comprobará que "el mugshot", la foto de su ficha policial, es suficientemente explicativo. Solo se me ocurre parafrasear a Groucho Marx y recordar su genail cita: "Si este es el cerebro de la organización, se puede usted hacer una idea de cómo es la organización".

JOEY: El tercer hijo varón del Doctor reúne, según su padre, la ambición de Jeanie con el interés por el baloncesto de Jimmy, el hijo que ahora mismo manda en el club. También licenciado, como su progenitor, por la USC, se define a sí mismo como, y cito: "un gran estratega". Su padre le puso como una sombra perenne al lado del staff técnico del equipo, de Phil Jackson y de sus ayudantes, durante 24 horas al día, 7 días a la semana, para que y vuelvo a citar: "aprendiera bien el oficio". No negaré que Phil Jackson puede llegar a ser muy cruel a la hora de mofarse de alguien: recuérdense sus disputas con Jerry Krause, el manager general de los Bulls de Chicago a quien el maestro Zen ninguneaba siempre que podía. Lo cierto es que Phil jamás tuvo piedad de este muchacho. Cuando el Doctor Buss no pudo estar en Orlando, en el partido decisivo que dio a los Lakers el título de 2009 -el primero de la era post Shaquille y también el primero de Gasol con la camiseta amarilla- le ordenó a su hijo Joey que aceptara en su nombre el trofeo de campeón de manos del Comisionado David Stern. El resultado fue tragicómico. El discurso de aceptación de Joey Buss de la Copa Larry O’Brien de 2009 es el peor que se recuerda en la larga historia de la NBA. El amigo lector también encontrará evidencia de los hechos aquí narrados en Youtube, por supuesto. En medio de la alegría por el campeonato, aquel bochorno dejó una frase lapidaria, que, supuestamente, dijo Phil Jackson a su staff y que alimentó aún más alguna que otra sed de venganza que ya estaba ciertamente muy latente: "Horrible decisión hacer que Joey representara a la familia. Ha sonado como un absoluto imbécil", aseguran que dijo el Maestro Zen al respecto de aquel estrambótico "speech".

Hoy en día, Joey es el presidente de los D-Fenders, el club filial de los Lakers en la Liga de Desarrollo, la NBDL. Su primera decisión ejecutiva como presi del filial no tuvo que ver con el basket. Fue más bien decorativa. Decidió ocupar el despacho que durante años había utilizado Phil Jackson –una oficina que tiene unas vistas magníficas a la cancha de juego, por cierto- y resolvió reubicar el buró de Mike Brown y de su staff a una zona que Jackson y su gente no utilizaban jamás. En perspectiva: algo así como si el presidente del Real Madrid-Castilla, o el del Barça B de fútbol, tomaran posesión del despacho de José Mourinho o de Pep Guardiola.

Pero a nadie se le escapa que este gesto ritual de vendetta delimita muy bien los parámetros por los que se mueven estos nuevos Lakers post Phil Jackson: la venganza –que consiste en borrar cualquier vestigio de la era Jackson; incluso en el aspecto táctico- y el dinero. Mejor dicho, el ahorro de dinero, a toda costa, tras los despilfarros que hizo el padre/patrón en otros tiempos.

Definitivamente, ni el bardo de Avon hubiera pensado en un argumento mejor. (Continuará). 

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Miguel Ángel Paniagua (publicado en Gigantes)

Miguel Ángel Paniagua en Twitter: @pantxopaniagua

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