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Dos colosos de estilos diferentes

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Dos exhibiciones portentosas, cada uno a su manera, sitúan a Real Madrid y Barça en la gran final de la Copa del Rey, en un partido que colocará, por unas horas, a nuestro deporte en el primerísimo plano mediático, antes de que el lunes se vuelva al ostracismo y hablar de las peleas internas en una ACB sin bastón de mando actualmente.

Con el Real Madrid se agotan los calificativos. Se hace complicado pensar en un equipo con más recursos que el de Pablo Laso. Los blancos eran obviamente muy favoritos ante el CAI, que sabía que tenía que buscar mucho a Shermadini para hacer daño desde el `5´, y poder crear mejores opciones a sus tiradores. Y así arrancaron los de Abós, con el georgiano haciendo mucho daño a un Bourousis que no pasa por su mejor momento. Aún así, Rudy, Mirotic y Llull se valían en ataque para que el Madrid ya liderara con relativa holgura tras el primer cuarto (22-15).

Y como las cosas con su hombre más pesado no le iban bien a Laso ante Shermadini, optó por la opción contraria: Slaughter, que en su primera acción defensiva sobre el gigante georgiano ya le ganó la partida y recuperó el balón por piernas y anticipación. A partir de ahí, Chacho mediante, a correr. Y cuando este equipo imprime velocidad, es casi imparable. Lo de Sergio Rodríguez alcanza por momentos unos niveles absolutamente descollantes, con un dominio del partido, desde la defensa, ojo, que apabulla al más pintado. Y cuando además en ataque está inspirado, el rival puede buscar todo tipo de trampas, pero su talento suele prevalecer, ya sea para generarse sus propios tiros o penetraciones, o para enardecer a la grada con ese `tercer ojo´ que sólo tienen algunos para jugar a este deporte, y que ayer alimentó especialmente precisamente a Marcus Slaughter. Ese ojo que ve donde los mortales no alcanzamos. Así que el canario hizo suyo el partido en el segundo parcial, y aquello quedó visto para sentencia, pese al coraje de un CAI que pudo volver a encontrar a Shermadini para irse `sòlo´ 17 abajo al intermedio.

Claro, que no quedó ahí la cosa. Llull, en unas semanas en las que parece especialmente acertado, Rudy, más maduro y consciente de su importancia en el éxito blanco, o un Mirotic sobrio pero absolutamente eficaz, funcionan como estiletes perfectos dentro de un engranaje que arranca desde la defensa para asfixiar al rival. Así que tras 30 minutos, el 77-50 indicaba bien a las claras lo que se veían sobre la cancha.

De modo que en estas saltó a la cancha el Barça, consciente de la nueva exhibición blanca. Un primer cuarto muy cerca de la perfección, con Navarro aniquilando desde el 9-0 inicial con tres triples suyos, Papanikolaou como líder espiritual, Nachbar especialmente fino, y Tomic dominando a su gusto ante el mermadísimo juego interior valenciano, permitió a los de Pascual imponer un 31-9 descomunal, en los diez mejores minutos que servidor le recuerda al Barça desde la victoria en la Euroliga en París… Y ya ha llovido.

Tras ello, Valencia quiso competir. Podríamos considerarlo el Olympiakos español, por aquello del gusto que tienen los de Perasovic por remontar partidos, viniendo de atrás hacia adelante previo endurecimiento del partido. Pero, tras lograr dicha proeza hace una semana en La Fonteta, se antojaba complicado que el Barça volviera a dejarse adelantar por la derecha de esa forma. Valencia mostró carácter, pero regalar diez minutos ante un Barça que llega muy fino a la Copa es demasiado lujo. Sato, Ribas, o Rafa Martínez, quisieron hacer soñar a la grada taronja, pero la baja de Lischuk (y Aguilar, no olvidemos) y la más que mejorable Copa que han hecho Doellman y Dubljevic ha sido demasiado lastre. Eso sí, ojo a este equipo cuando recupere a todos sus lesionados y tenga muy probablemente una semifinal a cinco partidos con factor cancha, dada su ventaja liguera sobre Barça, Unicaja y Granca. Será un hueso durísimo de roer.

Por lo que al Barça respecta, las victorias en Atenas, ante Olympiakos y Panathinaikos, o en casa del Fenerbahce, no son casualidad. Pascual ha vuelto a poner a tono a su equipo para febrero, más si cabe que el año pasado, cuando alzó la Copa en Vitoria. Y ojo, la mejor noticia para los azulgrana es que Navarro está bien físicamente. Con confianza, y fino. Y eso significa que tenemos partidazo en la final. Toca disfrutarla, seguro.

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José M. Puertas en twitter: @josempuertas

(Fotos: ACB Photo)

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