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De la magia verde al humo verde

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El otro día pase por tirandoafallar.com y me encontré con un titular: "Había una vez un circo". El subconsciente me trasladó de un plumazo al Carpena y de inmediato pensé que se me habían adelantado para hablar del Unicaja en este foro abierto de amigos del baloncesto. Luego leí, comprobando que era otro perro flaco (TVE), quién monopolizaba la diserción del amigo José Díaz Tenorio.

Y es que el Unicaja confirmó este pasado domingo su desdichada realidad, la de un equipo que en las últimas cuatro temporadas ha estado ausente de tres ediciones de Copa y de una fase final por el título de Liga. Teniendo en cuenta que se trata del tercer/cuarto presupuesto de la competición, bien justificada está la denaminación de "circo".
 
Cuesta saber cómo los verdes han perdido su magia y su comunión con el baloncesto, progresivamente, llevándose por el camino a miles de aficionados que hace tiempo decidieron dedicar sus domingos a otros quehaceres más satisfactorios. En esa búsqueda de la ansiada respuesta conviene echar la vista atrás al pasado más reciente, cuando en Los Guindos se trabajaba para alcanzar el estatus que hoy día se devalúa y al que los paños calientes ya no sirven.
 
Mirar al pasado es pensar en Nacho Rodríguez, Garbajosa, Marcus Brown, Herrmann, Jiménez o nuestros juniors de oro, entre otros. Es rememorar el hambre de Imbroda, la autoridad de Maljkovic o la presencia de Scariolo. A excepción de Jiménez, nada de eso queda en el club. Por el Unicaja ha pasado una parte del mejor baloncesto europeo sin que nadie haya sido capaz de reciclar tanto baloncesto dentro de un proyecto que tuviera cierta continuidad. Díganme si eso no es charlotada, se mire por donde se mire.
 
 
Mientras se ganaba la principal preocupación de algunos era la de aportar su sello al Unicaja, y que encima se notara. Con Carlos Cabezas se jugó a ver quién la tenía más grande, y acabaron perdiendo todas las partes. Hay otros casos como las salidas de Berni, Germán Gabriel u Omar Cook que merecerían atención.
 
Los egos matan a los hombres, y en este caso hay mucho de eso para explicar por qué el Unicaja dejó de convertirse en el club en el que todo funcionaba. Ahora pasa lo contrario. No vale un técnico ganador como era Aíto, ni un purista de la escuela balcánica como Repesa; no funciona Fran Vázquez, ni Sergi Vidal ni un incesante goteo de americanos que se personifica en el fichaje de Terrell McIntyre. Aquí no sirve nada de lo que sí tiene éxito en otros lugares. Miren a Berdi Pérez, vuelve a encontrar la fórmula en el Herbalife Gran Canaria.
 
En este Triángulo de las Bermudas que es el Unicaja, las brújulas parecen volverse locas cuando se aproximan al Carpena y las leyes de la naturaleza acaban sin tener sentido. Pero esto no es un fenómeno inexplicable, ya que hace tiempo que los jueces únicos se percataron del humo verde.

Javi Rando en Twitter: @javirando

(Fotos: ACB Photo)
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