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Clifford Luyk: "Sí, éste es el mejor equipo de la historia del Real Madrid"

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Tras la gran acogida de las entrevistas con Pepe Laso y Moncho Monsalve, vuelve a salir a la palestra "Personajes TaF". En esta ocasión, Antonio Rodríguez y José Manuel Puertas se introducen en la historia de uno de los mayores mitos del baloncesto nacional. Dominador en la cancha, destacado en los banquillos, y visión privilegiada de la evolución de nuestro deporte en España durante casi cinco décadas. Con Clifford Luyk no hacen falta presentaciones.

En la vida elegimos, seguimos, decidimos caminos cuando encaramos encrucijadas. En la vida de un deportista de élite, tales elecciones van más allá de un uniforme para ir a trabajar ese día, entre los colgados en el armario. Para un deportista de élite, el uniforme será nuevo. Como nuevo será todo lo que se le unirá a tal indumentaria: un desodorante, una maleta, unos billetes, un aeropuerto, una vivienda, unos vecinos, una gastronomía, unos amigos. A elecciones trascendentes, decisiones poco sesudas. A veces, las sensaciones rigen mejor nuestros designios que las reflexiones. Clifford Luyk bien sabe de eso. Sin embargo, nuestro personaje TaF decidió, un día cualquiera, la misma nueva gastronomía, vecinos, amigos y aeropuerto, representados por un club: el Real Madrid.

-En 1965 hicimos una gira por Sudamérica tras finalizar la liga, por Mar del Plata,Santiago, Buenos Aires…e íbamos camino de Montevideo. Con eso, rematábamos la temporada. Raimundo Saporta estaba en el avión y me habló sobre las opciones para que yo pudiera coger después el avión desde Buenos Aires hasta New York, para pasar el verano en casa. Yo le dije que lo estaba pensando, que no tenía mucha gente allí, y que era mejor que fuese español que estadounidense. Y me preguntó ‘¿Lo dice en serio?’ ‘Pues sí, lo estoy pensando de verdad’. Además, tenía mi novia en España y aunque los Knicks querían que volviese, ofreciéndome diez mil dólares, que hace 50 años estaba muy bien, pretendían que hiciese el rookie camp otra vez. Acabábamos de ganar a los soviéticos en Copa de Europa,que para el régimen a nivel político era muy importante…y eso mismo hizo que Saporta se moviera con Franco y conseguir mi cambio de nacionalidad. Y en Enero de 1966, ya era español.

Decisión que al funcionario de la embajada estadounidense, molestó y casi enfureció.

-Era increíble. Porque decían que tenía que rellenar un formulario y responder en él por qué quería dejar la nacionalidad americana. Y yo puse que motivos personales. Querían que yo desglosara cuales eran mis motivos. ’Pues mira, simplemente no, porque si Estados Unidos es una democracia, yo no tengo que explicar razones’. Y les repetí que motivos personales. Mi padre era holandés. Mi madre, suiza. Yo podía haber sido perfectamente holandés o suizo. No creo en fronteras. Y el tío se cabreó mucho. Claro,que luego tuve ciertos problemas con el título universitario, que solamente se validaba con la nacionalidad estadounidense. Se pusieron muy puñeteros y por eso gestionamos en la familia la doble nacionalidad. Paca (Paquita Torres, su esposa), no. No quería. Decía "¡Yo soy de Jaén, coño!".

Y el baloncesto español cambió a la rapidez de un chasquido de dedos. En este caso, a la rapidez de una firma en un papel. El Real Madrid y sobre todo la Selección Española, se hacían así con los servicios de un pívot de más de dos metros, rápido, ágil, como muchos de los estadounidenses que poblaban nuestras pistas. Pero no en el caso de los españoles. Alfonso Martínez, Azpiazu, Lorenzo Alocén o aquel Fede Alonso (que como recordaba Díaz Miguel, ‘iba andando al principio de su carrera y la terminó andando también’) distaban mucho de lo que Clifford Luyk podía aportar. Tal decisión sirvió a Saporta para dar un puñetazo sobre la mesa en la anual reunión de clubes a final de cada temporada. Enfurecido, viendo la mayoría de votos en favor de que no jugasen extranjeros en la Liga, sobre todo bajo la estela de aquella rebelión de los clubes catalanes, abandonó su discreción habitual y la sala con un ‘¡Pues si Luyk y Burgess no pueden jugar como extranjeros, lo harán como españoles!’. Efectivamente, era 1965 y Don Raimundo sabía lo que se decía.

La grandeza de un tipo como Clifford Luyk es que ha vivido de primera mano la evolución de nuestro baloncesto. Hoy día se deja ver por los entrenamientos del actual Real Madrid, plantilla por la que siente una admiración especial. Hace paralelismos con 50 años de distancia y encuentra una diferencia definitiva.

-El baloncesto era muy de correcalles. A los grandes, los que cogíamos los rebotes, ni nos daba tiempo a llegar a medio campo. Lo que te digo, era de correcalles. Pero la gran diferencia de cómo se jugaba por aquel entonces y cómo estamos jugando ahora con Pablo (Laso), es la defensa. Nosotros defendíamos, pero realmente el contraataque se basaba en el rebote defensivo y una cosa muy buena que teníamos era lo de sacar de banda sin tener que tocar el balón el árbitro. Y te valía para dar un pase de beisbol a Emiliano. Eso era el contragolpe, más bien. Y la diferencia con Pablo hoy, con todo lo que se está comparando por jugar rápido, es la defensa. Los actuales corren mucho con Pablo, porque se está defendiendo muy bien. Hay muchas manos tocando balón. Rudy, Bourousis… tocan balones constantemente.

-El concepto es el mismo, en el sentido en que ahora estamos pensando en correr 40 minutos, como por aquel entonces. Está claro que no vas a poder correr 40 minutos, porque el otro equipo juega también. Pero en un momento determinado, si tienes esa mentalidad, vas a romper el partido. Porque habrá un momento en que habrán 3, 4 ó 5 minutos donde te irás. Pero si no tienes esa mentalidad de correr los 40 minutos, no vas a aprovechar ese resquicio de 3 minutos en el que te dejarán, en el que realmente puedes romper el partido. Es lo que está ocurriendo ahora.

Volvamos al pasado, al origen de Clifford Luyk, el jugador que inmortalizara en España su famoso gancho.

-Tuve en la universidad de Florida un entrenador muy bueno, llamado Norm Sloan (campeón posteriormente con North Carolina State en 1974). Y él era con quien realmente trabajaba en verano. En los dos últimos años estuve trabajando ese tiro, y gancho, gancho, gancho… Yo tenía una pequeña lesión al saltar sobre el pie derecho y empecé a a experimentar con el gancho, a lanzar contra tabla, con lo que podía saltar con la izquierda. Tiraba con la derecha, luego con la izquierda, intentando no ya anotar, sino que el balón al entrar, cayese siempre en el mismo sitio para cogerlo y lanzar con la otra mano. Luego, comencé a entrenarlo desde la esquina. Y sin parar, cogía el balón, me iba a otra esquina y tiraba. Y así cincuenta seguidos. Y no fallaba. Entonces, empecé a ser famoso en Florida por el gancho y corriendo contragolpes, yo tiraba ganchos como los hacía Buscató, también en carrera. El gancho lo tiraba con ambas manos de forma natural.

-Yo copiaba los gestos de George Mikan, aunque luego, en los ganchos en suspensión que ahora se hacen muchísimo, había un jugador en la universidad de Utah, Billy ‘The Hill’ McGill, que fue el primero que lo hacía, siendo este el nacimiento del tiro que se hace ahora.

Billy ‘The Hill’ McGill, el origen del gancho que inspiró a Clifford Luyk

El origen de un chaval criado en el estado de New York, donde en casa se hablaba alemán.

-Muy a pesar de mi padre, porque era holandés de Rotterdam y mi madre, de cerca de Zurich. Y lo que tenían en común era el alemán. Y claro, estaba muy mal visto hablar alemán en Estados Unidos. Y nos lo enseñaban poco, pero oíamos que entre ellos hablaban alemán cuando estaban en privado. Era un complejo muy grande el que tenían. Hablaban en inglés pero con acento apreciable, sobre todo mi madre.

-Mi padre era tulipanero, tenía una gran empresa de tulipanes y gracias a eso, él ya conocía Barcelona previamente a llegar a Estados Unidos. Mi madre venía de familia de relojes, muy típico entre los suizos. Y se conocieron en barco ambas familias, cuando estaban huyendo de los alemanes, que entraron en Holanda por aquel entonces con los primeros tanques, que no eran más que viejos coches reforzados. Y los holandeses… pobrecitos. Perdí un tío y una tía en la invasión. Y allá se fueron las dos familias, como emigrantes, huyendo.

Pedro Ferrándiz, siendo director deportivo en el verano de 1962 del Real Madrid (pues el entrenador era Joaquín Hernández), se fija en un mocetón con gran facilidad anotadora.

-Recuerdo que cobré dos veces. Cobré mi contrato con los Knicks y luego, del Real Madrid. Firmé con los Knicks en Denver. Había cumplido 21 años en Junio, cuando terminé la universidad, porque yo la empecé con 16 años, en Florida, todo el mundo decía que era muy joven y tenía que haber estado un año más. Pero ya me había graduado y yo quería jugar y los New York Knicks me ofrecieron un puesto como noveno o décimo jugador del equipo. Entonces me vio Ferrándiz jugar, que estaba en Estados Unidos de ‘pesca’, en un partido frente a Boston Celtics en Massachussets, y no fallaba. Metí los últimos ocho puntos para ganar el partido. Era pretemporada y entonces jugaba bastante. En los Celtics estaba Cousy, estaba Russell, Heinsohn, los Jones…

-Me acuerdo de aquel partido que estaba sentado en el banquillo de los Knicks, que no jugamos en Boston, estábamos en New Haven, Connecticut, que también tenía un equipo de hockey sobre hielo. Y habían puesto el parquet encima de la pista de hielo y entonces, Bob Cousy empezó a botar y como la pista resbalaba, se cayó de culo justo delante de mí y se pegó un tortazo de aúpa. Y yo empecé a reír y me miró con muy mala cara y me dijo ‘Shut up, you fucking rookie!’ (¡Cállate ya, maldito rookie!). El mejor jugador que teníamos nosotros era Richie Guerin, y me dijo ‘cuidado, no te metas con Cousy, porque él no te va a hacer nada. Pero te van a mandar al carnicero’. Y entonces mandan a un tío que sacan al partido para dar leña, Jim Loscutoff. Era muy típico entonces que los equipos tuvieran un digamos, hombre del hacha.

-Y allí fue donde Ferrándiz me vio y habló con Eddy Donovan entrenador de los Knicks, que venía de St. Bonaventure, la misma universidad de las que salieron Miles Aiken y Bob Lanier después, que está cerca de Niagara (añadimos que el gran Essie Hollis también). Y entonces habló con Donovan y con Ned Irish, que era el presidente de los Knicks y también de toda la NBA, e intentó convencerles de que un año en el Real Madrid me vendría muy bien. Eso pudo ser finales de Septiembre o ya en Octubre. Y por eso, yo había cobrado todo el contrato con los Knicks por adelantado.

Bob Cousy, Jim Loscutoff…estrellas de aquella NBA que se toparon en la vida de Clifford Luyk…o él hizo que se toparan con él.

-Yo iba al primer partido de la temporada en campo de los Syracuse Nats, al lado de casa, y cogía la bolsa de deporte de Dolph Schayes, y le ayudaba, porque no había utillero. Y así, ya lo hacía costumbre. Recuerdo que junto a Schayes, estaban Paul Seymour, Johnny "Red" Kerr, el primer negro de la NBA, Earl Lloyd… Estamos hablando del año 56, cuando yo tenía apenas 15 años.

-En 1968, como preparación para los Juegos Olímpicos de Mexico, jugamos un partido de la selección Española contra los Indiana Pacers, por entonces en la ABA, que tenían un pívot, Mel Daniels, muy fuerte y dominante, al que le metí 35 puntos de ganchos. Y al final del partido, querían ficharme.

-También, cuando era rookie con los Knicks, frente a los Cincinnati Royals, ¡lLe puse un gorro a Oscar Robertson! Él era ya el jefe, un monstruo. Empecé a sacar pecho y el tío me dice `eh!, they called fault before my shot´ Me dejó hundido, como diciendo que te he dejado porque habían pitado falta (risas).

Clifford Luyk abandona un país donde imperaban los carteles cinematográficos de "Matar a un ruiseñor" o la polémica "Lolita" de Stanley Kubrick, la convulsa y repentina muerte de la rubia platino Marilyn Monroe, aterrizando en una tierra donde "Plácido" de Berlanga era el reclamo en nuestras pantallas, donde nuestra rubia mostraba una voz emergente en la figura de una niña llamada Marisol y donde también teníamos nuestra convulsa muerte en la figura del torero Juan Belmonte. Además, a los ojos de un estadounidense resultarían llamativos y extravagantes los ecos de la boda del año de Don Juan Carlos y Doña Sofía, en Atenas.

-Vine en un avión de la TWA, de aquellos grandes, con cuatro motores de hélice,tras doce o trece horas de vuelo desde New York. Cuando llego a Barajas,que parecía una chabola comparado con ahora, hablo del año 62, llego allí y estaba Emiliano también para recibirme. Y Ferrándiz me lo presenta señalándolo como ‘Ey, the best player in Europe’ (`El mejor jugador de Europa´), con ese pecho palomo que tenía. Y yo lo que pensé fue… ‘Qué fácil me lo ponéis’ (risas).

-Me metieron en el Hotel Victoria, porque creo que habían estado allí otros americanos antes que yo, como Montgomery y Hightower. El Hotel Victoria era perfecto, porque estaba cerca del frontón Fiesta Alegre, ahí detrás del edificio de Correos, donde jugábamos y podíamos ir andando a él. Burgess y yo empezamos a estudiar en una academia que había en la Gran Vía, también al lado. Y allí había dos personajes en el hotel, José María Aybart, soltero, aragonés él, y luego estaba Pepe Calvo Sotelo (hijo del antiguo Ministro de Hacienda durante la dictadura de Primo de Rivera), que estaba separado, porque no podía divorciarse. Y junto a los dos empezamos a salir a comer, a ir a los toros, porque el Hotel Victoria tenía un gran ambiente taurino. Allí conocí a El Viti, a Palomo Linares, a los hermanos Lozano, Pablo y José Luis, los que estaban en Las Ventas y empecé a coger afición a los toros, que yo no sabía nada de los toros. José María Aybart fue como mi segundo padre en España. Falleció casi al mismo tiempo que mi madre. Fue una gran pérdida para mí.

El frontón Fiesta Alegre, escenario que vio ganar al Real Madrid ligas y Copas de Europa. Aquel Real Madrid que parecía más una familia que un equipo.

-El secreto de aquel equipo era que teníamos entre todos una química extraordinaria. Nunca hubo malestar, nadie quería protagonismo, era un baloncesto muy generoso. Todos éramos nacidos en el 40 o en el 41. Exceptuando Emiliano que era del 37, todos teníamos la misma edad. Me estaba acordando de aquel equipo, no solamente cómo jugaba, sino lo bien que nos llevábamos. Y luego estaba la figura paterna de Raimundo Saporta. A él le gustaba mucho más el baloncesto. Pudiera haber algunos celos por parte de los futboleros por el trato de Saporta hacia nosotros y también con el tema de los salarios. Nosotros sabíamos siempre dónde estábamos y por eso también me gusta el grupo actual, que es un gran acierto de Pablo, entre otras cosas porque él es un hombre de la casa, que por haber sido jugador, conoce la casa. Está claro que el fútbol es mucho más importante que el baloncesto en todos los sentidos, tanto en seguidores como en ingresos. Y eso lo tienen que tener muy claro. Y lo que decía Don Santiago Bernabéu: "Si en el club hay que ser humilde, en el baloncesto más". Ese era su mensaje. Saporta trataba principalmente con Emiliano, Lolo Sáinz, Descartín, después yo…nos trataba como si fuésemos sus hijos, un trato muy íntimo con él.

Final de la Copa de Europa: Real Madrid-Spartak Brno (1964)

Raíces que comienzan a asentar un estilo de vida y una cultura española con las que se siente más cómodo. Sus vivencias estadounidenses comienza a sentirlas más y más lejanas. En nuestro país, es un icono deportivo. España tiene una cultura atrayente y los personajes que merodeaban alrededor del club, una pintoresca manera de vivir la vida. Además, ¡Qué demonios!, que comenzó a salir con Paquita Torres, Miss España, con todas las connotaciones sociales que eso llevaba inherente en aquellos años.

-Don Santiago Bernabéu viajaba mucho con nosotros, porque a Doña María le encantaba el baloncesto y Don Santiago no tenía más remedio que acompañarla. Eran un matrimonio perfecto. Y para viajar, iba acompañado también de otras amistades, que eran Perico Chicote y Manuel Fernández Cuesta, el fundador del "Marca". Siempre viajaban mucho a los países donde jugábamos, sea en Budapest contra el Honved, o cualquier país del telón de Acero, y siempre con la tortilla española y el vino tinto que traía Chicote de su bar. Era buenísimo el tío. Viajaba siempre con insignias y cuando había una camarera por ahí con busto importante, el tío cogía una insignia y se lo colocaba diciendo ‘en nombre de los treinta millones de españoles y si no los hay, los habrá…’ y bajaba el escote un poco ahí para ver y tocar lo que podía. Cuando empezaba con ’En nombre de…’ ya sabíamos a qué iba. Uno de los mejores personajes que he conocido, el Chicote.

Clifford Luyk logró con el Real Madrid un palmarés de 14 ligas (solamente perdió la que el Joventut les arrebató en la temporada 66-67), diez Copas y 6 Copas de Europa. Un palmarés que es impensable imaginar que pudiese lograr cualquier deportista hoy.

-Creo que ahora mismo, al equipo actual le falta una cosa que nosotros tuvimos: ganar títulos. Y me refiero a ganar todos los títulos que disputen en una temporada o en varias. Al equipo, tal y como está jugando ahora mismo, lo único que le falta es ganar los títulos. Con Pablo se han ganado cuatro. Que Pablo por ejemplo, consiguió la Copa del Rey después que yo la ganase en La Coruña hace 20 años. No está mal. Y jugando cada vez más a su manera. Él está subiendo también con el equipo.

-Cuando yo jugaba, ¿Sabíamos que éramos los mejores? Sí, porque ganábamos títulos. Si tú vas jugando bien, la trayectoria es buena y luego no ganas títulos en este club, no sirve para nada. En este club hay que ganar títulos. En este club es así. En el Barça también pasa, pero no tanto. Hemos ganado más títulos que ellos. La obligación de ganar es muy jodida. Lo que pasa es que si estás jugando bien y tienes confianza en tu juego, tienes una libertad mayor. Pero aún así, sigues obligado a ganar.

Palmarés tan aplastante sobre el papel, que había que sudar y sufrir, aún siendo los mejores. Para muestra, un botón: la famosa semifinal de Copa de Europa en Belgrado ante el OKK, en 1965, en un partido de vuelta tras viajar con una renta de 23 puntos, por el 84-61 de la ida en Madrid.

-En Belgrado empezamos a jugar antes que el partido de fútbol del Real Madrid-Benfica, que curiosamente coincidieron. No sé, quince minutos o algo así. Stankovic (posteriormente Presidente de la FIBA) era el entrenador del OKK. Y ya en la primera parte, que se estaba eternizando, mirabas el tiempo, joder, que quedaban cuatro o cinco minutos todavía para el descanso. Llegaron a ponerse 15 ó 16 puntos por delante. Burgess salió por faltas, Lolo salió por faltas, Sevillano se había lesionado, yo tenía cuatro y el reloj no se movía. ¡El partido de fútbol había terminado ya! Y Stankovic por fin, fue a la mesa haciendo un gesto y reconoció que se tenía que acabar, porque Jim Scott, un americano que teníamos que no jugaba casi nunca, entró en el partido y el primer balón que cogió, metió un mate acojonante. Claro ellos pensaban que con Burgess fuera, yo con cuatro, con alargar más aún el partido hasta que yo saliera por faltas… Entonces, Scott mete ese mate y se quedaron fríos, porque vieron que no podían ganar aquello.

-Este Scott nos hacía reír mucho, porque era muy bruto. Yo, por ejemplo, cogía un hielo y lo tenía en un dedo escondido, hasta casi anestesiarlo del frío. Y luego, cogía un cigarrillo encendido y le decía ‘mira, Jim’ y me lo ponía en el dedo. Claro, hasta que sentía el calor. Y el tío se volvía loco. Tenía unos problemas con las pastillas y los supositorios… Había una pastilla que se llamaba Tenderil, para dolores de lesiones y una vez, con alguna lesión y un poco de fiebre, le dan ambos y preguntaba cómo se tomaba eso. Y el tío por la mañana baja y nos dice ‘joder, cómo conseguís que estas pastillas tan pequeñitas las podáis introducir en el culo! Además, ¡Me he tirado como media hora intentando disolver el supositorio este en agua y no había manera! (risas)

Una competición europea que en ocasiones albergaba futuras estrellas de NBA, como Bill Bradley, de quien los milaneses de la Simmenthal se hicieron con sus servicios, aprovechando el año de estudios en la universidad de Oxford.

-Lo que pasa es que a mí, no me gustó mucho Bill Bradley. Me gustaba más Steve Chubin, el otro americano que tenían. Bradley aquí no dio su máximo nivel y no vimos el Bradley de Princeton y luego en los Knicks. Además, él era un jugador de equipo. Defendía bien, pero no era un jugador muy espectacular que digamos, no era un encestador nato. Era muy buen defensor y con muy buena predisposición para el pase, muy buenas manos. Esa era y es la gran diferencia respecto a los jugadores de la NBA: la rapidez de las manos. Los scouts siempre están mirando las manos. Si un tío es "butter-fingers" (manos de mantequilla) como Begic, es difícil que vayan a la NBA. ‘Good hands’(buenas manos) es Rudy, por ejemplo.

El 16 de Abril de 1966 debutó con la Selección Española, siendo nacionalizado por méritos deportivos, sobre todo los logrados al conseguir con su club dos Copas de Europa, ante los checos del Spartak Brno y del TsKA Moscú. Eso aceleraba el proceso, ahorrando así el periplo de años que debía permanecer como nacionalizado sin poder jugar en el Equipo Nacional, circunstancia por la que no todos creían que fuera a dar su compromiso. Anselmo López, por aquel entonces presidente de la Federación Española, ante la presión de los equipos catalanes y la posterior ejecución de la ley que impedía a cualquier extranjero jugar en la Liga Nacional, le preguntó a Luyk si estaba dispuesto a representar a España con su selección, buscando una excusa para no autorizar su inclusión. Cuando Clifford dijo que totalmente, a Don Anselmo no le quedaron armas para rebatir y claudicó con su participación en Liga con el Real Madrid. Bob Burgess no pasó por ese trámite de nacionalización y emigró más tarde a Cantú, donde le fichó Boris Stankovic, ya entrenador del equipo italiano.

La FIBA, viendo en aquella primavera de 1966 la complicada situación social en Uruguay, sede teórica del Mundobasket, en vez de elegir otro país, decidió aplazar el torneo un año y ‘montar’ para aquellas fechas una especie de Mundial oficioso a disputarse en Chile. En el debut de los nuestros ante Argentina, Clifford Luyk debutó con 28 puntos. Antonio Díaz Miguel, ante su primer gran torneo, aceptó gustoso el cargo entre otras cosas porque, con un pívot como Luyk como nacionalizado, el panorama de la Selección cambiaba ostensiblemente. Dos años después, se llegó a participar en los Juegos Olímpicos en la cita de Mexico’68.

-Me hice español en el 66 y jugamos en Chile, que fue cuando me enfrenté a Estados Unidos por primera vez. Y estaba yo entre dos himnos. No lo canté, pero me puse la mano en el pecho con el himno americano. Y sí, pude ir a México con Antonio Díaz Miguel. Realmente, los tres que llevamos el equipo éramos Emiliano, Buscató y yo. Si decías ‘Antonio, ¡Zona, joder, que ellos no saben meter una desde fuera! Él decía ‘bueno, vale, chavales, vamos con la zona’. Es que Antonio era muy novato todavía.

-Yo recuerdo en Mexico, que el doctor Jorge Guillén me estaba pinchando con novocaína, porque tenía un problema con la rodilla, antes de empezar los partidos. Yo no hacía la rueda de calentamiento y llegaba justo para el salto inicial. Recuerdo que me acusaban algunos rivales de que estaba drogado. Y al descanso, me tenían que pinchar otra vez. Hice unos buenos Juegos, metí un gancho desde medio campo y todo, ante Filipinas. Y un día en el vestuario, le dije ‘¡Estoy hasta los cojones, Antonio! Aquí estoy como un gilipollas, cogiendo los rebotes defensivos, con la novocaína en la rodilla y vosotros corriendo contraataques. Pero luego en defensa, me pitan la tercera, la cuarta y la quinta porque estáis dejando escapar a vuestro hombre porque os sale de los huevos, que para eso está Clifford ahí debajo. Y luego llegamos al ataque y no veo un puto balón, no me pasáis ninguno. ¿Sabéis lo que os digo? ¡Que me voy! Cojo un avión mañana y me vuelvo para Madrid’. Y Antonio se quedó blanco y me dio toda la razón. Estaba un poco aturdido por aquel entonces. Y ya empezaron a pasarme algún balón que otro, ya me esperaban. Es que no me daba tiempo a correr más que hasta medio campo, era la leche.

150 internacionalidades en total, despidiéndose en el Preolímpico de Hamilton, que nos prohibió el acceso a los Juegos Olímpicos de Montreal’76. Grandes momentos y otros, no tanto.

-Fue una etapa difícil. Falleció José María Aybart, y también mi madre en un accidente de tráfico conduciendo mi padre. Además, Paca estaba embarazada de Sergio.

-También recuerdo que en los Juegos de México nos despedimos pegando una paliza a los italianos, porque tenían el equipo muy viejo. Y en el 69, en su Eurobasket en Nápoles, hicieron una renovación con Meneghin, Bariviera…y también les pegamos un baño, porque eran muy novatos. Y ganamos la plata en Barcelona en el 73 y pudimos haber ganado el oro. Nosotros pensamos que la Unión Soviética eran los cocos y perdimos contra los yugoslavos en la final. Pensamos que ganando a los soviéticos en semifinales, podíamos ganar a los yugoslavos.

-Aparte de las buenas primas en aquel Eurobasket de Barcelona, teníamos dos cosas muy buenas con Saporta: la AIBI, que era una asociación para los jugadores que éramos internacionales, con un escalafón acojonantemente bien hecho. Según las veces internacionales que fueses, con ayudas para sociedades privadas sanitarias, colegios, etc. Todo aquello fue ideado por Saporta. Y luego, con la Selección Europea, también había premios: la primera vez que ibas, te regalaban el Rolex de plata. Luego, a la segunda vez, otro para la mujer. Luego un rolex de oro, pero sin la cadena. Luego la correa y acababas con unas medallas. Iba de forma escalonada. Yo estuve en ocho ocasiones y llegué hasta arriba del todo. Lo perdí cuando me robaron en casa en 2011. Todas las joyas de Paca, se llevaron dinero, que acabábamos de cobrar y nos dejaron secos. Tenía seis insignias de oro y brillantes del Real Madrid y otra de la Federación Española. Y se las llevaron menos una, la más vieja, de cuando quedamos campeones de Europa por primera vez, ganando al Spartak Brno. Y es la más especial, porque se ve que es la más vieja. Y no se la llevaron porque lo tenía en el traje. Se me olvidó quitarla y se quedó en el armario.

España-Brasil (Mundobasket de Puerto Rico, 1974)

Y en 1978, junto a Vicente Ramos, con la selección Europea, Clifford Luyk puso fin a su carrera como jugador. De unos jugadores que apenas superaban el 1.80, con Alfonso Martínez y su 1.94 como máximo bastión bajo tableros que se encontró Luyk como exponente de nuestro baloncesto, a abandonarlo con Epi, Iturriaga, Romay y en puertas a su llegada Andrés Jiménez y Fernando Martín. Culpable de aquella transformación, bisagra de aquel baloncesto amateur y romántico a otro moderno, donde ganar a los grandes no eran sueños eventuales en noches barcelonesas. Eso sí, una bisagra de oro macizo, cargada de títulos, acompañado por aquella generación ye-yé.

Ahora, el actual Real Madrid entusiasma, abarrota el Palacio, como se abarrotaba el frontón Fiesta Alegre, la Ciudad Deportiva, porque el juego del equipo lo merece. Y en su puesto, un chaval que arden en deseos desde Estados Unidos que recale en sus fronteras: Nikola Mirotic.

Mirotic tiene talento y ganas de hacerlo bien en la NBA. No creo que lo tenga fácil, porque su puesto no es el de los Gasol, sino es un "4" abierto, que está cotizado, pero hay muchos de esos en la NBA. Los cincos son dinosaurios, porque no tienen mucho futuro en el baloncesto, como cinco estático ahí dentro.

En cuanto al Equipo Nacional tenemos las espaldas muy bien cubiertas, con la progresión de las selecciones inferiores, ganando. Porque son buenos jugadores y tienen la costumbre de ganar. A nuestras selecciones nacionales les están cogiendo mucho respeto, casi bordando el miedo. Y eso que nosotros no tenemos los físicos que Francia o Gran Bretaña. Cuando llegué a España, me gustaba seguir el tema de la esclavitud producido en todo el continente americano de siglos atrás. Ahora, si tú lo traduces en deporte, resulta que ves a Francia y todos son negros. Y en Gran Bretaña y la gran mayoría son negros. ¿Y resulta que en España no tenemos negros? Los jugadores negros ahora vienen de otra manera. No de la manera convencional de otros equipos europeos, pero sí más legítimo si hablamos de jugadores de baloncesto. Ibaka es muy joven, pero es una garantía. Y la jugada que se intenta es la de que estén los dos, Ibaka y Mirotic… Ya veremos.

Un baloncesto que evoluciona de forma constante. Y de una manera más o menos inminente, tiene unos pasos firmes y hasta irremediables

-Creo que el futuro es la NBA. Tarde o temprano, vamos a tener NBA aquí. Yo llevo diciendo eso desde los 80. Si la NBA viene un día aquí, tenemos que olvidarnos un poco del sentido de las ligas nacionales. Quizás pudieran llegar a ser un abastecimiento para esa gran competición, que pudieran ser un poco como la liga universitaria en Estados Unidos. Pero es otro sistema de educación. El gran secreto en USA es su sistema de educación, puesto que ellos tienen más espectadores en estas ligas de formación, aunque sea por historia. El futuro es que, si viene algún día la NBA, habrá cambios entre las ligas nacionales y las europeas, porque habría que competir como Europa. Lo que tenemos en España es otra mentalidad en el sentido deportivo. Piensa como en Estados Unidos, donde yo he estado jugando cuatro deportes con 10 añitos. Si yo te llamaba en verano, sabía que íbamos a jugar a beisbol. Si yo te llamaba en otoño, sabía que era fútbol y en invierno, era baloncesto. Aquí es una carrera donde todos los deportes empiezan en Septiembre y no lo entiendo. En Estados Unidos se van solapando. El mismo espectador puede estar en tres finales de temporada en cada deporte. Y aquí no es así, el calendario no admite cambios. Y en este sentido, en la mentalidad americana son más deportivos y van a los espectáculos deportivos como si fuera un circo, más familiar y en el espectáculo están cinco horas, entre que comen en el restaurante previamente, como si fuera una fiesta. Y aunque perder les importa, les gusta el espectáculo. Es más actitud como lo del otro día del Real Madrid frente el Zalgiris, que la gente aplaudía a Pocius con verdadero cariño. Aplaudir al rival, no ser tan fanáticos. Es un sentido más familiar, más para divertirse. Y no tenemos los pabellones donde hay ochenta tiendas y restaurantes. Esto es lo que dice Stern que nos falta. Los pabellones de la NBA son entre dieciocho mil y veinte mil espectadores. Eso se puede tener aquí. De hecho, en algunas ciudades, ya se tiene. Pero tienen que estar rodeados de tiendas, restaurantes y demás.

La historia de Clifford Luyk tuvo un segundo capítulo como entrenador. Real Madrid en varias etapas, Murcia, Atlético de Madrid… Pues sí, hasta de su eterno rival, futbolísticamente hablando.

-Pedro Antonio Martín Marín (años después Secretario de Estado para el Deporte), como directivo del Real Madrid, empezó a enterarse de fichajes de fútbol por la prensa. Y se enfadó muchísimo y dimitió. Entonces, como era un hombre de baloncesto, se hizo cargo del equipo del Collado Villalba. Me dijo que quería que me fuese con él. Y fiché por Villalba.

-Al poco, me llama porque tiene que verme urgentemente ‘porque me tienes que firmar el contrato ya. No, es que Jesús Gil ha cogido el equipo y no tienes contrato’. Y me llama Gil y me dice ‘tú no quieres entrenar al equipo, supongo. Atlético de Madrid, estos de enfrente de toda la vida…’ Y le dije ‘Mira, Jesús, yo he estado con el Mercedes y ahora un BMW también me gustaría’. Y el tío dice ‘me ha gustado ese símil’. Y me dijo que me hiciese con el equipo. ‘Pero primero quiero dos negros saltarines y buenos’. Y eso es lo primero que hice mal. Porque no puedes ponerte corbata llevando chándal.

-Y entonces yo me puse corbata y fui a St. John’s a hablar con Lou Carnesecca y le dije que estaba buscando dos jugadores, pero que tenían que ser espectaculares. Y él me preguntó de qué dinero disponía. Y pensando ‘Pues… un cheque en blanco’ le contesté. Bueno, rojiblanco en este caso (risas). Y Carnesecca me dijo que tenía el mejor talento en ataque que había visto en su vida, una mano izquierda… con un tiro extraño, ‘pero no falla ni una’. Era Walter Berry. El único problema que sus asuntos los llevaba un abogado de Philadelphia. En Estados Unidos, cuando tú hablas de un Philadelphian lawyer (abogado de Philadelphia), échate a temblar. Porque hay que tener en cuenta que Philadelphia tiene los mejores abogados de Estados Unidos, por tradición, desde que la capital estadounidense estaba allí, porque la parte penal se quedó allí. ‘Y el otro ha participado en un concurso de mates de la NBA’ que era Shelton Jones. Shelton eran 600.000 dólares, y Berry 800.000 o pudo llegar al millón. Y regreso a Madrid y Jesús Gil monta una conferencia de prensa en el Manzanares a bombo y platillo. Y allí estaba toda la prensa futbolera. Había gente hasta en los pasillos. Y yo allí, con los dos jugadores bajo el brazo y Gil ‘Welcome to Spain! Welcome! Atleti de Madrid!’ les gritaba. Era todo lo que decía. Y lo más acojonante es que me dijo ‘haz tu equipo’ y pensé en mis juniors, que previamente llevaba del Real Madrid, porque quería un equipo con química. Yo le pregunté cuanto podíamos pagar. Y él me dijo ‘eso déjamelo a mí, que yo lo arreglo, que eso es cosa mía. Mira, ni en el fútbol me duran las negociaciones más de cinco minutos’. Recuerdo que yo pensé en Javier García Coll, Valdivieso, Rementería, Gorroño, Carlos Gil… Y también recuerdo que me decía Andrés Valdivieso ‘Clifford, me ha citado a la una. ¿tú qué crees que puedo cobrar?’ Me decía que había pensado en una cantidad, pero ‘me da miedo, porque no me lo va a dar’. Y le aconsejé que pidiera lo que pensaba. Y sale Andrés y dice ‘es que me ha dado el 150% de lo que le pedí’. Y Javi Coll entra y tres cuartos de lo mismo. Y yo pensaba ¡coño, voy a pedir yo…! Pero luego, la mitad en A y la mitad en B, esa era la trampa. Ellos aún están intentando cobrar la mitad en B. O sea, que si tú pedías 10, 7.5 eran en A y luego, ponte en la cola. Los americanos creo que sí cobraron todo. Lo que te digo: abogados de Philadelphia.

-Jesús Gil me echó tras entrar en el vestuario cuando perdimos contra el Real Madrid, por no haberles ganado. Entró en el vestuario, delante de los jugadores gritando ¡Tú por merengue, has perdido el partido! Y para cobrarle, ¡buah!, menos mal que había un acuerdo entre la ACB y la Asociación de Entrenadores, que te garantizaba el sueldo.

No todas sus experiencias como entrenador fueron así, ni mucho menos. Con el Real Madrid tuvo éxitos y ganó dos ligas (1993 y 1994), la Copa del Rey de 1993 y la Recopa de Europa (llamada ‘Copa de Europa’ porque la máxima competición continental ya era ‘Liga Europea’). Fue segundo de Lolo Sáinz y de George Karl. El aprecio que se ganó del "Entrenador del año" en la NBA fue tan notorio, que cuando a Karl se le ofreció entrenar al CAI Zaragoza, tras su primera experiencia en el Real Madrid, pidió una demora de meses por unos compromisos iniciales, y aconsejó que se contratase inicialmente a Clifford, hasta su llegada de Estados Unidos, algo a lo que José Luis Rubio, presidente del CAI Zaragoza por aquel entonces, no accedió y no se llevó a cabo. Pero valga el ejemplo para la consideración de nuestro protagonista.

-Al dejar de jugar en el 78, entrené a los juveniles y a los juniors durante cinco años. Y en los últimos cuatro, no perdí un solo partido, con García Coll, con Rementería, Hernangómez… Con Fede Ramiro me hicieron una faena, porque tras retirarme, yo iba a coger el juvenil y Fede Ramiro era juvenil y la perla del Real Madrid, y lo pasaron al junior. Y me quedé con un equipo más de circunstancias, perdiendo en la final del campeonato de España de juveniles. Pero durante cuatro años estuve con ese grupito, más Paco Velasco, Óscar Peña… Un grupo de gran química.

-Y yo salté con Lolo Sáinz de segundo, porque en mi último año con los juniors, Luis de Carlos me llamó y me ofreció el equipo en Enero. Querían echar a Lolo. Era el año de los dos yugoslavos, Delibasic y Dalipagic (temporada 82-83). Y dije ‘Don Luis, ¿por qué no hablamos para después de la temporada?’ Yo estaba trabajando con Juan Tamames de gerente de deportes en Madrid y combinaba lo de entrenar a los equipos inferiores y jefe de cantera con ese trabajo. Y en Junio, decidieron seguir con Lolo y yo de segundo entrenador. Lolo se reunió conmigo y me dijo que viajaba mucho y ‘supongo que no querrás ser segundo entrenador conmigo’. Le dije que sí, y le dejé un poco parado. Cuando él dejó al equipo, estando yo de segundo, la preguntaron quien iba a coger el equipo. Dio cinco nombres y yo no estaba. Vino George Karl y me preguntó que por qué yo no lo había cogido. Y cuando se fue George a Seattle, dio mi nombre al club y me recuperaron, que fue cuando ganamos la Recopa con la canasta de Ricky Brown y llegamos a la final de liga.

Clifford Luyk dirigía al Real Madrid favorito para volver a quedar campeón de Europa con el Real Madrid en 1993. Y fue testigo de uno de sus tragos más amargos, cuando en semifinales de la Final Four ateniense, se encontró al Limoges y Bozidar Maljkovic como su entrenador.

-Imagínate el equipo que teníamos, con Sabonis y Ricky Brown dentro. Ellos jugaron al límite de la falta, yo creo que el arbitraje no cortó algunas cosas. Sabonis sigue protestando de todas las faltas que le hicieron. Era un tanteo bajísimo y no era un baloncesto espectáculo. Michael Young, aquel que jugó en Valladolid, cogió una racha impresionante, metiendo canastas con la zurda como una máquina, y fue un baloncesto rácano, de pocos puntos, de defensas, de cortar el ritmo del otro equipo y de pívots que se rotaban para hacer faltas a Sabonis.

-Lo que yo digo siempre es el hecho de que un entrenador, cuando le insinúan ‘vas a perder por 5, ¿Qué prefieres, 95-90 o 65-60?’ La mayoría prefieren lo segundo, porque son pocos puntos y suena a otra cosa. Los noventa puntos suena a que no defiendes, no haces nada. Es una autodefensa para seguir en su puesto, los pocos puntos. A mí no me gusta para nada. Imagínate estos marcadores en la NBA. La gente no va.

-Además, el reglamento en ocasiones, ayuda muy poco al juego y parece que el arbitraje es hermético a nuevas tendencias también. Mira, yo tenía un estudio hecho de 200 páginas para Euroliga hace años, y me lo tiró abajo Kostas Rigas, de cómo enseñar a los árbitros la manera en que el entrenador enseña a sus jugadores. Porque ellos no son capaces de aceptar críticas, piensan que saben más que nadie. Y era una manera de aproximarnos y poder explicarles cómo se entrena a los jugadores. Ellos no lo saben ni lo entienden. Yo fui a Creta en el 97, con motivo de la final de la Recopa y les preguntaba lo que es un pick & roll. Y luego quien sabe cómo defenderlo, porque hay cinco maneras. Y ellos no lo sabían. Si ellos lo supiesen, pudieran hablar perfectamente con el entrenador para convencerles que esto es una falta por esto y por esto. Saben el reglamento, pero ya. Tuve un éxito impresionante, pero fui cortado desde arriba. Ellos dicen que son jueces, no entrenadores. Pues yo pensaba que un juez, para detener a un criminal, deberá saber un poco cómo piensa un criminal.

-Rudy, por ejemplo, es un jugador carismático y en la NBA sería un jugador protegido. Hay jugadores como James, Kobe…un grupo de 40 o 50 protegidos totalmente, porque el árbitro sabe que el espectador va a verles jugar. ¿Le van a pitar 6 faltas y que no juegue? Por eso hay multas en la NBA y no sanción de partidos. Aquí, en Europa, tres partidos de expulsión…¡hostias!. Yo no he pagado un bono para verles menos partidos. ¿Por qué se ha llenado el pabellón? Coño, porque hay un espectáculo. Y el mayor espectáculo lo dan estos jugadores.

Clifford Luyk, a sus 72 años, tras más de 50 años enrolado en el baloncesto de élite, tiene claro la orientación del baloncesto de hoy día. Un camino que debiera ir paralelo a la senda que está tomando este Real Madrid.

-Creo que son tontos los que no quieren correr, porque es lo que quiere el público. Si ves un partido NBA, pues no defienden, dicen. ¡Joder que no defienden! Lo que ocurre es que corren como bestias. Corren, corren y corren. No hay equipo que no quiera correr. ¿Por qué? Porque hay un público que paga. El público quiere ver canastas imposibles, los "alley-oops" de Rudy… El partido frente al Efes, en el último cuarto, fue un espectáculo…Y los turcos son muy buen equipo, estuvieron a punto de eliminar a Olympiacos el año pasado. Y eso se consigue solamente con mentalidad de correr con 40 minutos. Y claro, con 12 jugadores es mucho más fácil correr que hacerlo con 5, como hacía Pedro Ferrándiz.

-Lo que están haciendo muy bien es correr, eso es indudable. Llull, que podría ser por velocidad Corbalán, y un Chacho que pudiera ser un poco Carmelo Cabrera, estos dos están marcando la pauta de correr. Llull es tan explosivo que si no corres, no ves bola. Corbalán también era una bala y obligaba a todo el mundo a correr. Y ahora pasa lo mismo. Y el Chacho, esos pases de "alley-oop", igual. Para comparar un equipo como éste, me tengo que remontar a principios de los 70. Estos dos son bastante comparables. Estos dos de ahora son mejores. Porque ¡si esto no fuera así…! Entonces, pobre raza humana, si un equipo hace 50 años fuese mejor que el actual. En talento y en físico. Estuvimos el año pasado a punto y este año tenemos el mejor equipo. Además de Bourousis, está el tunecino (Salah Mejri), al que llamamos ‘el tapado’. Con Pablo todo el mundo trabaja bien y el tunecino también.

-A este equipo le falta ganar la Copa de Europa. Ganarla. Si lo consigue, sí, creo que este es el mejor equipo de la historia del Real Madrid.

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Una entrevista de:

Antonio Rodríguez en twitter: @tonystorygnba

José M. Puertas en twitter: @josempuertas

Agradecimientos: Taberna Restaurante BienMeSabe, lugar de realización de la entrevista (C/General López Pozas 8, Madrid).

Clifford Luyk, junto a los entrevistadores y el responsable de la Taberna BienMeSabe

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