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'Sleepy Hollow', la serie sin pies ni cabeza (pero que se disfruta)

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Existe una regla secreta y arcana entre los guionistas y directores americanos: si empiezas poniendo Sympathy for the Devil de los Rolling Stones y haces elegantes panorámicas de una de esas preciosas small towns estadounidenses, ya te has ganado el respeto de un puñado de espectadores (y de paso que recordemos una vez más Fallen, aquel subvalorado thriller de Denzel Washington que lo tenía como leit motiv). La nueva serie Sleepy Hollow lo hace, y a lo mejor por eso desembarcó en la Fox estadounidense con un clamoroso éxito, certificando el hambre de un público ansioso de consumir series. Diez millones de espectadores y 3,4 puntos de audiencia obtuvo la ficción ideada por los guionistas estrella de Hollywood, Alex Kurtzman y Roberto Orci, que sitúan a la serie en un buen lugar para resistir en una temporada que se anticipa competitiva.

Una vez visto su primer episodio, tampoco extraña demasiado. El ritmo endiablado de su  primer capítulo te coge por la solapa, te mete en la boca un sin fin de referencias (entre las que el relato corto de Washington Irving, atención, ocupa sólo un lugar secundario) y  de propina te da un buen par de bofetadas para que no te muevas, por si acaso se te había ocurrido. La nueva Sleepy Hollow te deja, al igual que La Cúpula, entre seducido y humillado: por un lado logra que se nos olvide la película de Tim Burton en un plis y, en vez de sumergirnos en otro mundo de goticismo terrorífico, nos golpea a base de bien con referencias bíblicas, simbolismos arcanos, aquelarres varios y hasta batallas a lo Assassins Creed, servidas todas ellas por el director Len Wiseman (La Jungla 4.0, Total Recall) con un ritmo avasallador. Tal vez demasiado.

Porque a falta de ver futuros episodios, Sleepy Hollow comete el error de querer contar demasiado en muy poco tiempo, más de lo que podemos asimilar, tanto que un servidor se pregunta si era necesario revelar tal cantidad de información en un solo episodio. Un proceder que deja al descubierto su naturaleza de pastiche, anulando de paso cualquier asomo de expectación, de suspense, de creación de una genuina atmósfera (¿se acuerdan de Twin Peaks? Pues eso). En Sleepy Hollow campa a sus anchas el jinete de marras, pero también cierto trastorno de ansiedad, de hambre por el entretenimiento, de que la fiesta no decaiga ni un solo segundo y de aturdir al personal. Algo que parece caracterizar la narrativa, más o menos lúdica o profunda, de la era post J.J. Abrams o Christopher Nolan, dos directores que de todas formas -no se piensen lo contrario- mantengo en mi panteón de referencias particulares.

Dicho de otro modo: mucha trama y demasiada acción, y más cuando se supone que tenemos toda una serie por delante. Claro que eso no impide alabar la excelente factura (que veremos si mantiene la misma altura en posteriores capítulos, filmados en otra localidad, que ya nos conocemos) y las posibilidades que el invento deja abiertas. No nos dimos cuenta de que, al fin y al cabo, Sleepy Hollow era un nombre de pueblo, como Twin Peaks, Chester’s Mill o la mismísima Smallville. Y quizá por eso, tras las batallas de época y los sustos, lo que toma forma -lo confirmaremos o no en próximos capítulos- es un procedimental fantástico con un arco amplio combinado (¡el Apocalipsis va a llegar!) con un esquema de monstruo de la semana. Y es que del enfrentamiento de Ichabod Crane con el jinete sin cabeza damos un triple salto mortal para conectar a otra leyenda, los Cuatro Jinetes del apocalipsis de la Biblia, lo que sin duda da mayor recorrido a la trama para que se prolongue cuantos más capítulos, mejor. Porque aún me dejo cosas en el tintero, para no revelar demasiados spoilers.

Todo ello Len Wiseman, realizador que va a mejor en cada película pero que debería hacerse de una vez con un guión en condiciones, lo refleja con una cámara dinámica pero elegante, que en este primer episodio se reserva incluso alguna invención sorprendente (ver cuando Ichabod entra en el coche patrulla, o aquel que sigue la trayectoria del vehículo y se gira 180 grados, dando a entender que la normalidad en Sleepy Hollow está a punto de “darse la vuelta”). Wiseman debe de conocer bien algunos de los mimbres del relato, en tanto ha subido a bordo al actor Clancy Brown, bien conocido por el aficionado al fantástico por su papel de villano en Los Inmortales, y cuya presencia aquí no puede ser casual: al igual que en aquel clásico de los ochenta,  dos personajes de otra época que aparecen simultáneamente en otra futura, destinados a enfrentarse. O quizá quería decir Terminator: el tono azulado habitual de los planos del director James Cameron campan aquí a sus anchas en no pocas escenas.

Sleepy Hollow desembarcará en España en el mes de octubre en Fox.

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comentarios
1 lanavajaenelojo, día

Pies, no sé. Pero cabeza es verdad que no tiene, jejeje.