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'Juego de Tronos': se acerca el invierno... y el arte audiovisual

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Cuando hablamos de best-sellers y sus adaptaciones cinematográficas y televisivas, los lectores del original en papel a menudo sentimos un más que justificado miedo, teniendo en cuenta los precedentes de épocas pasadas. Algunas casposas (y limitadas en presupuesto) ficciones audiovisuales de otras décadas nos han puesto en guardia, y más aún si se remiten al universo fantástico, medieval o, como es en caso, una sutil mezcla de ambos. Para todos los lectores de Canción de Hielo y Fuego, la saga del autor George R. R. Martin, sólo existen tres letras que puedan calmar sus temores: HBO, la auténtica propietaria del “trono de hierro” que marca el rumbo a seguir en la pequeña (gran) pantalla.

Así es, la cadena que nos sumergió en el universo de las mejores series de televisión de los últimos tiempos, como Los Soprano o The Wire, nos transporta al continente imaginario de Poniente con todas las garantías de mantener intacto el espíritu de la serie de novelas que narran las luchas de poder en los Siete Reinos, sostenidos al comienzo de la serie por la figura del soberano Robert Baratheon. En esta primera temporada, seguiremos la intrincada red de conspiraciones, intrigas y auspicios de batalla entre las casas de Lannister, Stark, Greyjoy, Tully, Frey o los exiliados Targaryen. Partiendo del nombramiento de Ned Stark, fiel amigo del rey Robert, como su mano derecha, la serie nos acompañará a lo largo y ancho del continente (e incluso más allá) mientras cada jugador de esta auténtica partida de ajedrez político mueve sus fichas.

El argumento, brutalmente realista salvo chocantes detalles en momentos clave de la trama (los “caminantes blancos”, la conexión de los Stark con los lobos huargos, y demás detalles que no desvelaremos), nos muestra un mundo lleno de incertidumbre en el que un montón de cambios nos harán plantearnos eso de “quién es quién” con respecto a sus propósitos, moral y código de conducta. En dicho escenario, la casa Stark se verá obligada a tomar las decisiones que llevarán a los Siete Reinos por direcciones muy distintas. Pero por muchas disputas, batallas y complots palaciegos que aparezcan, no cambiarán la esencia de lo inevitable: el largo verano de ese mundo llega a su fin, y su destino es transformarse en ese invierno que “se acerca”, según nos recuerda el lema de la estirpe de Invernalia. En concreto, se acerca en forma de amenaza salvaje y desconocida al otro lado del gigantesco muro, que es a su vez frontera norte del reino. Y en cuanto a argumento, hasta aquí podemos leer.

Entre los puntos fuertes de la serie, cabe destacar la agilidad en la narración, que consigue absorber del original literario: en “Juego de Tronos”, cada personaje es un protagonista de pleno derecho en la acción, y la cámara alterna con maestría su presencia en la pantalla, con un ritmo que irá creciendo a lo largo de esta temporada. Pero hablamos de la HBO, una factoría para la cual la calidad no es suficiente, y su amplio presupuesto y múltiples localizaciones se corresponden en nivel con los actores que desfilan por este universo fantástico, en todos los sentidos.

Así, nos encontraremos con un reparto entre el cual destacamos a Sean Bean como Ned Stark, Aidan Guillen (el concejal Tommy Carcetti de The Wire) como Petyr Baelish o Peter Dinklage como Tyrion Lannister, personaje por el que acaba de recibir un premio Emmy. Todos ellos recitarán con perfecta dicción (se hace más que recomendable la versión original) los pasajes de Canción de Hielo y Fuego, respaldados por la rigurosa y ágil adaptación que David Benioff y D. B. Weiss configuran a lo largo de los diez capítulos de esta primera temporada, que se corresponde con la primera novela de Martin.

Gracias a esta extraordinaria recreación de fantasía, crudeza, y tensión, Juego de Tronos se ha convertido sin duda en un hito de la televisión de calidad. Un ejemplo perfecto de la competencia catódica que, gracias a entidades como la HBO, presenta batalla al mundo del cine con cada una de sus entregas. Y aunque habrá quien diga que aparecen la violencia, el sexo y la suciedad que pueblan las series históricas de los últimos años, no nos engañemos: esto no es Los Tudor. Aunque todo apunta a una saga, ya que Benioff y Weiss tienen ya el material para cinco temporadas, mientras el mundo espera a que George R. R. Martin prosiga con la continuación A Dance with Dragons, último volumen hasta la fecha de su obra magna.

Pero por lo que concierne al espectador, la segunda temporada desembarcará en menos de un año. Así que prepárense. Luego no digan que no están avisados. Recuerden que lo más estremecedor de Juego de Tronos está aún por llegar. En palabras de Ned Stark: “winter is coming”.

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comentarios
1 Jorge, día

La novela no tiene tanto sexo como la serie, si mucho 2 escenas explícitas y ya, también en la serie envejecieron a los personajes bastante, Danaerys no es lesbiana ni su hermano se anduvo acostando o bañando con las sirvientas, aunque la actuación de Sean Bean y el aspecto visual son lo mejor de la serie y lo rescatable, la ví poco, preferí leer el libro, en HBO apostaron mucho por el morbo.

2 Carlos, día

Coincido con Jorge. En la serie han recurrido, para mi gusto, demasiado al sexo explícito y al morbo. Es una forma útil para enganchar a cierto público, pero poco respetuosa con la novela. Algunos personajes están "reinventados" y no con mucho éxito. Personalmente, aun reconociendo que es una buena serie, me quedo con la novela.

3 elmoyenique, día

Comparto totalmente las últimas opiniones de Jorge y Carlos. A pesar de ello, debo apuntar que como serie de TV a mí me parece que es excelente, aunque yo en mi interin siga prefiriendo los libros. Salud.

4 jose luis, día

Yo no he leido la novela y empece a ver la serie porque me la recomendaron insistentemente. Debo decir que las dos primeras temporadas me parecieron buenisimas, pero la ultima me ha decepcionado mucho. El sexo aparece simplemente porque si y la matanza de la familia Stark hace que pienses si merece la pena seguir viendola. Creo que posiblemente el momento cumbre de la historia deberia haberse despachado en algo mas de cinco minutos. Pero insisto, no he leido la novela...