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“Doctor en Alaska”, un “oldie” para disfrutar siempre

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Repasando el apabullante panorama actual de la ficción catódica (repleto de series de enorme calidad y factura), uno se da cuenta de que, al igual que en la música o el cine, la ficción televisiva tiene ya su propia galería de clásicos. Algunos, como “M.A.S.H.” o “Canción Triste de Hill Street”, ya han entrado por méritos propios en ese “Salón de la Fama” de la pequeña pantalla que es el subconsciente colectivo de quienes fueron su público:   puede que ya sea hora de proponer a un nuevo integrante de tan selecto club.

Ante todo, y para aquellos españoles que no hayan seguido “Doctor en Alaska”, dos recordatorios importantes. Primero: sí, hablamos de aquella serie que La 2 de Televisión Española repetía a horarios infumables cada verano. Segundo, deberían haber programado el vídeo para grabarla, en caso de no ser noctámbulos. Porque se perdieron uno de los momentos más desafiantes a modas, convenciones, argumentos y tópicos que nos ha dado la pequeña pantalla.

Aunque quizá deberíamos empezar por el punto de partida de la propia serie, un programa de relleno que, inicialmente, se vería reducido a ocho capítulos que la cadena norteamericana emitiría en la primavera de 1990. A cargo del guión, dirección y producción, John Falsey y Joshua Brand, dos experimentados profesionales que venían de curtirse en algunos proyectos menores. Además, sobre el papel, la serie ofrecía algunos clichés clásicos en la televisión y el cine, o al menos, eso se deducía de su argumento.

Nuestro protagonista es el joven doctor Joel Fleischman, un joven médico judío de Nueva York, que se ve obligado a ejercer en un remoto pueblo de Alaska (Cicely), para pagar al estado la beca gracias a la cual se ha licenciado en medicina. Nos encontramos, así, ante el manido argumento del “pez fuera del agua”, con un joven urbanita teniendo que desenvolverse en un entorno que le es del todo ajeno (algo tan viejo como la serie de Eddie Albert “Green Acres”). El otro tópico lo tenemos en un alter ego femenino, personificado en la piloto Maggie O’Connell, una mujer independiente que chocará una y otra vez con el carácter neurótico y obsesivo de Joel, a la vez que ambos desarrollan una atracción mutua que no llegan a concretar: estamos ante la clásica situación de “tensión sexual no resuelta”, que hemos visto en innumerables ocasiones en la televisión (Mulder y Scully de “Expediente X” quizá sean el ejemplo más claro).

Y a partir de aquí, todo cambia. Porque, tanto a nivel de personajes, como de argumentos, licencias narrativas, diálogos y referencias culturales, “Doctor en Alaska” se sale de cualquier margen del guión. Valga como primer aviso este extracto.

¿Cómo lo han visto? Los que sean fans de este clásico, con una sonrisa. Los neófitos… quizá con escepticismo. Es algo que suele ocurrir cuando nos sentamos ante el televisor sin más pretensiones que ver pasar la acción que se nos ofrece, y de repente… unos tipos lanzan un piano con una catapulta en medio de la tundra. Esto sólo es posible gracias a la salvaje imaginación que destilan los guiones de esta maravillosa aventura que, por cierto, desde hace algún tiempo tiene ya su (merecido) pack en DVD.

En realidad, los méritos de “Doctor en Alaska” comienzan más allá de la premisa inicial, que ya he abordado, y empiezan a construirse (como la mayoría de las buenas representaciones escénicas) en torno a sus personajes. Un crisol de individuos a los que nuestro buen doctor tendrá que tratar, y con los que aprenderá entre charlas, filosofía y pasajes oníricos, una enorme cantidad de cosas sobre sí mismo y sobre el mundo que se extiende más allá de la “gran manzana”. Tenemos a Maurice Minnifield, un astronauta retirado y convertido en empresario obsesionado con llevar la civilización a la última frontera. Su mejor amigo, Holling, es un cazador que ha colgado la escopeta y ahora regenta el bar del pueblo, mientras vive su historia de amor con una adolescente llamada Shelley. Un chico indio llamado Ed, obsesionado con el cine, y el disc-jockey de la radio local, Chris Stevens (al que han visto tirar un piano un par de párrafos más arriba), completan el mural del pueblo de Cicely. Un ecosistema tan particular que no se corresponde con la televisión de 1990, eso por descontado.

Comparen si quieren: aquí no hay efectos especiales, se hacen prescindibles por los paisajes y los sueños de los personajes. Aquí no hay demasiada línea argumental; cualquier pequeña anécdota es objeto de la más intrincada reflexión, en ocasiones existencial, y en ocasiones tan banal como sólo es el arte. Y a lo largo de sus seis temporadas (y salvando el lamentable tramo final de la serie, motivado por desacuerdos monetarios y otros inconvenientes), esta Arcadia utópica del noroeste americano nos ofreció una muestra de arte, sabiamente aderezada con finales de capítulos impagables, narrados con extraordinarios temas musicales. Tantos, que me van a permitir si les adjunto un pequeño homenaje a su banda sonora.

Y poco más se puede decir, no hay palabras que puedan reproducir fielmente la sensación de haber encontrado un clásico auténtico de la televisión, de la narración, del arte como concepto contemporáneo. Una ficción que escapa a cualquier corsé de los que solemos emplear en este tipo de blogs, y que muchos definirán como “más rara que un perro verde”. Lástima que no hayan clonado al animal. Para aquellos empeñados aún en explicar los argumentos, contenidos y demás, les dejo con una respuesta de la propia serie: “Doctor en Alaska” va de esto.

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comentarios
1 lfgm, día

Estupendo el artículo sobre un gran clásico. Para entender un poco mejor la serie, es recomendable leer el libro de Joseph Campbell, El héroe de las mil caras, FCE (los propios guionistas confesaron su influencia en su trabajo. La otra gran influencia era la literatura rusa en la que eran especialistas)

2 Rubén, día

La serie mantiene un estupendo nivel hasta la quinta temporada, completa. Pero la sexta tiene algunas joyas (algunos capítulos magníficos). Muy al final Fleischman desaparece (el capítulo "The Quest"), y es reemplazado por un nuevo médico (y su esposa). Pero el alma de la serie había desaparecido. No es cierto que los últimos episodios fueran malos, y además creo que permiten quedarse con la idea de que todo sigue su curso cuando uno se va, que no es mala moraleja. Los últimos minutos, musicales, fueron muy impactantes, y muy tristes. Fleischman había vuelto a Nueva York y en Cicely, ese mundo paralelo, la vida seguía, de alguna manera. Hay que verla de cabo a rabo, de principio a final. ¡Qué seis temporadas!

3 Store troll, día

Qué grandes noches del viernes con Marilyn y las alocuciones.

4 Fleischman forever, día

Llegué tarde a la serie. Yo era un acérrimo consumidor de tv, y durante años me lamentaba "y estos tíos de la 2 que no paran de repetir al pelma ese". Hasta que un día ví un episodio, un día que te pilla con el paso cambiado, empezé a creer que la serie no era norteamericana, no puede ser que tanta surrealismo, onirismo, cubismo, y todos los istmos estén en una serie americana. Pero sí, era americana. Para quién no lo sepa después del doctor en Alaska su creador, David Chase, hizo algo que casi nadie conoce, creo, algo así como "Los Soprano". Evidentemente no fue casualidad lo de Doctor en Alaska. La televesión no estaba prepara entonces para esa explosión de inteligencia, ironía y buen gusto, y creo que todavía es una serie fuera de este mundo. Para mí la mejor serie de televisión de la historia, y creo que no soy el único que lo piensa...

5 palanca, día

Maravillosa, tenías esa sensación de alma henchida que queda tras haber visto arte.

6 ciceliano, día

Gran artículo, gran serie. Para ver a solas, en las horas nocturnas, concentrado en todo aquello que iba surgiendo de la serie. Gran banda sonora! Impagable! Onírica! Tantos momentos...La aurora boreal, un cameo de John Malkovich...

7 shella, día

¡¡¡insuperables!!! de las mejores series de los 90 que he visto y veré.

8 ROCÍO, día

¿Qué puedo decir de esta serie? yo grababa algunos capítulos sueltos en las cintas de vídeo VHS, y maldecía los días que TVE cambiaba la programación sin avisar, igual que me sorprendía gratamente cuando ponían dos capítulos seguidos. Aún así, no pude verla entera hasta que hace poco, adquirí toda la serie en DVD. Era algo que tenía pendiente. EXTRAORDINARIA, ORIGINAL, BUENÍSIMA LA BANDA SONORA ... Cada capítulo tiene su moraleja al final, es impresionante cómo tratan los grandes temas de la vida como son La Muerte, El Amor y La Amistad. La tengo como cabecera igual que los grandes libros. Me gusta volver a ver un capítulo en concreto dependiendo del estado de ánimo que tenga en ese momento, y siempre descubro algo nuevo en lo que no había reparado antes. Todos los personajes son muy buenos, aunque dentro de mis favoritos están Maurice, Holling y Ruth Anne, secundarios pero imprescindibles. Estoy totalmente de acuerdo con "Fleischmann Forever" en que se adelantó a su tiempo y que, sin duda, es la mejor serie de la historia.

9 Adolfo, día

En aquellos años, vi casi todos los episódisos, unos 95, y una vez que adquirí los dvd de todas las temporadas, descubrí episodios inéditos para mi. Soy como un personaje anclado en el tiempo. Es un tópico, pero será mi serie favorita. Aunque sigo algunas seríes y veo varias veces algunas peliculas. La esfera que rodeaba esta serie, era como pertenecer a ella. Siempre he deseado una vuelta de la serie a TV. ya imposible. Aunque el tiempo dirá, si algún loco productor la saca de las cenizas.

10 Carmen, día

Es asombroso! De los anteriores coments muestran que Cicely y sus habitantes provocaron en sus espectadores las mismas sensaciones, el mismo aprecio, la misma sorpresa, el mismo seguimiento ansioso de sus capítulos a través de aquel horario imposible...la misma memoria y alguna anécdota personal (la mía es que pasé años sin conocer el capítulo 1 y que cuando un amigo me lo pirateó fue el mejor de mis regalos) Después de ella vinieron las series de grandísimo presupuesto, todas las valoraciones sobre como construyen la verdadera nueva narrativa americana, los personajes escritos con rigor, la crítica social implacable... Dr. En Alasca sigue siendo mi preferida. me hice con ella en DVD y la sigo viendo. Se agradece una valoración tan pertinente como la de este artículo Alguien sabe si la edición en BlueRay mejora los créditos, es decir: información sobre los textos, la banda sonora, etc?

11 Francisco, día

Me encanta esta serie. Cambió mi vida. Grababa en VHS todos los capítulos para guardarlos. Cuando internet llegó a mi vida, los descargué y grabé en CD. Cuando me enteré que la habían editado en DVD la compré original. Y, aunque a mi mujer no le guste, espero seguir disfrutando de esta serie hasta el final. Un saludo a todos los fans.