Ya le hemos dicho adiós a Tony Soprano otras veces. Hoy tocaría decírselo a James Gandolfini, y recordar también al Virgil de Amor a quemarropa, pero el impulso manda. Para nosotros siempre será el gran gángster de New Jersey, el hijo de Livia y Johnny Boy. El grandísimo hijo de puta que mata a sangre fría antes de sentarse ante el Canal de Historia con un gigantesco bol de helado. El de los bocadillos de gabogool and vinegar pepeers y los puros habanos. El que se ha ido es Tony fucking Soprano, y esta vez para siempre.