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Érase una vez un recién nacido Banco de España

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Hace un tiempo escribí sobre el origen del surgimiento del banco central de España en el siglo XIX.

La fundación de un banco central nacional tuvo lugar en España a finales del siglo XIX (1874), con José Echegaray de Ministro de Hacienda. Como puede leerse en los comunicados de la época, la creación de esta institución vino en socorro de las delicadas cuentas públicas del momento.

Así, el ministro Echegaray dijo en la Gaceta de Madrid de marzo de 1874, que una vez “abatido el crédito por el abuso, agotados los impuestos por vicios administrativos [...]  forzoso es acudir a otros medios para consolidar la deuda flotante y para sostener los enormes gastos de la guerra que ha dos años aflige a la mayor parte de nuestras provincias [refiriéndose a la tercera guerra carlista]“.

Y estos otros medios consistían en un Banco Nacional, “nueva potencia financiera que venga en ayuda de la hacienda pública, sin desatender por esto las funciones propias de todo banco de emisión”.

Por tanto, se reconoce sin ambages que la creación del banco central español no fue un desarrollo natural que venía a satisfacer las necesidades de la economía española, sino una consecuencia de la mala gestión presupuestaria y las guerras que asolaron al país.

José Echegaray finalizaba su escrito justificando la creación de este banco nacional, que suponía la “concentración de todas las fuerzas financieras” (concediendo el monopolio de emisión de la moneda a esta institución), apelando a la “honra del país” y las “ideas modernas, grandemente comprometidas por una guerra tan injusta como sangrienta”.

Otros investigadores han estudiado el periodo anterior a la creación de la banca central en España (1856-1874), donde numerosas entidades tenían la posibilidad de emitir billetes propios. Así, el profesor titular de Historia Económica José Luis García Ruiz, de la Universidad Complutense de Madrid, en un trabajo titulado “Libertad de emisión en España, 1856-1874: una revisión”, llegaba a conclusiones que “tienden a mostrar que el nacimiento del Banco de España corno banco único de emisión en 1874 no fue un desarrollo natural”.

De esta manera se contradeciría la tesis dominante de que estos bancos monopólicos surgen para poner coto a la fuerte inestabilidad inherente del sector bancario y financiero en condiciones de libre competencia.

Ahora veamos algunas consecuencias del nacimiento del banco central español y las travesuras a las qué se dedicó durante sus años de dulce infancia. (Fuente: Catalán, J; Sudriá, C.; Tirado, D. (2001): “Peseta y protección. El debate historiográfico”):

el decreto de 19 de marzo de 1874 que otorgó al Banco de España el monopolio de emisión vino a alterar completamente las condiciones sobre las que hasta entonces se había desarrollado el sistema financiero español… el monopolio situó al Banco de España en una posición absolutamente privilegiada en el ámbito del crédito privado, en el que se le permitió permanecer. A partir de aquel momento y hasta la promulgación de la Ley Cambó (1921) todo el sistema financiero español giró estrechamente en torno al banco emisor.

Estos autores afirman que el periodo que fue del nacimiento del BC a 1914 fue un periodo de gran expansión bancaria, inicio del desarrollo de un sistema bancario moderno adaptado a las necesidades de la economía española. Pero matizan esta opinión:

es necesario observar que la estructura del sistema no era en absoluto equilibrada. Una entidad, el Banco de España, ocupada una posición casi monopólica. Mientras en 1874, detentaba el 53% de las cuentas corrientes totales del sistema, en 1914 esta proporción había alcanzado el 70%. La actitud del BdE respecto al crédito al sector privado estuvo siempre supeditada a las necesidades financieras del gobierno. El crédito a particulares y empresas concedido por el banco sólo superó al concedido al sector público a partir de 1906. Es decir, en los últimos ocho años del periodo que estamos considerando.

Bueno, los tiempos han cambiado, y cómo empezó en sus orígenes una institución no determina necesiariamente su actividad futura, es posible reconvertirse, etc. Pero me parece cuanto menos interesante recordar los orígenes del Banco de España.

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