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Los cínicos no sirven para este oficio

La noche que conocí a Gregorio Manzano acabamos hablando de lo divino, de lo humano y, al final, inevitablemente, terminamos haciéndolo también de Ryszard Kapuscinski, que era un periodista divino y, según cuentan aquellos que tuvieron la suerte de conocerle bien, definitivamente una buena persona. Me parece recordar que a Manzano, que también es un buen tipo, se las estaba haciendo pasar canutas algún colega de la prensa deportiva. Seguramente le diría que tuviera un poco de paciencia y, como el jiennense es más listo que los ratones colorados, salió con éxito deportivo de aquel trance. Del otro trance, del personal, no lo tengo tan claro porque imagino que al final nadie acabaría dando su brazo a torcer.

Una de las últimas veces que Goyo estuvo con nosotros en El Tirachinas y, después de hablarle tanto de aquel reportero polaco que me había llevado de la mano a la Etiopía de Haile Selassie y con quien había tenido la ocasión de viajar en high class hasta el Irán desquiciado del sha Reza Palhlevi, no pude por menos que regalarle Los cínicos no sirven para este oficio, una reflexión sincera sobre el oficio de periodista. El librito, de cien páginas escasas, me había llamado la atención por muchas cosas, pero, sobre todo, por una revolucionaria idea que Kapuscinski, maestro de reporteros, se había atrevido a decir en voz alta: "Para ser un buen periodista hay que ser una buena persona". La verdad es que los periodistas –¡y los deportivos ni les cuento!– no solemos salir demasiado bien parados cuando nos retratan desde fuera, de ahí que me impactara aquella idea tan simple y tan cierta a la vez: para ser un buen periodista, efectivamente, uno tiene que ser una buena persona. Me apropié de aquella idea de Kapuscinski.

Hace un mes, con motivo de mi cumpleaños, unos amigos me regalaron La guerra del fútbol, una serie de reportajes que tienen como protagonista al tercer mundo y que debe su título a la guerra que, con motivo de un partido clasificatorio para el Mundial de Méjico de 1970, estalló entre Honduras y El Salvador un año antes. No he terminado de leerlo, entre otras cosas porque me he vuelto un vago de mucho cuidado, pero prometo dar buena cuenta de él. Ayer murió Kapuscinski. Desconocía que estuviera tan enfermo. Me dio tanta pena enterarme de su fallecimiento como alegría tuve el día que le concedieron el premio Príncipe de Asturias de la Comunicación. Otro amigo, al conocer la noticia de su muerte, me mandó el siguiente SMS: "Ha muerto tu ídolo". Ha muerto uno de ellos, sí, lo reconozco. Tengo que llamar a Gregorio Manzano para contárselo.

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comentarios
1 hirvalui, día

Que Dios lo tenga en su gloria.

2 BenGrimm, día

Descanse en paz... Recuerdo que mi profesor de literatura (Saludos a D. Emilio, aunque seguro que no esta leyendo esto) nos decía que la palabra "cínico" venía de "cánido". Es triste ver como en tu profesión, Juanma, hay "trabajadores" que confunden el oficio del periodismo en su rama investigativa como un cánido ejercicio consistente en escarbar en la tierra o el estiercol, volcar contenedores para sacar y rasgar bolsas de basura y alimentarse de carroñas variadas en diversos estados de putrefacción. Por suerte no todos los periodistas son así. A esa subclase yo los denomino "Mierdodistas", y me caen tan mal como los agentes inmobiliarios o los abogados. Lo siento por los que haya aqui que pertenezcan a esas dos profesiones, pero es mi opinión vista la forma que tienen de ganarse la vida.

3 baudilio, día

No puede ser otra cosa. Los virus que han invadido a este hombre son del genero okupa y ahora tendrá que demostrar ante la autoridad judicial competente, que sí; que esa despejada frente, excesivamente despejada hacia atrás, es suya; que el resto del cuerpo que se le imagina debajo de la foto que todos conocemos, también. Tendrá que presentar sus títulos de propiedad, partida de nacimiento y recibo al corriente de la Asciación de la Prensa. Los virus contraatacaran y dirán que ha invadido su intimidad a golpe de Frenadol. O sea que tardará una temporada en volver a su ser. Al referirse a Kapuscinski habla "...de aquellos que tuvieron la suerte de conocerle...". En esos términos se refiere uno a alguien que no conoce personalmente y solo por referencias de terceros. Pero hete aquí que va luego y nos cuenta lo del "...reportero polaco que me había llevado de la mano..." A primera vista uno se plantea si este misterioso reportero no sería Kapuscinski, pero ¡ si no lo conocía! Qué lío. Luego se plantea uno si no será una licencia literaria del okupado y que viajó de su mano por los caminos de la lectura y gracias (es poco probable que la COPE le page viajes en high class). Pues a lo mejor es así, pero no está nada claro. Insisto, vaya lío. A ver si otro día se expresa mejor. Y luego la traca. El último lunes, en el pseudo-chat, alguien le preguntó como era su vida diaria. Trabajo, trabajo y trabajo contestó. Nada de vicios, espíritu puro. Pero en el último párrafo va y nos dice que "... me he vuelto un vago de mucho cuidado...". Lapsus freudiano, lapsus teclae como los lapsus linguae de ZP. ¿Trabajo, trabajo y trabajo? Anda ya, que se te ha visto el plumero. Y no abuses del Frenadol que luego pasan estas cosas.

4 BenGrimm, día

Esto me recuerda que habia una comida por ahi pendiente... Ahora que somos mas, podríamos montar una concentracion para celebrar el aniversario del blog... ;)

5 pisha, día

Estimado Bengrimm: Ten cuidado con las profesiones con las que te metes y eso que no pertenezco a ninguna de las 2, aunque estoy ligado a alguno de los dos mundos mencionados. El generalizar es muy peligroso y no sé a qué te dedicas exactamente ni me interesa pero seguro que no te haría ilusión que te metieran con las manzanas podridas de tu profesión

6 BenGrimm, día

Hablo así de las tres profesiones porque las tres se nutren de manera descarada de los estados de necesidad de las demás personas. En una entrevista de trabajo en una inmobiliaria me dijo el tio que lo primero que habia que hacer era firmar la exclusividad porque eso signficaba que automaticamente la inmobiliaria se metia en el bolsillo dos millones de las antiguas pesetas de comision. Porque claro, el BMW de los caros que aparca el de la inmobiliaria en la puerta hay que pagarlo. Cosas como esas son las que hacen que los precios de los pisos de mi barrio se hayan multiplicado por 10 en 20 años, o por 5 desde 1992 En cuanto a los abogados, entre los que tengo buenos amigos, mejor no me tires de la lengua, porque los conozco vagos, maleantes, vendidos y zascandiles. ¿Mi profesión? Preventor de riesgos laborales, de los que se pelean todo el dia con los rácanos de los patronos, los vagos del comité de empresa y los "valientes" trabajadores que quieren hacer las cosas incorrectamente y sin equipos de protección. Como ves, hay cera bastante para repartir para todos.