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Europa no sabe qué hacer ante la crisis libia

 

No era una cuestión de tratados. Hubiera dado lo mismo con el de la Constitución que con el de Lisboa. Los europeos ni tenemos una visión común sobre qué hacer en política exterior ni voluntad de asumir responsabilidades. No disponíamos de una política hacia el norte de África que mereciera tal nombre. Eso sí, habíamos empleado dinero, bautizado iniciativas, convocado cumbres y seminarios... para llenar el vacío de nuestra insustancial política. Pero cuando llegan las crisis de verdad el tinglado se viene abajo como lo que es, cuatro palos y una tela.

Nuestros dirigentes no supieron cómo reaccionar en un primer momento, atrapados entre el discurso políticamente correcto de apoyar la democracia y la realidad de una intensa colaboración a varios niveles con el régimen de Gadafi. Como las elecciones mandan y los votantes quieren estar de parte de los buenos, nuestros gobernantes condenaron al líder libio y exigieron su salida inmediata. Pero las palabras las carga el diablo cuando de improvisar se trata. Resulta que Gadafi nunca confió en sus militares porque, de la misma forma que él uso las Fuerzas Armadas para dar un golpe militar, a cualquier otro oficial se le podía ocurrir hacer lo mismo. Las unidades andaban justas de munición, salvo las férreamente controladas por su propia gente. Mientras la prensa daba por hecho el triunfo de los sublevados, la aviación se ocupaba, con alarmante falta de pericia, de volar los polvorines importantes que habían quedado en su zona. Echarle no va a ser fácil, pero su continuidad resulta ya intolerable para los dirigentes occidentales, que han identificado la causa de los rebeldes con la democracia en un alarde de estulticia de los que hacen época. Ahora resulta que el ministro de Justicia de Gadafi, el responsable de mandar a la cárcel a todo disidente, es el máximo adalid de la democracia en Libia.

La Unión Europea ha fijado posición. Estamos en contra de Gadafi, podemos considerar imponer una zona de exclusión aérea, pero para dar ese paso exigimos que la Liga Árabe y el Consejo de Seguridad lo autoricen. Creo que no está de más detenernos sobre estos puntos:

 
  • Si tan malo es el dictador Gadafi, ¿cómo es que hemos necesitado décadas para considerar el uso de la fuerza? El argumento de que está aplacando violentamente un levantamiento popular democrático es falso. Es un conflicto tribal, donde la histórica división entre Cirenaica y Tripolitania cuenta y de qué manera. Es un ajuste de cuentas entre la elite que lleva años gobernando, de ahí que el ministro de Justicia, vaya ironía, encabece la revuelta.
     
  • Una zona de exclusión aérea es un acto de guerra, que supone la anulación de la artillería antiaérea, el control del espacio aéreo y, consiguientemente, la garantía a los rebeldes de que sufrirán en su avance un castigo menor ¿Hay alguna razón por la que tenemos que apoyar a unas tribus frente a otras, que confiar menos en Gadafi que en su ministro de Justicia?
     
  • La Liga Árabe es una de las organizaciones más inútiles del panorama internacional; está formada por estados que tienen en común su carácter dictatorial, represivo y antidemocrático y sus reuniones son lo más parecido a una cumbre de gangters que uno puede encontrar en el panorama internacional ¿Álguien puede explicar por qué la Unión Europea necesita el consentimiento de una organización formada por regímenes antidemocráticos para defender la democracia en Libia? ¿Es que Gadafi es peor que el resto? Al menos el dictador libio nos pasó la información necesaria para desmontar la red de proliferación nuclear organizada desde Paquistán, mientras otros continúan alimentando con su dinero la expansión del fanatismo por estas y aquellas tierras.
     
  • El Consejo de Seguridad es un directorio carente de reglas democráticas, donde dictaduras como la rusa o la china pueden vetar acciones de estados u organizaciones democráticas ¿Por qué carecer de una resolución ad hoc no fue importante en Kosovo o en Iraq y sí lo es ahora? ¿Qué clase de política es la nuestra si cada crisis nos obliga a replantear los principios de nuestra acción exterior?

Más allá de los acuerdos formales estos días hemos asistido, una vez más, a la representación de un desacuerdo de fondo entre los que están dispuestos a actuar en política internacional -el Reino Unido y Francia- y el resto que, encabezados por Alemania, se han instalado cómodamente en un conjunto de contradicciones que no parece incomodarles. Francia ha hecho gala de su vocación de ser y el Presidente ha recibido a unos representantes, o algo así, del Consejo rebelde. El gesto parece ir dirigido a Bruselas, pero a la postre no pasa de retórica hueca. Lo importante es que ni la Unión Europea ni la Alianza Atlántica tenían, tienen o tendrán una estrategia para Oriente Medio. Sin la amenaza soviética y sin el liderazgo estadounidense el Viejo Continente se encuentra preso en una burbuja de realidad virtual. El discurso políticamente correcto, la maraña institucional, el estado de bienestar han logrado confundir de tal modo al común de la gente que Europa avanza decididamente a la deriva sin que casi nadie parezca preocuparse. El día en que el servidor que mantiene el matrix “se caiga” y la dura realidad se haga evidente los europeos se llevarán una más que desagradable sorpresa.

 

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comentarios
1 macarthu, día

Es lo que hay. Hipocresía al más alto nivel y los mismos que se abrazaban a Gadaffi hace dos días, ahora le repudian. De todas formas no esperemos gran cosa, los europeos con España entre ellos, no harán nada, y los americanos, me da en la nariz que han dicho que verdes las han segado y que ya están hartos de sacarnos las castañas del fuego. Con lo que pasará es que los rebeldes se van a ver más solos que la una y si al fin se deciden a hacer algo, ya habrán caído unos miles. Una pena.

2 olioagua, día

La Liga árabe ya ha solicitado formalmente el establecimiento de una zona de exclusión aérea, así que sí esa era la condición no tienen excusas los europeos, pero estoy con usted en que se dejarán llevar por lo que haga USA. Al menos en este caso no habrá lugar al hipócrita comportamiento respecto a la intervención en Irak. De todas formas me ha agradado que esta vez Sarkozy fuera tan contundente (he leído que en el Eliseo han llegado a plantearse todas las alternativas incluida la de bombardear a Gadafi) y que Cameron parece que sigue sus pasos. Me gustaría conocer sobre los distintos miembros que componen el gobierno provisional establecido en Bengasi. Por un lado no estoy tan convencido como usted que no ocurra como ha sucedido en Egipto o en Túnez que los provenientes del antiguo régimen que intentaron mantenerse a flote acabaran barridos en posteriores oleadas aunque sí que coincido en que el caso de Libia tiene un componente fuertemente tribal que en los otros casos no existía.

3 angelfac, día

Lo único que siento es la mala fortuna de Reagan cuando falló en el bombardeo sobre Gadafi.

4 Hegemon1, día

Pues estas tempestades son resultado de aquellos vientos sembrados. Si ahora mismo no tiene una postura coherente Europa es porque jamás defendió los mismos principios independientemente de qué situación se afronte. En su día se tenía que haber acabado con Gadaffi pero llamaron a los americanos asesinos precisamente por parar los pies al asesino. Ahora miran todos a ver que hace al primo de Zumosol, el mismo primo que muchos critican cuando se mueve. Esto pasa por ser demócratas un día y otros unos especuladores políticos. Hay un enfrentamiento que obliga a defender nuestro estilo y modo de vida. Engloba la democracia y la libertad. Si se tiene que defender en 1980 se debe defender en el 2011. Cuando Busch dijo que había que acabar con estos regímenes no lo decía por decir. Ahora se le echa de menos. Si estamos a ver qué pasa y esperando a que los hermanos musulmanes de uno y de los otros nos permitan intervenir es que preferimos no molestar al toro que torearle de una vez. La Liga arabe, según le convenga, derrocarán a Gadaffi. Sino no permitirán que Europa intervenga. Pero tenemos que tener bien claro que no estamos hablando de implantar una democracia en libia, sino en intervenir en un conflicto árabe de intereses locales.