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Y, más allá de Dios, Polanco

Una potestad niegan los Padres de la Iglesia aun al Dios mismo Infinito: hacer que lo que sucedió no haya sucedido; equívoco que sólo viene de un uso anfibológico del lenguaje.

San Agustín:

“Puede decirse que son tres los tiempos: presente, pasado y futuro: presente, pasado y futuro, como abusivamente dice la costumbre; dígase así, que yo no curo de ello, ni me opongo ni lo reprendo; con tal que se entienda lo que se dice y no se tome por existente lo que está por venir ni lo que es ya pasado”.

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El País. 11/12/2005. Bajo el antetítulo Las primeras horas del Prestige y el titulo Las cintas secretas del Prestige:

“La catástrofe del Prestige puede ser objeto todavía de importantes novedades una vez cumplido ya el tercer aniversario del hundimiento del petrolero. La polémica orden de su alejamiento de la costa se dio el día 13 de noviembre de 2002, apenas un par de horas después de conocerse que el petrolero zozobraba en aguas gallegas, cuando no se tenía ningún dato sobre el estado del barco y su tripulación. La versión oficial insistió en que tal decisión se tomó en la tarde noche del día 14 después de celebrarse varias reuniones de expertos, de las que no se levantaron acta, por lo que no hay prueba documental. Eran aproximadamente las cinco de la tarde del 13 de noviembre cuando José Luis López Sors, director general de la marina mercante, le dijo a Pedro Sánchez, jefe del Centro Nacional de Coordinación de Salvamento (CNCS): "La consigna es que cojan el barco, les puedan dar un cabo y que lo separen de la costa hasta que se hunda". La frase es textual. Y algo más importante: está grabada”.

Y el texto, firmado por un tal Luis Gómez, despliega, una a una, las piezas de amenazante artillería con la que el PSOE comenzará a abrir fuego de desgaste sobre las posiciones de Mariano Rajoy, en el día mismo en que Otegui revela cómo hacía ya más de cinco años – esto es, en plena vigencia del pacto de Estado contra el terrorismo – que el PSOE mantenía contacto y diálogo estables con ETA.

El País, 14/12/05. Editorial. Bajo el título de La grabación:


“La grabación que Izquierda Unida (IU) ha entregado a la juez de Corcubión, que investiga la catástrofe del Prestige, revela que la decisión de alejar el buque fue tomada en los primeros momentos tras detectarse la avería que acabaría hundiendo el barco y sin asesoramiento técnico alguno. El dato podría tener trascendencia judicial en los dos procedimientos abiertos (uno de ellos en Estados Unidos) y, por tanto, también en las indemnizaciones reclamadas. Más discutible es que tales revelaciones justifiquen las comparecencias parlamentarias de Rajoy y Álvarez Cascos, entonces vicepresidente y ministro de Fomento, que ha pedido Izquierda Unida.

La idea de que había que alejar el barco de la costa fue intuitivamente compartida por muchas personas sin conocimientos técnicos. Los estudios existentes recomendaban sin embargo todo lo contrario, según indicaron los expertos y confirmó la realidad. La "consigna" de alejar el barco "hasta que se hunda", transmitida por el entonces director general de la marina mercante, José Luis López Sors, fue la peor de las soluciones, porque sólo sirvió para extender el daño a un área mucho mayor y para dificultar la recuperación del fuel: no es lo mismo hacerlo a 60 metros de profundidad que a 1.800. El reproche a los que intervinieron en la decisión no es sólo de ignorancia, sino de intentar esquivar responsabilidades incómodas como la de decidir hacia qué puerto debía conducirse el barco, a despecho de las reacciones previsibles de la opinión pública más directamente afectada. Y de ocultación sobre el momento y las circunstancias -con asesoramiento técnico o no- en que se tomó la decisión.

Todo ello deberá ser sopesado, con otras pruebas o indicios, en el procedimiento judicial. El ex director general de la marina mercante ya asumió la plena responsabilidad de la decisión ante el juzgado, por lo que, sin nuevos datos, no tiene sentido extenderla hacia arriba. Otra cosa serían las responsabilidades políticas, en particular las del entonces ministro de Fomento. En el caso de Rajoy su nombramiento como coordinador de todas las operaciones relacionadas con el asunto fue posterior al hundimiento del barco, por lo que tales responsabilidades sólo podrían referirse a su papel como vicepresidente. Pero entonces, ¿por qué Rajoy y no Aznar? El hecho de que el primero sea hoy el jefe de la oposición no podría ser un argumento. Y en todo caso, es un criterio generalmente admitido que las eventuales responsabilidades políticas fueron solventadas en las elecciones que perdió el PP. Insistir por esa vía tres años después, resucitando la subcomisión parlamentaria constituida en su día, resulta hoy bastante artificioso”.

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El Dios de los Padres de la Iglesia no podía hacer que lo hecho dejara de haberlo sido. El País, naturalmente, sí. Su modernidad despótica nada tiene que ver con esos escuálidos arcaísmos que son los devaluados dioses del monoteísmo. Y su esencial analfabetismo – bajo el cutre barniz brillantón al cual erigen en cultura – inhabilita para comprender nada de la serena admonición agustiniana:

“Porque pocas son las cosas que hablamos con propiedad, muchas las que decimos de modo impropio, pero que se sabe lo que queremos decir con ellas”.

Y, ¿quién pondría en duda que Don Jesús – o quizá el Juanli Cebrián azul Mahón de siempre – sabe muy bien lo que quiere decir con este extraño trabalenguas de desechar hoy como artificioso lo por él anteayer “artificiado”?



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Los dioses han cambiado. Y, por encima, Polanco.

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