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Nápoles, sin tiempo

Nápoles de día gris. Bellísimo. Pero no es la belleza esto que aturde al viajero. Es, más bien, una ausencia: la del tiempo. Perceptible muy pronto, cuando aún el viajero no ha aprendido a verse como una cosa entre las inmodificables cosas de sus calles. Algo me está aleteando en la memoria, de pronto; trato de capturarlo antes de que se trueque en humo, como todo. La certeza displicente de una voz en Lampedusa: "somos dioses". Habla la voz, claro está, de los sicilianos. Pero es igual aquí. "Y ellos, los otros, creen poder cambiarnos. Se equivocan. Nada cambia a los dioses". El cambio es el pago de una primordial culpa, que Anaximandro identificó el primero: "allá de donde vienen, allá retornarán; en el curso del tiempo deben pagar la pena contraída". Ser dios es no saber del tiempo. En muy extraños cruces de camino, el hechizo de los hombres se conjura. Ciudades siempre. Muy pocas. Donde la inacabable tortura del decurso  cede a la no menos inacabable tortura de su ausencia. Y todo lo que, fuera de ese círculo de tiza que ha en torno suyo trazado el brujo o el alquimista, pueda o no acontecer, carece de sentido. Y el viajero que intenta aquí nombrarlo sólo obtiene hojarasca. Y se oye a sí mismo hablar como aquel que  escucha susurros de papel quemado, y, poco a poco, su voz le es más y más insoportable, y, al fin, calla. Nada de las prolijas palabras, hijas del tiempo, significa nada en Nápoles. Desde el cielo del avión que desciende hacia la costa por la noche, las luces de la ciudad son ascuas diminutas que espejean como aquellas cenizas bajo cuyo voladizo terciopelo vetas de lava roja congelaron, no una ciudad, un alma. Nada volvió a moverse. Nápoles es el cristal en que el viajero se ha dejado apresar, para, como el insecto, eternizar el vértigo de un vuelo que el ámbar fósil trueca en fragmento infinito.  Lo eterno es eso: una orfandad sin límite. La ausencia del sentido que acotan calendarios y relojes.

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1 Garven, día

¿Congelaron un alma?, ¿Una esencia? ¿Existe la esencia? ¿Congelaron el alma de Nápoles? Eso querría decir que podrían congelar el alma del País Vasco o de Cataluña, queire decir que existen las esencias nacionales. Muy materialista no suena esto, más bien suena a lo contrario. Trrsite decurso el de las historias personales. Hermoso es morir joven como los héroes griegos.

2 Cavernic, día

Es el Lucrecio lírico, recien pasado por otro Combourg. "Tras haber andado a la ventura, agitando mis manos, abrazando los vientos que se me escapaban como la sombra objeto de mis persecuciones, me apoyaba en el tronco de un haya; miraba los cuervos que mi presecia hacia alcanzar el vuelo de un árbol para posarse en otro, o la luna arrastrándose sobre la cima desnuda del oquedal: me hubiera gustado vivir en este mundo muerto, que reflejaba la palidez del sepulcro. No sentía ni el frío ni la humedad de la noche; ni siquiera el aliento glacial del amanecer me habría sacado del fondo de mis pensamientos, si a esta hora la campana de la aldea no se hubiera dejado oir" No todo es geométrico.

3 QRM, día

Yo siento el peso de las vidas pasadas cada vez que entro en la iglesia de mi pueblo. La angustia de tantas oraciones,de tanta esperanza, de tanto amargo arrepentimiento; tanta misa de difuntos; el llanto bautismal de los nacidos; el olor espeso del incienso, que oculta, con pudor romano, el olor a muerto y a sudor; tantas vidas vividas, tantas muertes sentidas...Todo eso ha impregnado el granito de las columnas,los arcos y las bóvedas; las losas olvidadas que esconden olvidados sepulcros que demuestran lo ridículo de las vanidades mundanas.Tanto querer destacar aún después de muerto y ya nadie guarda memoria del triste caballero.Unos despojos sin nombre. ¿Dónde fueron a parar las alegrías y las penas de los que nos precedieron? No todo se ha perdido. Parte se ha filtrado por los poros de estas piedras que hace novecientos años fueron labradas a mayor gloria de Dios. Mejor decir, a mayor gloria del Hombre. El es su propio dios desconcertado. El orgulloso Señor Santiago amenaza con su espada.Tanto tiempo, y aún erguido. Abuelo maltratado por su estirpe, que ha malbaratado su herencia, se avergüenza de sus mayores y escupe sobre su propio nombre. Cuanto desprecio siente el mezquino por sus propios siervos, y cuanta lujuriosa pasión por sus amos. Veneración por la mano que fustiga, odio por la que alivia.Los niños mal criados siempren guardan rencor a sus mayores. !Cuánta pena de sí mismos tienen tús vástagos! Pero Roma no muere nunca, y nos llama, con esa voz que sólo escuchan las entrañas, y nos agarra de las vísceras y nos tortura. Somos enanos a lomos de gigantes, que queremos escapar del pasado como de nosotros mismos. Triste condición de españoles, enfrentados a estas piedras que, como el pasado,siempre estarán ahí, reclamando audiencia a unos oíos corrompidos que sólo se complacen con la mentira. Pero la verdad, como los muertos, siempre reflota. ¿Como hemos llegado a ésto?

4 ferrador, día

Una de esas hermosas ocasiones que tenemos de poder leer a Lucrecio en todo su esplendor. Al literato y al filósofo juntos. ¡Qué diferencia con tantos y tantos escritores dedicados a juntar palabras! Maestro.

5 crates, día

El tiempo, esa mentira. Necesaria y paradójica, de nuestra limitada razón incapaz de concebir “sub especie aeternitatis”. Incapaz de percibir que todo es cambio; obligada, para el entendimiento, a cargar con los universales, con los arquetipos, y con el lenguaje (arquetipo, también; otra mentira); es decir, obligada a recurrir a lo inexistente, a lo irreal para entender la realidad. Paradoja. Soy lo que fui y lo que seré. Sin tiempo, la eternidad. Atributo de la ilimitada mente de Dios. Así, dioses todos y cada uno. Así, libres. De toda servidumbre. De la peor de todas, del miedo a la muerte. Gracias, Lucrecio; a veces es preciso que alguien nos invite a apartar los ojos –aunque sea por un momento- de tanta mezquindad.

6 alauda44, día

De Nápoles me quedó, querido y admirado Lucrecio, un doble recuerdo. Uno sereno y ordenado: el del museo arqueológico donde encontré el mosaico de los jóvenes estudiantes que aparecía en mi libro de latín del instituto; el del patio barroco ornado de calaveras de vacía e insistente mirada. El otro, desordenado, feo, aunque vital: el del presente de caótica circulación, de tendales de ropa estilo neorealismo italiano, de riadas de basura... y en ambos casos la sensación de una familiaridad sorprendente, más que por el tiempo, por el espacio.

7 quijosan, día

No seré yo quien niegue muchos de los méritos de Lucrecio, pero como no aclare su posicionamiento vital es posible que acabe formando una especie de hetería de suicidas para dejar este jardín de lágrimas. Yo prefiero, con todo, a otro tipo de personas que procuran dar de lado a la melancolía, y actuan con otro tipo de pasión que, en vez de menoscabar, fortalecen nuestra acción. Ayer pude oír a don Gustavo Bueno en la Manifestación convocada por el Foro de Ermua en Bilbao (echándole bemoles) a favor de la unidad de España. Nos dijo que estábamos allí no como “hombres”, sino como españoles, porque pertenecemos a una nación política a la que admiradores de dementes (como Sabino Arana) y traidores (como Zapatero) quieren destruir. Y terminó diciendo que, “contra” Ibarreche, Arzallus, Zapatero, y tantos otros, gritaba “¡Viva España!”. Y todos contestamos “¡Viva!”. Y al final escuchamos el himno nacional. No es poesía, ni literatura, pero a mí me pareció mucho más emocionante que lo que nos cuenta Lucrecio. Pero, sobre todo, me pareció más inteligible, mucho más valioso para fortalecer nuestra “potencia de obrar” (Espinoza).

8 alvarosa, día

Todo el mundo tiene derecho a momentos de melancolía, sobre todo en un momento como el que estamos viviendo. Pero eso no quiere decir que otros dejemos de dar nuestra opinión. Más vale que nos vayamos preparando para sobrevivir en un estado de no-Derecho. Si el Gobierno, los jueces, la policía y las Fuerzas Armadas no cumplen ni hacen cumplir la Constitución, ni nos protegen ante la violencia y la extorsión, es absurdo que les financiemos con nuestros impuestos. Y en un estado de no-Derecho el Estado no puede tener el monopolio de la fuerza. Cualquier ciudadano libre y autónomo tiene derecho a defender a su familia, su propiedad y su forma de vida. Si el Estado no defiende al ciudadano de la violencia y la extorsión terrorista, si el Estado no es capaz de garantizar la soberanía nacional y la integridad territorial, todos los ciudadanos libres y autónomos tenemos el derecho y el deber de hacerlo. Incluso por la fuerza. ¡Constitución o armas!

9 Witness, día

Cuando el transcurso del tiempo se hace tan presente que nos a pensar en él, mala señal. Los minutos, aunque no hayan cambiado su sustancia, aunque no hayan variado su medida a la manera relativista, adquieren la forma de instrumentos dañosos y la conciencia de su proximidad despoja al pensamiento de la lóriga de la racionalidad para dejarnos desnudos ante la melancolía, acaso placenteramente, acaso penando por las heridas de la memoria. Pocos lugares hay en que esta conciencia de la transitoriedad se revele de manera tan diáfana como en los campos y costas de la Campania. Colinas feraces; huertas que parecen dar aún los frutos que proveían a las urbes de la Magna Grecia; y el aire de las tardes, la atmósfera dorada de crepúsculos cuando ya los celajes han desplazado a las brumas y el Mediterráneo apenas distorsiona las transparencias del aire casi inmóvil. "En aquellos días, cómo los parterres florecían mientras en los huertos claros la juventud dormitaba con el ardor del gladio aún en los ojos y el sabor del último banquete fragante todavía entre los labios." Estoy escuchando, justamente en este momento, los preludios de Debussy y ya está a punto de sonar "Les collines d' Anacapri". Luz y color sonoros que engendran en la distancia menos la dicha de un recuerdo que el pesar por su pérdida, que el desasosiego por su inútil belleza frente a los que claman por la ridícula propiedad exclusiva de alguno de los rincones de este planeta.

10 crates, día

Quijosan, me parece muy respetable tu opinión. Por supuesto no hablo en nombre de Lucrecio, él podría hacerlo, si lo deseara. Expreso mi opinión; además me siento aludido por la expresión “hetería de suicidas”. Hetería no viene en el diccionario de la Real Academia Española ( vigésima segunda edición); por la raíz etimológica, supongo que debe significar algo así como corte –en el sentido peyorativo del término-, o caterva. Parece que tengas algo contra los suicidas, la poesía y la melancolía. El suicidio es una decisión personal. La última suprema manifestación de la libertad individual. Y como todas aquellas cuestiones que sólo conciernen a la intimidad individual, absolutamente respetable. Respecto a la poesía, es cuestión de gustos; sin lugar a dudas, yo la prefiero a las arengas. Y en cuanto a la melancolía, es un rasgo del carácter (propio de las personas inteligentes –Aristóteles dixit; entre otros) y una actitud ante la vida. Ambas cosas absolutamente personales. Respetabilísima, por tanto. Y, como en todo, hay a quienes le agrada y a quienes no. Amigo quijosan, o mucho me equivoco o aquí no vas a encontrar lo que buscas. Lo siento por ti, afortunadamente para otros.

11 crates, día

Se me olvidaba. Enhorabuena Witness, tu comentario es muy bello.

12 QRM, día

Crates: El suicidio no tiene nada que ver con la libertad, porque si se ejercita, ésta desaparece. Tampoco venderse a uno mismo voluntariamente como esclavo está ni remotamente relacionado con la libertad, por lo mismo. Son dos casos idénticos, y nada respetables. La libertad está por encima de nuestra voluntad, si con ella pretendemos abandonarla. No podemos, estámos sometidos a la libertad como a las leyes físicas, y huir no es más que locura o cobardía. No soy ningún experto, pero el suicidio tiene más que ver con la enfermedad mental, en la mayoría de los casos, por lo que el suicida merece conmiseración. En otros, más bien con la cobardía o el capricho, de quien no fue educado para la lucha que significa la vida, y merece desprecio. Tampoco me parece a mí que Lucrecio haga apología del suicidio, más allá de las licencias poéticas.

13 Arturito, día

La mayoría de los suicidios consumados arranca de procesos depresivos, adicción a drogas como el alcohol, trastornos de personalidad, etc. Pero un 6% del total son los llamados "suicidios racionales": se les supone plena responsabilidad moral en su huida hacia adelante y surge el conflicto entre paternalismo médico y autonomía del "enfermo". El servicio a la verdad obliga a considerar que: - Toda definicion cerrada y pendiente de criterios "externos" de autonomia personal tiende a tener implicaciones, como minimo no pretendidas, de tipo paternalista. - Ciertas disciplinas médicas han sido usadas historicamente al servicio de la voluntad de poder y biocontrol de castas funcionariales y del estado-terapeuta-socialdemócrata moderno. Y se cuestiona incluso su supuesto y pretendido caracter cientifico como coartada para el paternalismo obligatorio. Evidentemente, si yo veo a álguien a punto de saltar desde una cornisa voy a impedírselo independientemente de lo que digan Szasz, Laing , Foucault o cualesquiera "tests".