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Exorcismo Prestige

Otra vez el Prestige. Como el buque fantasma de las mitologías nórdicas, que infinitamente repite su naufragio en cada tenue partícula del infinito tiempo. ¿Cuántas veces nos ha sido resucitado el accidente (porque es de un accidente de lo que estamos hablando, nadie lo olvide, un accidente, no una tragedia, mucho menos un crimen, tragedia y crimen fue el GAL, que no retorna)? ¿Cuántas, se nos ha hecho revivir en las pantallas (¡ah, aquella mentirosa obscenidad de Milá pescadora en fin de año, que pasará a la infame historia de la perversidad televisiva!) el hundimiento de esa chatarra con que nos obsequió la mafia rusa hace dos años? Y, en el tiempo ficticio de Prisa y de los televisores, el accidente sin víctimas de hace dos años tiene más peso presente que la cataclismática voladura de la nación con que culmina el Gobierno Rodríguez Zapatero veinte meses de avance vertiginoso hacia el abismo.

***

¿Cuántas otras veces se nos exhibirá la triste imagen de bucólicas playas que maculó el chapapote, arquetipo del mal más impecablemente fotogénico: el único que mal que cuenta para el mundo-videoclip que suplió hace mucho al mundo?

¿Cuántas?
-La respuesta, en forma de exabrupto de popecillo socialista entonces:

"Si con esto no basta para ganar las elecciones, hundimos otro Prestige"

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Y no hace, de momento, falta que "hundan otro". El otro, con el cual seguir capturando voto, es todavía el mismo. Resucitado por una memoria cada vez más mentirosa, cada vez más complacida en su mentira. Y nuevamente hundido. Y cada vez más farsa, y cada vez más trágico vehículo de todas las retóricas... Si con esto no basta... ¿De qué habrá de echar mano Rodríguez Zapatero, cuando el Prestige, al fin, se niegue a salir a flote en la memoria del votante, cuando, a fuerza de aburrir con las mismas horteras sentimentalidades paisajísticas,  se produzca el hartazgo que degenera en náusea...?  ¿Qué Prestige pasará a hundir entonces?

Porque sólo el exorcismo ruidoso de un legendario pasado demoníaco seda el dolor real: el del presente. Hundamos, hundamos nuevamente al Prestige, buque fantasma.

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