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El desprecio del Comisionado

“Comisionado del Gobierno…”, aclaró que era. "No de las víctimas". Gregorio Peces Barba ha ejercido su asumida función de comisario con literalidad de acero. En su primera parte, al menos: la de dar cara y brazo ejecutivo a la voluntad de control (arbitrario o no, arbitrario casi siempre) del Ejecutivo Zapatero sobre aquellos que sufrieron la herida del terrorismo. Un hombre de partido para un poco pulcro trabajo de partido. Lo aceptó. Lo cumple. A otros les hubiera dado asco. A él no. Y él sabrá por qué.

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Eludió don Gregorio, al reivindicar así su función de comisario, la denominación completa: “Alto comisionado del Gobierno”, sí. Para atención de las víctimas del terrorismo. No de algunas. No de aquellas a las que el señor Peces Barba juzgue en mayor o menor medida simpáticas. Nadie le forzó a aceptar el poco grato cargo. Nadie, nada, puede justificar su arrogancia ofensiva hacia el presidente de una de las asociaciones por la atención de las cuales fue encargado formalmente de velar. “Mi obsesión por ese señor es grande “ – declaraba  anteayer acerca de uno de sus atendidos – “pero no tanto como para seguirle minuto a minuto”. Minuto a minuto, alguien como él sigue sólo sigue los antojos y arbitrios de su Presidente. Aun los más nimios. Para eso fue nombrado. Alto comisionado. Del Gobierno. Para víctimas del terror. A las cuales desprecia.

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