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Ahmadineyad sabe

Como la Sibila en Cumas, desea morir Europa. Como la Sibila: Apothanein thelo (“deseo morir”), la hace salmodiar, ebria, Petronio. Y todos alrededor hacen burla de su tragedia. Como el coro acosador de niños en el Satíricón: “¿Qué deseas, Sibila, qué deseas…?”

Morir. Todos lo saben. Alrededor y cantarines. Europa se nos muere. Sin remedio. Y nosotros en ella. Y nosotros.

***

Lo saben.
Los verdugos.

Ahmadineyad, ayer (y de nuevo, y habrá más, porque, ¿a cuento de qué engañarnos?, no va a haber respuesta):

“Los judíos ha inventado el mito del genocidio judío y lo han elevado por encima de Dios, las religiones y los profetas. Si alguien en su país cuestiona a Dios, nadie le dice nada. Pero si alguien niega el mito de la matanza de los judíos, los portavoces sionistas y los gobiernos a sueldo del sionismo se ponen a vociferar”.

Ahmadineyad está a punto de poseer armamento nuclear. E Irán posee ya un cuerpo guerrillero muy operativo, Hezbollah, en la fronera libano-israelí. Y sabe Ahmadineyad que nunca Europa afrontará lo que la carta fundacional de la ONU, en su literalidad, exige: expulsar  de la comunidad internacional al gobierno persa; e impedir – militarmente, no hay otra manera – que el régimen de los ayatollahs fabrique (está a pocos meses de lograrlo) su primera bomba atómica. La usará, si la tiene; o tratará de usarla. Contra Israel, por supuesto, al cual una bomba nuclear de mediana potencia borraría literalmente del mapa, como la doctrina islámica en uso exige. Ahmadineyad, de nuevo:

“Entre el mundo de la arrogancia [los países occidentales] y el mundo del Islam, hay una batalla histórica que comenzó hace cientos de años”.

¿Qué le importa eso a Europa, demasiado intoxicada en su poético deseo de muerte por aburrimiento para soñar siquiera que otros – ¡y, encima, judíos! – piensen en dar batalla.
Como la Sibila cumea, danza Europa, borracha y tan lírica en su desespero: “Morir, morir, Eso deseo sólo”.


***

Y si Israel responde, y cuando Israel responda, sobre tan desconsiderada arrogancia descargará Europa su ira y su mal vino.

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