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Una seudociencia llamada Ideología de Género

Ayer hablamos durante el programa de la ideología de género, ese cúmulo de teorías que, a pesar de su carácter anticientífico, ha logrado imponer su calendario político gracias a la acción de distintos lobbies de presión y a la corrección política.

La ideología de género se basa en la afirmación de que los roles de género o identidad sexual de las personas son un constructo social en el que nada tiene que ver la biología. Así, las diferencias de comportamiento observables entre hombres y mujeres solo serían producto de la diferente educación que damos a los niños y a las niñas. Si esa educación fuera igual, dice la ideología de género, no existirían diferencias. Además, si la identidad sexual es un mero constructo mental, independiente del sexo biológico, se deduce también que no existen restricciones a la misma y que una persona puede, por tanto, elegir su género sin que la biología le afecte.

La ideología de género es una teoría anticientífica, que contradice abiertamente los hechos constatados por la Biología, la Genética, la Zoología y la Teoría de la Evolución. Parece mentira que a estas alturas del siglo XXI tengamos que recordar estas cosas, pero, por ejemplo:

1) Basta con observar a casi cualquier especie de mamífero para constatar que las diferencias de comportamiento entre machos y hembras son la norma, estando dichas formas de comportamiento asociadas a los diferentes papeles que machos y hembras juegan en la supervivencia de la especie.

2) Está demostrado el papel que las hormonas juegan, no ya en el funcionamiento físico del cuerpo, sino en nuestro comportamiento, y es un hecho que existen diferencias importantes en cuanto a producción hormonal entre el cuerpo del hombre y el cuerpo de la mujer.

3) Es la mujer quien ha parido y amamantado a los hijos a lo largo de la evolución de la especie humana. En términos de Teoría de la Evolución, eso quiere decir que la presión evolutiva habría favorecido en la mujer los comportamientos tendentes a facilitar ese papel dentro de la reproducción de la especie, mientras que el hombre habría sufrido presiones evolutivas diferentes. No tiene ningún encaje dentro de la Teoría de la Evolución la afirmación de que no se han desarrollado comportamientos distintos.

4) Los experimentos realizados con niños y niñas de solo un día de edad demuestran ya diferencias de comportamiento entre sexos.

Así pues, afirmar la ideología de género es una aberración anticientífica. La biología, la genética, el sexo biológico... por supuesto que juegan un papel en las diferencias de comportamiento entre hombres y mujeres. Y por supuesto que nuestra identidad sexual está ligada a nuestra realidad física y no es un mero producto de nuestra voluntad, ni un constructo meramente social.

Eso no quiere decir que la sociedad o la educación no influyan en nuestro comportamiento o en nuestros roles sexuales. Por supuesto que influyen: los seres humanos somos producto tanto de la biología como de la educación que recibimos en un entorno social determinado. Y está comprobado experimentalmente, por ejemplo, que hombres y mujeres adaptamos nuestros comportamientos al papel que el grupo social al que pertenecemos espera de nosotros.

Y tampoco quiere decir que no podamos moldear hasta cierto punto lo que son las tendencias innatas de nuestro comportamiento y, en particular, el comportamiento sexual. Basta con ver construcciones sociales como la monogamia o el celibato para comprobar que nuestra voluntad puede encauzar, limitar e incluso a veces contradecir las tendencias y comportamientos naturales a los que la biología nos empuja.

Pero una cosa es que seamos conscientes de nuestro propio poder para sobreponernos a las restricciones biológicas y otra muy distinta que neguemos que éstas existen.

Uno puede, por ejemplo, abogar si le da la gana por una sociedad donde se intente eliminar por la fuerza cualquier diferencia de comportamiento entre hombres y mujeres, utilizando como herramienta la educación. Pero si se defiende eso, hay que dejar claro que eso sería una opción exclusivamente política y que lo haríamos porque nos da la gana. Lo que no se puede es negar que esas diferencias originales existentes y tratar de justificar ese acto de nuestra voluntad en esa negación anticientífica.

Sobre todo, porque cuando elegimos sobrepasar los límites que la biología nos impone, tenemos que ser conscientes de las consecuencias de ese acto de nuestra voluntad. Por ejemplo, uno puede optar por el celibato como un acto de voluntad personal - en muchas religiones y culturas se ha hecho. Pero entonces hay que asumir las consecuencias que ese acto de voluntad personal conlleva: qué implica que un ser humano renuncie a su tendencia natural a la reproducción, etc. Lo que sería inaceptable, ridículo, estúpido y anticientífico sería que alguien intentara justificar la opción por el celibato diciendo que la tendencia del ser humano a la reproducción es un mero constructo social sin fundamento biológico.

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