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Se aproxima lek electoral

Lek (una palabra sueca que, en este caso, podría traducirse como ruedo) es un término utilizado por los estudiosos del comportamiento animal, para designar una curiosa estrategia de apareamiento practicada por algunas especies.

El ejemplo arquetípico es el del urogallo: cuando llega la época del apareamiento, los urogallos macho se concentran en un pequeño círculo de unos 10 metros de diámetro (el lek, el ruedo), situándose los machos de mayor rango más cerca del centro. Por supuesto, se producen violentas peleas por ocupar las mejores posiciones.

Cuando una hembra se acerca al lek, los machos comienzan a exhibirse para llamar su atención. Las especies que utilizan la estrategia del lek tienen caracteres secundarios muy acusados, destinados a impresionar a las hembras: abanicos de plumas espectaculares, cantos de cortejo imponentes, posturas llamativas... Normalmente, las hembras van progresando hasta el centro del lek, evitando a los machos de menos rango y apareándose al final con uno de los machos dominantes, más vistosos.

Cuanto más en la periferia del lek estén, menos éxito sexual tendrán los machos. Aunque los datos varían mucho de una especie a otra, se aplica a grandes rasgos el principio de Pareto: el 20% de los machos practica el 80% de los apareamientos.

Hay mucha discusión entre los científicos acerca de por qué surgió, durante la evolución, este tipo tan curioso de estrategia reproductiva. ¿Por qué se agrupan los machos de algunas especies en un espacio reducido, en vez de tener cada macho su territorio fijo, separado del de los demás? Según algunos estudiosos, se trata de una estrategia que beneficia a las hembras, porque les permite economizar esfuerzos: al estar todos los machos posibles congregados en un espacio reducido, hay que trabajar menos para encontrar la pareja deseada. Las hembras pueden, en un tiempo muy breve, echar un vistazo a todos los candidatos y elegir a aquel que más les guste.

El sistema es, desde luego, bastante cómodo para las hembras. Para los machos, no tanto, porque les somete a una presión bastante mayor que en el caso de las especies con territorios individuales: por un lado, llegada la época del apareamiento, deben pelear de todos modos con sus competidores por conseguir una parcela del lek más cercana al centro; y además deben, al llegar cada hembra, volver a derrotar a sus rivales, pero esta vez con la espectacularidad de sus exhibiciones.

De hecho, una de las razones por las que causan extrañeza los leks a los científicos es por la denominada "paradoja del lek". En las especies que utilizan esta estrategia, las hembras tienden a elegir los machos no por su capacidad de conseguir alimento o cuidar de la descendencia, sino por lo coloridos, cantarines, llamativos o vistosos que resulten. Es decir, prima lo superficial sobre aquellos otros atributos más fundamentales que son los que garantizan el éxito de la especie. De modo que las especies que utilicen la estrategia del lek parece que tendrían que tener, evolutivamente, una desventaja. Los científicos no se han puesto todavía de acuerdo en la resolución de esta paradoja.

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El 20 de diciembre se celebrará en España el lek electoral. Y los distintos candidatos se congregarán delante de la opinión pública, para que los electores seleccionen al que más les guste. Los candidatos con más apoyo mediático se situarán en el centro del lek, en los puestos de mayor visibilidad. Los candidatos más débiles tratarán de probar suerte en la periferia. Y luego los votantes iremos desfilando uno a uno, en la soledad de nuestros propios pensamientos, mirando a uno y otro candidato para decidir a quién otorgamos nuestros favores.

En esos momentos decisivos, en esa campaña electoral, los candidatos harán todo tipo de exhibiciones para captar a los votantes indecisos: discursos pomposos, apelaciones sentimentales, postureos vacíos de contenido, cantos de sirena, promesas incumplibles... Y, sobre todo, mucha aparición televisiva. Todo con tal de que el votante no termine casándose electoralmente con ninguno de sus competidores.

Y ahí es donde los españoles nos enfrentaremos a nuestra particular paradoja del lek. ¿A quién terminamos votando? ¿A aquel candidato que mejor gestiona, que más honrado es, que más respeto demuestra al estado de derecho y a los propios electores? ¿O al candidato con más labia, al que mejor miente, al que más atractivo parece, al que suelta con más desparpajo las mayores vaciedades?

En nuestra mano está resolver esa paradoja. Pero la supervivencia de la nación depende más que nunca de lo que esta vez elijamos.

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