Salvar la imagen de España
Esta semana se producía un hecho que, aunque escandaloso, ya apenas causa escándalo: el ministro de Economía, Luis De Guindos, desviaba su vuelo de regreso de Bruselas para entrevistarse en Barcelona con Oriol Junqueras, con el fin de solventar la amenaza de quiebra de las cuentas catalanas y la rebaja de calificación de la deuda de la Generalidad, que situaría a Cataluña en el fondo del cubo de los bonos basura.
Dicho en román paladino: los separatistas catalanes, ante la amenaza de quiebra, piden socorro al gobierno de Rajoy y el gobierno de Rajoy se presta a conceder el apoyo solicitado. Ni siquiera hacen a Junqueras viajar a Madrid, no sea que se canse: es el ministro el que tiene que ir a Barcelona.
Es el resumen de cuatro años de mayoría absoluta del PP. Rajoy tenía todo el poder legal y político para haber parado el desafío separatista, pero no lo ha hecho. Rajoy podía haber aplicado el artículo 155 para asumir competencias de una Generalidad que no oculta sus propósitos golpistas. No lo hizo. Podía haber recurrido a la Alta Inspección del Estado, constitucionalmente prevista. No lo hizo. Podía haber desarrollado leyes de armonización, también previstas en la Constitución. No lo hizo. Podía haber usado a la Fiscalía para arrinconar a quienes hace mucho que traspasaron la frontera del delito. No lo hizo.
Pero es que ni siquiera le hacía falta a Rajoy recurrir a los mecanismos legales de intervención de la autonomía, ni al acoso judicial. Dado que la Generalidad se encuentra en quiebra técnica, a Rajoy le hubiera bastado con condicionar los apoyos económicos a que la Generalidad revirtiera los pasos dados en el camino de la sedición. O incluso más sencillo: Rajoy podía, hacía uso de sus propias normas de estabilidad presupuestaria, haber asumido el control de las cuentas de la Generalidad y haber costeado todos los servicios sociales y el pago a funcionarios, pero cortando todo gasto de promoción del separatismo: embajadas, centros de normalización lingüística, televisiones separatistas, asociaciones soberanistas… Pero Rajoy, lejos de usar las aportaciones económicas como arma de presión, ha seguido financiando de manera incondicional el separatismo de Mas, de Junqueras y de Puigdemont. El gran financiador del proceso separatista en Cataluña se llama Rajoy.
Si repasan Vds. los argumentos usados esta semana para justificar el apoyo de De Guindos a Oriol Junqueras, se toparán con uno muy repetido, el mismo argumento que se viene usando desde el principio de legislatura para justificar la injustificable actitud de Rajoy: que España no puede dejar que las agencias de calificación declaren la quiebra de la autonomía catalana, porque eso afectaría a la imagen de España y a la propia calificación de la deuda española.
No entiendo muy bien el argumento. En Estados Unidos, California ha quebrado no una, sino varias veces. Y eso no ha afectado ni a la calificación crediticia de Estados Unidos, ni al papel del dólar como moneda refugio. ¿Por qué se iba a hundir el mundo porque quiebre en España una autonomía?
Pero aún aceptando ese argumento, observen que el principal fallo del mismo es lo selectivo de su aplicación. No podemos dejar que la Generalidad quiebre porque eso afectaría a la imagen de España y alejaría a los inversores. Sin embargo, ¿sí que podemos consentir que una región española se proclame a los cuatro vientos en rebeldía, porque eso no afecta a la imagen de España?
¿Los inversores no se asustan cuando ven que una región española está dirigida por golpistas que no se recatan en anunciar sus intenciones?
¿Los inversores no se asustan cuando ven que el gobierno español es incapaz de resolver un problema que podría perfectamente resolver por medios legales, jurídicos o económicos?
¿Los inversores no se asustan cuando la incertidumbre política y territorial se hace crónica, sin que el gobierno haga nada por impedirlo?
¿Los inversores no se asustan cuando ven que todo un gobierno de España no mueve un dedo para defender los derechos de los españoles que se pisotean a diario por parte de los separatistas?
¿Los inversores no se asustan cuando ven que un gobierno regional incumple las normas de estabilidad presupuestaria aprobadas por el gobierno central, y que no pasa nada?
¿Los inversores no se asustan cuando ven que las leyes españolas no rigen en una parte del territorio español?
¿En serio, señor Rajoy, que lo único que afecta a la imagen de España y que asusta a los inversores es que se reconozca oficialmente algo que todos saben: que la Generalidad está en quiebra técnica?
El gobierno de Rajoy no solo financia el separatismo desde el inicio de la legislatura, sino que encima carece de la suficiente imaginación como para inventar excusas que resistan un mínimo análisis.
Si se financia el separatismo es porque se quiere hacerlo. Porque hace falta mantenerlo como perpetua espada de Damocles sobre la cabeza de la ciudadanía. Porque si no existiera el separatismo, no habría manera de justificar ese estado autonómico que tantos beneficios reporta a nuestra clase política, pero que tanto nos cuesta mantener a los contribuyentes y que tanto conculca nuestros más elementales derechos. Empezando por el derecho a la igualdad.
Ese estado autonómico que, ahora, toda nuestra clase política representada en el Parlamento quiere blindar, reformando la Constitución para que nos sea imposible sacudírnoslo de encima.
Lo que destruye la imagen de España no es que una de sus diecisiete autonomías entre en quiebra técnica. Eso se arregla poniendo orden en las cuentas tras producirse la quiebra.
Lo que destruye la imagen de España es ver que su clase política se empeña día a día en conseguir que España no exista.