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Roma sí paga traidores

Una de las frases más absurdas del acervo popular es la que afirma que "Roma no paga traidores". La frase tiene su origen, como ya saben, en la historia de la muerte del líder lusitano Viriato, que fue asesinado por tres traidores llamados Audax, Ditalco y Minuro. Según el historiador Apiano, cuando los tres se presentaron ante el general Quinto Servilio Cepión para cobrar su recompensa, éste les respondió que Roma no pagaba traidores: "Roma traditoribus non praemiat".

Pero la frase es una estupidez. Por supuesto que Roma pagaba traidores.

Roma recurrió al soborno, por ejemplo, para que los marineros cilicios que debían llevar a Sicilia a los esclavos rebeldes de Espartaco le traicionaran, dejándole bloqueado en la península itálica.

Roma recurrió al soborno para que los principales comandantes abandonaran al rey huno Uldin, después de que este invadiera Moesia.

Roma recurrió al soborno para que los asdingos traicionaran y derrotaran a los costobocios que asolaban la Dacia.

Roma recurrió al soborno para que las tribus árabes abandonaran a Zenobia, reina de Palmira, y acabar así con su rebelión.

Por supuesto que Roma pagaba traidores. Todos los imperios de la Historia han recurrido al soborno para construirse o mantenerse, siempre que han podido. Por la sencilla razón de que el soborno permite ganar batallas sin necesidad de luchar.

Con la frase "Roma no paga traidores" parecemos querer convencernos a nosotros mismos de que los traidores nunca reciben su recompensa, pero no es verdad. Casi siempre la reciben. Y muchos traidores logran vivir estupendamente del producto de su traición.

Miren a su alrededor. Miren, por ejemplo, lo bien que han medrado algunos de los que participaron en la operación para reventar UPyD. O miren, por ejemplo, cómo se han colocado algunos de los que abandonaron Ciudadanos hace algunos meses. España está llena de ejemplos de tránsfugas bien remunerados.

O miren a Cataluña, donde se puede vivir de ser separatista y donde quienes traicionan a España tienen el futuro asegurado, mientras que los que la defienden son condenados al ostracismo profesional y social.

No es solo que Roma pague traidores, sino que los traidores suelen disfrutar de una vida mucho más llevadera que aquellos a los que traicionan.

La famosa frase no es más que un pobre intento de consolarnos, de engañarnos a nosotros mismos imaginando que algún castigo divino sobrevendrá a quien se comporta de forma desleal. Pero la verdad es que los que terminan pagando son siempre los traicionados.

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