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Quién gane el 21-D es secundario

Muchos españoles se sintieron defraudados cuando Rajoy, al mismo tiempo que anunciaba la aplicación del artículo 155, convocaba elecciones autonómicas inmediatas. Pensaron, con razón, que se desaprovechaba una oportunidad de oro para atacar el problema de fondo de Cataluña, que no es otro que la colonización de todas las instituciones llevada a cabo por los nacionalistas a lo largo de décadas.

Pero no es solo que el estado renuncie a devolver la normalidad a Cataluña tomando medidas eficaces que destierren la pedagogía del odio de las escuelas catalanas, que devuelvan la profesionalidad a la policía autonómica o que garanticen la neutralidad de los medios públicos de comunicación. La convocatoria de elecciones plantea otro problema más insidioso: la anestesia de la opinión pública.

Al convocar elecciones, la clase política (tanto separatista como no separatista) consigue cambiar el tema de conversación. El problema de fondo de Cataluña se deja de lado, para ponerse a discutir sobre si ganan los míos o los de enfrente. El que se adoctrine en las escuelas catalanas pasa a segundo plano cuando se publica una encuesta de intención de voto; la manipulación de los medios en Cataluña pierde relevancia ante las declaraciones huecas de unos u otros candidatos; el escándalo de unos mozos de escuadra al servicio del separatismo palidece ante el día de día de los mítines de campaña.

Con la convocatoria de elecciones, el clamor existente entre la ciudadanía española para que se ponga coto de una vez al separatismo se reconduce hábilmente hacia la nada, obligando a esa opinión pública a poner sus esperanzas en una victoria electoral sobre los separatistas. Y lo mismo sucede en el campo separatista: aquellos que se sintieran defraudados por la forma en que ha acabado el ‘procés’ se ven abocados a vindicarse ahora obteniendo un buen resultado electoral.

Fíjense en que la jugada tiene, además, un efecto de cierre de filas: "Mi partido", dicen los constitucionalistas, "no quiere abordar los problemas de fondo de Cataluña, pero debo apoyarlo para evitar que gane el separatismo". "Mi partido", dicen en el bando contrario, "me ha engañado sobre el desarrollo y las consecuencias del ‘procés’, pero debo apoyarlo, porque si ganan los constitucionalistas sería peor".

En definitiva, la convocatoria de elecciones pone en bandeja a la clase política retomar el control de una situación que se le había ido de las manos. Se hurta a la opinión pública el debate sobre los problemas de fondo de Cataluña, que volverán a ser tratados a puerta cerrada en los despachos después del 21-D. Y ya sabemos quién viene saliendo beneficiado desde hace tres décadas en esas conversaciones de despacho.

Es precisamente por eso que el resultado del 21-D no tiene tanta importancia, gane quien gane. Si Ciudadanos, PP y PSC obtuvieran una mayoría, ¿creen Vds. que harían algo para solucionar los problemas de fondo? ¿Me permiten recordarles para qué sirvió que ganaran los constitucionalistas las elecciones autonómicas en el País Vasco? Simplemente para que Pachi López le calentara el sillón al PNV unos cuantos añitos. Si ERC, PdeCAT y CUP revalidan su exigua mayoría, ¿creen Vds que estaríamos peor que estamos? ¿Qué podrían hacer? ¿Tomar el control de la enseñanza? Ya la tienen. ¿Politizar los mozos de escuadra? Ya lo han hecho. ¿Convertir los medios de comunicación en herramientas de propaganda? Es su proceder habitual.

Siento ser cínico, pero las elecciones del 21-D no son importantes. Nuestra clase política querría que nos centráramos en ellas y dejáramos de señalar con el dedo las llagas purulentas de la política catalana. Pero mientras no cerremos esas llagas, nada cambiará en Cataluña: los no nacionalistas seguirán siendo ciudadanos de segunda, la ley seguirá sin cumplirse y los derechos individuales brillarán por su ausencia.

No digo con eso que el 21-D sea irrelevante, ni pretendo sugerir que no vayan ustedes a votar. Por supuesto que hay que ir. Simplemente trato de avisarles para que no caigan ustedes en la trampa de que lo urgente les haga perder de vista lo importante.

Lo importante no son las elecciones. El problema de Cataluña no es electoral, sino de libertades y derechos. Y el gobierno español dispone de las herramientas legales necesarias para garantizar esas libertades y derechos, gane quien gane el próximo 21 de diciembre. Sigamos exigiendo al gobierno, por mucha campaña electoral que haya, que use como debe esas herramientas.

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