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Primavera venezolana

El despertar de Venezuela es el protagonista del especial de Luis del Pino en Sin complejos.

Se cumplen hoy 10 días desde que los estudiantes venezolanos se lanzaran a la calle, con la consigna de no cesar en las movilizaciones hasta que Maduro, ese tirano disfrazado de demócrata, abandone el poder. Desde entonces, el país está paralizado.

Las manifestaciones, las marchas y las barricadas se suceden día tras día. Las guarimbas y las vigilias, noche tras noche.

El régimen de Maduro trató, desde el primer momento, de cortar las protestas con represión. Tres manifestantes murieron tiroteados en las primeras horas de manifestaciones pacíficas. Pero eso no ha hecho más que acrecentar la determinación de los venezolanos, hartos ya de la escasez, de la delincuencia (que ha hecho de Venezuela uno de los países más violentos del mundo) y, sobre todo, de la falta de libertades.

Maduro ha ordenado o consentido el ataque a opositores por parte de milicias paramilitares armadas (los denominados colectivos), que actúan en paralelo a una Guardia Nacional Bolivariana que está exhibiendo episodios de brutalidad que nada tienen que envidiar a los de los paramilitares.

Nueve muertos ya. Casi 200 heridos, muchos de ellos de bala. Centenares de detenidos. Estudiantes dispersados a perdigonazos. La propia Constitución bolivariana, que en su artículo 68 prohíbe hacer uso de armas de fuego contra manifestantes, es papel mojado.

Las denuncias de torturas a los detenidos se multiplican. Un estudiante de nacionalidad española fue violado con el cañón de un fusil. VenEuropa, organización venezolana en el exterior, ha denunciado en Bruselas torturas a otros estudiantes portugueses e italianos.

En paralelo, Maduro ha aumentado la represión a los partidos de la oposición: Leopoldo López, dirigente del partido Voluntad Popular, ha sido encarcelado; se han dictado órdenes de detención contra otros dirigentes de ese partido y se ha amenazado con encarcelar también a María Corina Machado, otra de las diputadas más significadas en la resistencia a la dictadura chavista.

Y como ninguna dictadura puede tolerar que haya testigos de sus abusos y sus crímenes, la prensa está siendo objeto también de especial persecución. 55 periodistas agredidos y 6 detenidos son el balance de estos primeros diez días de protesta. Las cadenas de televisión venezolanas ya fueron intervenidas en su día, así que Maduro pretende ahora acallar a las televisiones extranjeras y ayer fue expulsada la CNN del país.

Pero nada de eso le está sirviendo al régimen. Las protestas en la calle continúan. Las guarimbas (barricadas improvisadas en las calles) se multiplican. Profesores, médicos y abogados se unen a los estudiantes en las marchas, como también se unen los simples vecinos en las vigilias. Para hoy hay convocadas manifestaciones multitudinarias en Caracas y otros puntos de Venezuela, y concentraciones de apoyo en más de 70 ciudades de todo el mundo.

La falta de medios de comunicación libres se está supliendo con las redes sociales e Internet se ha convertido en la principal de las herramientas revolucionarias. Los venezolanos están haciendo llegar a todo el mundo los testimonios gráficos de la represión y la tortura y el régimen está cada vez más aislado a nivel internacional. Organizaciones de Derechos Humanos han levantado ya la voz contra Maduro, como también la han levantado estrellas mediáticas, desde Madonna a Rihanna, pasando por Sofía Vergara, y asociaciones de periodistas.

El régimen de Maduro está muerto. Y lo está porque quien en estos momentos lleva el liderazgo de las protestas es una generación de estudiantes a quienes la retórica del anti-imperialismo chavista les deja indiferentes, porque jamás han conocido otro régimen que no fuera el chavista y son conscientes de que la miseria, la delincuencia, la corrupción y la falta de libertad son la exclusiva responsabilidad del chavismo. Y ningún régimen puede sostenerse mucho tiempo cuando las nuevas generaciones le vuelven en masa la espalda.

Así está la situación en Venezuela, queridos oyentes. Y ahora permítanme que les invite a mirar a su alrededor, aquí, a España. Mientras que Estados Unidos, Canadá, Panamá, Chile o la propia Unión Europea condenan los ataques a la oposición y la violación de derechos humanos en Venezuela, nuestra clase política guarda un sepulcral silencio. Hasta la Internacional Socialista ha condenado la represión del régimen de Maduro (entre otras cosas, porque el partido del dirigente opositor encarcelado pertenece a la Internacional Socialista), pero aquí el PSOE guarda un vergonzoso silencio. Medios de comunicación y organizaciones de Derechos Humanos han denunciado la tortura de un estudiante español en Venezuela, pero el Partido Popular guarda un vergonzoso silencio. La Federación de Asociaciones de la Prensa de España ha manifestado su repulsa por lo que está sucediendo en Venezuela, pero muchos medios silencian la Primavera Venezolana, o incluso defienden la tiranía sangrienta de Maduro.

En Venezuela viven decenas de miles de españoles. En España trabajan decenas de miles de venezolanos. Y, sin embargo, los diez días de protestas en Venezuela y los estertores del régimen de Maduro están pasando en España como con sordina. Y ya es hora de que eso acabe.

Opositores encarcelados, manifestantes baleados, estudiantes torturados, periodistas expulsados.... todo esto está pasando. Ahora mismo. Delante de nuestros ojos. El pueblo venezolano está peleando estos días por su libertad. Y España y los españoles debemos hacer saber, alto y claro, a los venezolanos, que estamos con ellos en esta primavera venezolana que nos concierne a todos.

Así que les invito a todos ustedes a exigir a nuestra clase política que le diga a Maduro lo único que se le puede decir a estas alturas: ¡Maduro, vete ya!

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