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Podemos tiene más moral que el Alcoyano

¿Quién no ha utilizado alguna vez la frase "Tienes más moral que el Alcoyano"?

El Alcoyano es un equipo de fútbol fundado en 1928 y que tiene su sede, como su propio nombre indica, en Alcoy. Ahora juega en Segunda B, pero en la década de 1940 y 1950 llegó a ascender tres veces a Primera División, logrando jugar en ella un total de cuatro temporadas.

Corren distintas versiones sobre el origen de la famosa frase. La más extendida afirma que en un enfrentamiento entre el Español y el Alcoyano, el equipo catalán iba ganando por 7 a 1 en un partido eliminatorio de la Copa, a falta de dos minutos para el final. El árbitro, que debía de tener prisa por irse a su casa, dio por finalizado el encuentro antes de alcanzar los 90 minutos reglamentarios, lo que motivó las airadas protestas de los jugadores del Alcoyano, muy ofendidos porque se les intentara privar de su derecho a remontar los seis goles de diferencia en esos segundos finales de partido.

Una segunda versión de la historia afirma que, en cierta ocasión, los periodistas deportivos interrogaban al entrenador del Alcoyano después de la enésima derrota por goleada ante otro equipo de Primera División:

- ¿Cómo ve usted las posibilidades de evitar el descenso, míster, después de encajar otra abultada derrota? - preguntaron los redactores.

- Bueno... - contestó el entrenador, ni corto ni perezoso - ante todo hay que decir que la moral de los chavales es excelente.

Sea como sea, la frase "tienes más moral que el Alcoyano" ha pasado al lenguaje común como modo de designar a aquel que sigue pretendiendo ganar algo, o resolver algo, sin tener ni la más mínima posibilidad razonable de éxito. Como nota curiosa, el Alcoyano tiene registrada la marca "Más moral", como signo distintivo del club.

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Concluimos una semana que en algunos artículos periodísticos ya se conoce como "la semana de pasión de Pablo Iglesias". Nada más resultar elegido secretario general de su partido, de repente han empezado a llover palos sobre Pablo Iglesias desde todas partes.

Primero fue la entrevista con Ana Pastor, la primera que el líder de Podemos no jugaba en terreno amigo, y de la que salió con bastantes magulladuras. Después, una catarata de revelaciones que afectaba al propio Pablo Iglesias y a personas de su entorno: las concesiones sospechosas de su novia Tania Sánchez en Rivas, el contrato de investigación de Iñigo Errejón en la Universidad de Málaga y el carácter de asociación sin ánimo de lucro que tenía "Producciones con mano izquierda", la productora de TV ligada a los inicios de Podemos.

A diferencia de las críticas sobre sus ideas radicales que se le habían estado realizando en los meses pasados (las cuales no le hacían ninguna mella), las acusaciones de presuntas irregularidades sí que han dejado tocado a Pablo Iglesias. Y la razón es evidente: son críticas que afectan al núcleo del discurso de Podemos. Mal puede en lo sucesivo presentarse Pablo Iglesias como una escoba ante la opinión pública, si esta percibe que ni siquiera es capaz de barrer la propia porquería.

Evidentemente, nadie es tan ingenuo como para pensar que todo esto es casual. Creo que resulta evidente que la actual casta política, preocupada por el meteórico ascenso en las encuestas de Podemos, ha dado la orden de fuego a discreción.

Pero eso es algo que antes o después tenía que pasar. Y precisamente porque era previsible, lo más desconcertante ha sido la reacción de Pablo Iglesias ante estos primeros contratiempos. En vez de responder a los ataques a pie firme, el secretario general de Podemos ha cancelado la entrevista que tenía programada con Tele5, para no tener que enfrentarse a las preguntas incómodas de los periodistas.

La impresión que eso ha dejado es la de una espantada en toda regla. Lo cual transmite una sensación de debilidad y falta de aplomo que casa mal con la imagen que Pablo Iglesias venía cultivando. Resulta que el enfant terrible de la política tenía más de enfant que de terrible.

En términos deportivos, podríamos decir que la goleada que le han metido a Podemos en su partido inaugural en Primera División, ha sido de proporciones históricas. Y acabada la jornada, mientras los jugadores se refugiaban en el vestuario cabizbajos, al entrenador no se le ocurre otra cosa que mandar a sus muchachos a poner en las redes sociales mensajes infantiles, del estilo de "Cuando nos ataquen, sonreíd". Vamos, que a pesar de la goleada, los jugadores tienen mucha moral. Como el Alcoyano.

Mire, don Pablo, permítame que le diga que esto es la política real. No estamos en la Universidad haciendo elucubraciones gratuitas. Ni tampoco en una manifestación antiglobalización, tirando piedras a la policía después de ponernos ciegos de cerveza. Se enfrenta usted a una máquina de poder inmisericorde, de la que come mucha gente. Y esa gente se encuentra entre la espada y la pared, por lo que no le queda otro remedio que defenderse. O aprende usted a jugar al fútbol como se juega en Primera División, o dedíquese a otra cosa. Pero espectáculos patéticos como el de esta semana, no, gracias.

Si no va a dar usted explicaciones exhaustivas sobre las acusaciones, justas o injustas, que pesan sobre su entorno, más vale que se vaya buscando un cambio de discurso, porque su imagen de adalid anti-corrupción queda desacreditada sin remedio.

Y no hace falta que me convenza de que lo de Errejón no es corrupción, ni de que no se puede comparar un enchufe en un contrato universitario, con el saqueo sistemático de las arcas públicas. Todo eso ya lo sé. Ya lo sabemos todos. Lo de Errejón no es la Gurtel, ni los EREs, ni el Palau. Pero el asunto es que los españoles estamos hasta las mismas narices de que se tire o se escamotee dinero público, por lo que ya ni los meros enchufes son tolerables. Y en ustedes, que van de paladines de la limpieza, menos.

Si pretende lanzarse a la batalla política, va a tener usted que aprender a jugar mejor y que empezar a tomar decisiones difíciles. Hasta ahora, se exhibía usted en terreno amigo, pero eso se acabó. Salga a la palestra, coja al toro por los cuernos, dé las explicaciones que los ciudadanos exigimos y adopte las medidas que tenga que adoptar.

Aunque hay otra salida, claro: siempre puede usted renunciar al combate, conformarse con jugar el papel de simple comparsa de izquierda radical dentro del sistema (una Izquierda Unida bis) y evitar, así, molestar a la Casta. En cuyo caso, intuyo que cesarían los ataques.

Así que decídase, don Pablo: ¿qué quiere usted ser de mayor?

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