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Pocas bromas con Tabarnia

De repente, en esta última semana, ha copado todos los medios de comunicación una idea que puede parecer peregrina a primera vista, pero que tiene más calado del que la gente se imagina. Me refiero a la propuesta de desgajar de Cataluña las comarcas costeras de Barcelona y Tarragona, donde el separatismo es minoritario, y constituir una nueva comunidad autónoma, que se denominaría Tabarnia.

Ha sido ponerse sobre la mesa la propuesta, y de repente han aflorado todas las contradicciones del discurso separatista:

  • "Catalunya ens roba": Tabarnia es la parta más poblada, próspera y dinámica de Cataluña. Es quien aporta más impuestos y recibe menos a cambio de la Generalidad. Los impuestos de Tabarnia sirven para subvencionar a las comarcas agrícolas, más separatistas.
  • "Volem votar": Si los separatistas catalanes consideran que deberían poder votar su separación de España, digan lo que digan las leyes, entonces los tabarneses estarán igualmente legitimados para poder votar su separación de Cataluña, digan lo que digan las leyes.

Derecho a decidir y cálculo territorial de los impuestos: las dos falacias en las que se asienta el separatismo, pero ahora puestas al servicio de su destrucción. Porque, por supuesto, la idea de Tabarnia rompe por completo el discurso separatista.

En primer lugar, se ha puesto de manifiesto que no existe una sola Cataluña, sino dos muy distintas, tanto en lo económico, como en lo social, como en lo político. La población catalana está dividida en dos mitades más o menos iguales: una separatista y otra que se siente española. La idea de Tabarnia ha visibilizado a esa segunda Cataluña a la que el separatismo ha pretendido siempre ignorar.

En segundo lugar, Tabarnia ha permitido comprender, como ninguna otra cosa, que si el separatismo gana en escaños es solo por una ley electoral descompensada, que prima a las zonas de mayoría separatista. La suma de votos de los tres partidos separatistas no ha llegado en estas elecciones al 48% de los sufragios. Sin embargo, la ley electoral les otorga una mayoría absoluta en escaños.

En tercer lugar, Tabarnia ha permitido que la comunidad internacional vea a las claras que Cataluña está fracturada. Lo cual resta, por supuesto, posibilidades a cualquier intento de conseguir apoyos internacionales para la causa separatista. Tabarnia demuestra que no estamos hablando de un problema entre España y Cataluña, sino de un problema entre las dos mitades de la sociedad catalana. La causa separatista no es una lucha por la independencia, sino una pelea con otros catalanes.

Porque lo cierto es que el tema de Tabarnia ha saltado a toda la prensa internacional. De Japón a Estados Unidos, pasando por Francia o Alemania, los medios de comunicación internacionales se han hecho eco de cómo Tabarnia ha pasado a ser el centro de las conversaciones sobre el tema catalán.

Buena parte de ese éxito propagandístico se debe al carácter de humorada que tiene la propuesta de Tabarnia. Hacer aflorar las contradicciones del discurso separatista permite hacer muchos chistes. Y se han hecho. Y la reacción malencarada de muchos separatistas, al ver que sus propios argumentos se les volvían en contra, no ha hecho más que contribuir al éxito de la propuesta. Tabarnia ha sido el tema principal de conversación en las redes varios días sucesivos. La propuesta al Congreso de los Diputados para que Tabarnia se desgaje como nueva comunidad autónoma lleva ya recogidas 200.000 firmas.

Pero no se equivoquen Vds.: Tabarnia es más que una simple humorada. Por el momento, es una manera graciosa de poner a los separatistas frente al espejo, pero en caso de que fuera necesario, Tabarnia dejaría de ser una broma para convertirse en realidad.

Porque lo cierto es que hay millones de catalanes que no están dispuestos a que ninguna panda de locos les lleve al precipicio. Como tampoco están dispuestos a que nadie les obligue a dejar de ser españoles.

Si la única forma de frenar al separatismo y evitar la ruptura de España fuera romper Cataluña, Tabarnia pasaría a hacerse realidad. Si nuestra clase política sintiera la tentación de pactar con los separatistas algún tipo de derecho de autodeterminación, Tabarnia pasaría a hacerse realidad. Si los partidos nacionales volvieran a dejar tirados a los catalanes no nacionalistas, Tabarnia pasaría a hacerse realidad.

Y el caso es que la idea de Tabarnia es el freno definitivo a cualquier aspiración secesionista en Cataluña. Porque si Tabarnia se desgajara de Cataluña y se constituyera en una nueva comunidad autónoma, lo que quedaría de Cataluña es, precisamente, la región menos poblada, menos productiva y que menos impuestos aporta. En esas condiciones, el separatismo sería inviable incluso en esa Cataluña restante.

Así pues, disfruten Vds. con la broma de Tabarnia mientras todavía es una broma. Porque el día en que haga falta, las bromas se acabarán y la idea de Tabarnia pasará a concretarse. Y ojo, porque la posibilidad de que una comunidad autónoma se independice es inconstitucional, pero la idea de crear una nueva comunidad autónoma no lo es.

Por lo pronto, en enero hay ya convocada una manifestación por la libertad de Tabarnia.

¡Visca Tabarnia lliure i espanyola! ¡Viva Tabarnia libre y española!

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