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Pagar a la mafia

El pasado jueves se produjo una noticia que en España ha pasado bastante desapercibida y que, sin embargo, resulta muy jugosa.

El Tribunal de Apelaciones de Palermo condenó a 7 años de prisión a Marcello Dell’Utri, ex-senador y amigo íntimo de Berlusconi. Pero lo importante no es la condena de Dell'Utri, sino lo que los considerandos de la sentencia dicen sobre Berlusconi.

El tribunal considera probado que Berlusconi mantuvo, durante al menos 18 años, un pacto con la Mafia, pacto por el que Il Cavaliere habría comprado con dinero la protección de la Cosa Nostra. Marcello Dell'Utri habría actuado como intermediario en ese pacto, que se habría extendido desde 1974 hasta por lo menos 1992.

En concreto, Dell'Utri fue el encargado de organizar en 1974 una reunión entre Berlusconi y los mafiosos Gaetano Cinà y Stefano Bontate. En esa reunión se habría acordado que la Mafia protegería a Berlusconi y le ayudaría con sus negocios de construcción y sus inversiones en medios de comunicación en Sicilia. A cambio, Berlusconi habría entregado a la Mafia millones de euros a lo largo del tiempo.

Como se trata de hechos acaecidos hace más de 20 años, estarían prescritos, por lo que Berlusconi no tiene que temer ninguna consecuencia judicial, pero la sentencia del tribunal palermitano viene a confirmar una serie de datos ya conocidos, que describen el papel que la Cosa Nostra ha tenido en el ascenso de quien fue por tres veces presidente del gobierno italiano.

¿Era Berlusconi un mafioso? No. De hecho, si preguntáramos a Berlusconi, seguramente diría, en su descargo, que él se limitó a pasar por caja y aceptar la extorsión, porque en Sicilia es imposible hacer negocios sin pagar a la Mafia. Pero incluso admitiendo esa explicación benévola, la conducta de Berlusconi seguiría siendo delictiva. Porque, al fin y al cabo, nadie le obligaba a hacer negocios en Sicilia. Y porque es mucha la gente que ha muerto por tratar de hacer frente a esa organización criminal con la que Berlusconi no tuvo empacho en pactar.

Que haya políticos que prosperen al amparo de delincuentes no es una novedad. Que los políticos paguen a cambio de que las mafias les dejen tranquilos, tampoco. No otra cosa es lo que han hecho los gobiernos de Zapatero y Rajoy con ETA: comprar tranquilidad a cambio de concesiones. La única diferencia es que aquí, en España, lo llamamos "negociación política" en vez de "pacto criminal".

Pero, al fin y al cabo, cuando un gobierno de la Nación permite que una serie de terminales de una banda asesina ocupen tranquilamente puestos políticos, manejen cuantiosos presupuestos públicos y se hagan dueños en la práctica del País Vasco, ¿en qué se diferencia eso de quienes en Italia dejaron durante años que la Mafia pusiera y quitara cargos políticos, se hiciera con las concesiones públicas y se enseñoreara de toda Sicilia?

Lo que sí diferencia a Italia de España son los jueces. Mientras que, en España, la Justicia independiente murió cuando al PSOE le dio por enterrar a Montesquieu y el PP optó por no desenterrarlo, en Italia los jueces han encabezado la lucha contra el crimen organizado y han conseguido que siga existiendo un estado de derecho.

Mafias hay aquí y allí. Políticos mafiosos existen allí y aquí. Y tanto aquí como allí, existen políticos que conviven con las mafias y están dispuestos a dejarlas campar a sus anchas.

Pero en Italia hay jueces capaces de sentar en el banquillo a ex-presidentes del gobierno y a sus colaboradores más directos, e indagar en sus tratos con la Mafia, mientras que en España, hoy por hoy, ese atrevimiento de la Justicia sería impensable.

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