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No a Madrid 2020

Hace cuatro años, con ocasión de que se rechazara la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos de 2016, escribí un editorial para el programa explicando las razones por las que me alegraba de aquel rechazo.

Hoy, el Comité Olímpico Internacional decidirá a qué ciudad se conceden los Juegos Olímpicos de 2020. Y yo espero, como esperaba entonces, que Madrid no sea la ciudad elegida.

Déjenme que rescate aquel editorial, que se titulaba Pan y Circo, porque las razones que entonces esgrimía siguen siendo válidas hoy. Esto es, una vez eliminadas las referencias al alcalde Gallardón, lo que escribí hace cuatro años:

"Pan y circo. Panem et circenses. Esta frase, acuñada por el poeta romano Juvenal hace casi 2.000 años, se utiliza hoy en día en todos los idiomas occidentales, para describir esa técnica de gobierno, ese modo de despotismo, que consiste en mantener a la gente alejada de la política por el procedimiento de ofrecerles comida suficiente y diversión en abundancia.

Decía Juvenal en su Sátira X: "Desde hace tiempo –exactamente desde que no tenemos a quién vender el voto–, este pueblo ha perdido su interés por la política, y si antes concedía mandos, haces, legiones... en fin, todo, ahora deja hacer y sólo desea con avidez dos cosas: pan y circo".

Si tuviéramos que traducir la frase al español moderno, podríamos decir hoy en día, con total propiedad, que nada satisfaría más a nuestros gobernantes que mantener a la ciudadanía alejada de la política mediante el PER y el Gran Hermano. O mediante leyes de dependencia y ligas de fútbol. O mediante subvenciones y noticias del corazón. No existe mayor factor de estabilidad para un gobierno despótico que contar con una masa crítica de ciudadanos dependientes de la caridad gubernamental y suficientemente entretenidos con diversiones simples y directas.

Porque si a los ciudadanos no se los mantiene entretenidos, si a los ciudadanos se les permite pensar, terminan dándose cuenta de que la caridad del gobierno consiste simplemente en regalarnos un dinero que previamente nos han robado.

Espero, como madrileño, que Madrid no sea la ciudad finalmente elegida. Y déjenme que les explique que mi rechazo se debe a tres razones distintas:

1. En primer lugar, y contra lo que vulgarmente se piensa, la organización de unos juegos olímpicos no sólo no resulta rentable, sino que es una auténtica ruina. De modo que la victoria de la candidatura de Madrid sería, inmersos como estamos en una crisis económica descomunal, una auténtica catástrofe para las ya maltrechas finanzas de los madrileños y de todos los españoles.

2. En segundo lugar, en la actual situación de corrupción generalizada de nuestra clase política y de nuestro sistema, mucho me temo que esos juegos olímpicos, al igual que otros magnos eventos celebrados anteriormente en nuestro país, se terminarían convirtiendo en una auténtica merienda de negros, en un verdadero patio de Monipodio, en el que las corruptelas, los chanchullos, las mordidas, las comisiones y los sobornos tan sólo servirían para que la actual casta dirigente consiga seguir repartiéndose el dinero que ya no se puede repartir con el negocio del ladrillo.

3. Finalmente, espero que no nos encarguen organizar estos Juegos Olímpicos porque, como a Juvenal, no me causa sino rechazo ese intento de los poderes públicos de alejar a los ciudadanos de la política a fuerza de proporcionarles algo de pan (cada vez menos) y muchos juegos.

No me den ustedes olimpiadas. No me den ustedes eventos deportivos en los que sacar a pasear la bandera española durante un ratito tasado. No me vendan ustedes un patriotismo de baratillo, ni intenten apelar a mis emociones con discursos sentimentaloides y costosas campañas de marketing.

A mí, denme un país donde los españoles podamos utilizar nuestro idioma sin que nos multen, donde podamos decir que somos españoles sin arriesgarnos a que nos peguen un tiro, donde se respete la legislación que castiga las ofensas a los símbolos de la Nación, donde no se coarte nuestro derecho a sentirnos orgullosos de ser españoles.

Denme un país donde la casta política no nos robe de manera sistemática, donde la energía de todo un pueblo no se pierda en rozamiento interno y donde la economía no esté dirigida por una pandilla de ineptos y de aprovechados. Todo lo demás es circo.

La crisis económica nos ha dejado sin pan hace tiempo. Espero que hoy el Comité Olímpico Internacional nos quite también el circo. A ver si así, con un poco de suerte, los ciudadanos podemos hacer lo que el Gobierno no quiere que hagamos: volver nuestros ojos a la política y empezar a exigir que en España se respeten los derechos constitucionales y las formas democráticas. Porque eso, queridos oyentes, sí es importante."

Esto es lo que opinaba hace cuatro años. Y lo que sigo opinando ahora. Los argumentos de entonces no solo no han perdido validez, sino que se han visto reforzados.

¿Alguien duda, visto lo que ha ocurrido con el agujero bancario, de que terminaremos teniendo que poner dinero entre todos los españoles para cubrir las pérdidas de la organización de los Juegos Olímpicos, independientemente de cuál sea el presupuesto previsto?

¿Alguien duda, vista la avalancha de casos de corrupción, de que los mismos jetas de siempre terminarán haciéndose de oro a nuestra costa con los JJOO, a base de comisiones y chollazos, sin que la Justicia llegue jamás a actuar y sin que nadie llegue nunca a devolver un solo euro?

¿Alguien duda, visto el descrédito de los partidos tradicionales, de que nuestra casta política estaría encantada si los españoles volcaran en la celebración de los Juegos Olímpicos toda esa atención que ahora ponen en pedir cuentas a sus gobernantes?

Si tuviéramos dirigentes dispuestos a organizar unas olimpiadas sin dilapidar un solo euro, y que no permitieran que nadie se forre por la cara, y que aprovecharan la ocasión para presumir de España ante todo el mundo... yo sería el primero en desear que Madrid organice los JJOO. Pero dejar a nuestra clase política - a la de los ERE, los Palau y los Bárcenas - organizar esos juegos, es dar carta blanca a nuestros políticos para que nos sigan robando.

Y, para colmo, seguro que tendríamos que aguantar que esos separatistas a los que PP y PSOE financian organicen algún numerito en la ceremonia de apertura o de clausura. No me cabe ninguna duda de que los juegos servirían para que los españoles tuviéramos que soportar alguna humillación más, ante la inacción o la complacencia del gobierno central.

Guárdense ustedes los Juegos Olímpicos, señores. El único espectáculo de masas que España necesita organizar, hoy por hoy, es un macrojuicio contra todos aquellos que nos han llevado a la ruina a base de corrupción, incompetencia, desidia y nepotismo.

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