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Memoria histórica

Ayer fue 14 de abril, aniversario de la proclamación de la Segunda República Española. Yo me esperaba, como así fue, que los mismos de siempre aprovecharan para ensalzar aquel régimen republicano, como nos tienen acostumbrados. Así que decidí yo resumir en un tuit la historia de mi abuelo: en las elecciones municipales del 12 de abril, que se plantearon como unas auténticas plebiscitarias, mi abuelo votó por una lista republicana. Y lo hizo porque estaba convencido, como muchos otros españoles, de que había que acabar con la monarquía.

Votó por la República con ilusión. Pero cinco años después, serían los propios republicanos los que asesinarían a mi abuelo de un tiro en la nuca, por el solo hecho de tener una tienda y ser católico. Le fueron a buscar a su casa en noviembre de 1936 y le asesinaron días antes de que naciera su hija, mi madre, a la que nunca llegó a conocer.

Para mi sorpresa, el tuit en el que resumía los últimos años de mi abuelo fue retuiteado miles de veces, por personas que aportaban sus propias, y similares, experiencias trágicas: gente de los dos bandos, a veces coincidentes en una misma familia. Historias de personas que fueron asesinadas o represaliadas por ser católicos, o por ser sindicalistas, o por ser de derechas, o por ser de izquierdas...

Así que me decidí a poner un hilo largo de mensajes en Twitter ampliando la información sobre mi familia. Permítanme que se lo transcriba:

A mi abuelo Fermín, republicano y católico, lo asesinaron, como digo, los propios republicanos (luego hablaré más de eso). Mi otro abuelo, Manuel, luchó en el bando nacional, simplemente porque Canarias cayó en el bando nacional.

Al abuelo de mi mujer, Emilio, que fue médico en el bando republicano y que jamás hizo daño a nadie, le depuraron al acabar la guerra y el régimen de Franco le encarceló un corto tiempo, para después prohibirle ejercer la medicina. No tanto por republicano, cuanto por masón.

El otro abuelo de mi mujer, Paco, es el que se lo montó mejor. Cuando las cosas se pusieron feas durante la República, se apuntó a UGT y consiguió sobrevivir a la guerra en Madrid. Y al acabar la guerra se apuntó a la Falange y siguió sobreviviendo.

Por tener, en mi familia tengo hasta uno que estuvo condenado a muerte en los dos bandos. Y sobrevivió. Cuando fueron a darle el paseillo los republicanos en un pueblo de Toledo, uno de los ejecutores, más 'listo' que los otros,dijo: "Es el único que sabe conducir aquí, no le matéis". Le obligaron a llevarles en su coche a dar el paseillo a otros. Entre ellos, a su mejor amigo. Y así estuvo hasta que logró escapar al bando nacional. Pero otra persona que también escapó del pueblo le reconoció tiempo después: "Ese conducía a los que asesinaban". Fue condenado a muerte tras la guerra. Le salvó de ser fusilado mi abuela.

Volviendo a mi abuelo Fermín, se le intentaron llevar una vez para matarle y consiguió zafarse. Pero la segunda, no: se le llevaron delante de mi abuela embarazada de 8 meses. Parece ser que a una checa anarquista. Le metieron un tiro en la nuca.

En la Guerra Civil murió mucha mala gente. De ambos bandos. Y muchísima más buena gente. De ambos bandos también. Y todas las familias españolas están llenas de esas historias: trágicas unas, heroicas otras. Por eso me revienta escuchar a niñatos frivolizar con todo aquello.

Y los dos bandos cometieron atrocidades. Y de igual manera que es inadmisible defender las atrocidades del bando franquista, es inadmisible defender a una Segunda República que fue al menos tan salvaje como el 'otro bando'.

En un único mes (noviembre de 1936) y una única ciudad (Madrid), los republicanos mataron a más gente que la Inquisición en toda su historia. Mataron a miles de civiles desarmados (hombres, mujeres y niños). Entre ellos a mi abuelo…

Y por si alguno de los niñatos que dice chorradas sobre la II República no lo sabe, matar a civiles desarmados es un crimen de guerra. Si hubiera sido anteayer, a los republicanos españoles los habría tenido que juzgar el Tribunal de la Haya (a los del otro bando, también). Así que menos ensalzar a criminales, niñatos. Por cosas como las que hicieron los republicanos españoles, los líderes yugoslavos han tenido que sentarse ante la Corte Penal Internacional.

Dicho lo cual, mi admiración y mi respeto a todos los que lucharon en aquella guerra maldita y supieron no convertirse en meros criminales. Admiración y respeto para todos los que lucharon por sus ideas, fueran republicanos o nacionales.

Y mi dolor por todas las víctimas de aquella guerra, de los dos bandos. Mi dolor por todos los que cayeron luchando y por todos los que fueron asesinados por bestias despreciables. En nombre de una cosa o de la contraria.

Y por último, les invito a Vd. a recordar también a todos aquellos que murieron sin tener un bando, porque aquella lucha ideológica ni les iba ni les venía. Fueron muchos miles los españoles que murieron en el campo de batalla sin tener la más mínima gana de combatir, simplemente porque uno u otro bando les reclutó, según donde hubieran tenido en suerte nacer. A los familiares de esos muertos, ni siquiera les quedó el consuelo de que sus seres queridos murieran defendiendo sus ideales, porque en realidad combatían contra su voluntad. De ellos nunca nadie se acuerda, precisamente por no tener bando. Y son tan víctimas de la guerra, y tan héroes, como los que sí murieron luchando por sus ideas, fueran rojos o azules.

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