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Los 99 de la no fama

A casi todos ustedes les sonará la historia de "Los trece de la fama".

Cuando Francisco Pizarro partió de Panamá en 1524 a la conquista del Perú, llevó consigo a 112 hombres. Durante dos años, aquella expedición fue progresando hacia el sur, sufriendo toda suerte de calamidades.

En septiembre de 1526, Pizarro y sus hombres llegan a la isla del Gallo y allí se produce aquella escena tan dramática que la Historia nos ha legado. Esos soldados, hartos ya de tratar de llegar infructuosamente al Perú, se rebelaron contra Pizarro, exigiéndole volver a Panamá. Entonces el conquistador español sacó su espada y trazó con ella sobre la arena de la playa una línea, al tiempo que decía:

- Por este lado se va a Panamá, a ser pobres. Por este otro, al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere.

Tras unos momentos de vacilación, solo trece de aquellos hombres cruzaron la línea para seguir a Pizarro. Uno de esos trece hombres volvió a Panamá a por refuerzos y, tras cinco meses de espera, Pizarro consiguió emprender por fin la conquista del Imperio Inca y proporcionar a aquellos valientes la gloria prometida.

Por supuesto, el hecho de que existieran trece de la fama tiene una consecuencia importante: implica que hubo noventa y nueve de la "no fama". Noventa y nueve de los 112 hombres que iniciaron la expedición con Pizarro, prefirieron rendirse y volver a Panamá. Obviamente, ninguno de ellos pasó a la Historia y sus nombres nos son desconocidos. Puede que fueran luchadores, puede que fueran valientes, puede que tuvieran más cualidades que aquellos que cruzaron la línea trazada por Pizarro... pero tiraron la toalla y tomaron la decisión incorrecta en el momento crítico.

Tuvieron la oportunidad de conquistar un imperio y la desperdiciaron.

Aunque, para ser del todo honestos, la supuesta fama conseguida por los que sí atravesaron aquella línea hay que ponerla en su justa perspectiva, porque es más mito que realidad. Lo cierto, aunque parezca mentira, es que tampoco conocemos los nombres de los trece de la fama. Los distintos historiadores solo se ponen de acuerdo en la identidad de cinco de ellos: los españoles Bartolomé Ruiz, Alonso Briceño, Nicolás de Ribera y Juan de la Torre, y el griego Pedro de Candía. Sobre los otros ocho, hay un considerable debate.

Así pues, ni siquiera haciendo lo correcto tiene uno asegurada la fama. Se pueden tomar las decisiones adecuadas y, aún así, terminar siendo olvidado como los que prefirieron volverse a Panamá en lugar de seguir a Pizarro.

Pero al menos esos trece tuvieron la oportunidad de conseguir la fama, oportunidad que los otros noventa y nueve dejaron pasar.

Hoy en España, después de tanta penuria y tanta calamidad, parece que nos aproximamos a uno de esos momentos decisivos en que se pondrá a prueba la determinación de quienes aspiran a gobernar este país tan maltratado. Y me supongo que en algún momento, uno o más pizarros con ganas de regenerar la política española desde distintos ámbitos ideológicos, trazarán una línea en la arena e invitarán a quien sea lo suficientemente valiente a cruzarla.

Y entonces nos encontraremos con que la mayoría de quienes hoy se dedican a la cosa pública preferirán desoír el llamamiento y se aferrarán a lo poco que queda del actual andamiaje institucional. Pero unos cuantos, los menos, decidirán dar un paso adelante y se aprestarán a fundar una verdadera democracia.

No está garantizado que aquellos que tomen la decisión correcta vayan a triunfar. Como tampoco está garantizado, siquiera, que vayan a pasar a la Historia.

Pero quienes no pasarán a la Historia, de ninguna manera, serán los noventa y nueve que van a decidir volverse a Panamá.

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