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Lecciones de griego

Hace exactamente siete días, Grecia elegía un nuevo gobierno, entregando el poder a Syriza, lo que ha conmocionado la vida política en toda Europa.

Permítanme que resuma algunas de las lecciones que se pueden extraer del episodio:

1) Las campañas del miedo tienen cada vez menos efectividad

La campaña electoral de Nueva Democracia fue enormemente virulenta. El último de los spots electorales emitido en las televisiones griegas era una ominosa narración, en la que se desgranaban los acontecimientos posteriores a una hipotética victoria de Syriza, hasta desembocar en un impago de las pensiones de los ancianos griegos. Pero esa campaña del miedo no sirvió de nada, como tampoco sirvieron de nada las advertencias de las autoridades europeas. No solo ganó al final Syriza, sino que ha quedado al borde de la mayoría absoluta. Cuando el hartazgo llega a un cierto punto, las apelaciones al miedo no solo no lo conjuran, sino que refuerzan ese hartazgo.

2) La ingeniería electoral puede volverse en tu contra

En 2004, el sistema electoral griego fue modificado, decidiéndose otorgar una prima de 50 escaños al partido que tuviera más votos, con el fin de facilitar la gobernabilidad. Esa medida, pensada para beneficiar a los dos partidos mayoritarios que componían la casta griega (Nueva Democracia y Pasok), resultó útil para imponer in extremis un gobierno favorable a Bruselas en 2012. Pero ahora, la prima de 50 escaños ha jugado en contra de la casta griega, reforzando la mayoría de los partidarios de denunciar los acuerdos con la troika. Cuando juegas a aprendiz de brujo con las urnas, te puedes llevar desagradables sorpresas.

3) Se puede ser rojo y que te vote la derecha

El partido ganador de las elecciones griegas, Syriza, apostó por anteponer la lucha contra la miseria a otro tipo de reivindicaciones. Es decir, optó por ser rojo antes que progre. Centró su discurso previo a las elecciones en sacar a Grecia de la ruina, dejando de lado otras cuestiones como el matrimonio homosexual. Con ello, pudo atraerse los votos de derecha que necesitaba para ser el partido más votado. Y tras las elecciones, no ha dudado en pactar con un partido anti-troika de la derecha para completar su mayoría absoluta, aparcando para ello cuestiones como la separación Iglesia-Estado. Con ello, Syriza ha demostrado saber priorizar sus objetivos, en favor de los aspectos que podían granjearle un apoyo popular más transversal. En situaciones de crisis, puedes ganar siendo rojo, pero siendo progre, no.

4) Los sentimientos mueven más votos que las ideologías

Syriza ha sabido enarbolar la defensa de la dignidad nacional frente a una Europa a la que ha presentado como insolidaria, depredadora y aliada de la casta bipartidista corrupta. El concepto de "humillación" ha jugado en la campaña un papel primordial: defenderemos a la Grecia humillada por Alemania; no consentiremos que el FMI nos humille enviando funcionarios de cuarta categoría a decirnos qué hacer; sacaremos de la humillante miseria a los griegos arruinados por la austeridad, etc. Tras las elecciones, la tensa comparecencia del nuevo ministro de Finanzas griego y el presidente del Eurogrupo, se realizó con una enorme bandera griega detrás. Con eso, Syriza ha logrado transmitir la imagen de que ellos eran Grecia, luchando frente a una casta fundamentalmente anti-griega, respaldada por la troika. Si aspiras a gobernar un país en situación de emergencia, no te queda otro remedio que apelar al sentimiento nacional.

5) Las personas importan

En democracia, las elecciones las deciden los votos. Y son las personas individuales, con sus problemas y sus ilusiones individuales, las que depositan esos votos. Toda política basada en los grandes números, pero que no sea capaz de responder a los problemas concretos y actuales de la gente concreta, partirá en desventaja ante las urnas, especialmente en situaciones de crisis. Una política económica que asegure más prosperidad a largo plazo, pero que no sea capaz de dar solución aquí y ahora a una anciana desahuciada de su casa, o a un enfermo sin cobertura sanitaria, no sirve de nada desde el punto de vista electoral. Porque las personas normales empatizan unas con otras, y prefieren sacrificar una hipotética prosperidad futura, antes que ver, por ejemplo, a una familia durmiendo en la calle. Los cuadros macroeconómicos no significan nada para la mayoría de las personas; sin embargo, cada desgracia individual de los más débiles le llega al corazón a casi todos.

Desde hace varios años, la vida política española está siguiendo con precisión casi milimétrica lo que sucede en Grecia. En ese sentido, hay que recordar que, de haberse hecho las cosas en Grecia correctamente hace tres años, de haberse dado cuenta entonces los que mandan de que no se podía seguir machacando a los ciudadanos, ahora no estaría gobernando Syriza. Nosotros tenemos tiempo aún, en España, de corregir el rumbo, antes de que sigamos la misma senda que los griegos. ¿Seremos capaces los españoles de escarmentar en cabeza ajena? Quien tenga oídos para oír, que deje de hacerse el sordo.

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