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Las cloacas del estado mueven ficha en el asunto catalán

Informaba ayer e-noticies del comunicado conjunto de diversos grupúsculos de ultraderecha en el que amenazan con nuevos actos similares al ataque a la librería Blanquerna, del que dicen que es solo "el primero de los pasos".

Hace tiempo que en el entorno de la ultraderecha española no se mueve una hoja que las cloacas del estado no quieran que se mueva. No en vano, desde que en 1981 se creara la Brigada Antigolpe tras el 23-F, se han dedicado cantidades ingentes de personal, tiempo y recursos a infiltrar, controlar y desactivar ese segmento ideológico.

De tal modo que la ultraderecha es hoy en España, y desde hace mucho tiempo, tan solo un espantajo que se saca a pasear cada vez que interesa. Cada vez que interesa a las cloacas del estado, claro está. Por ejemplo, no había manifestación de víctimas del terrorismo a la que no nos mandaran una y otra vez al mismo grupillo de fascistas de opereta para que los medios de comunicación de izquierda pudieran sacar la foto de una bandera con el águila de San Juan, aunque a su alrededor hubiera cien mil banderas constitucionales.

En la España de hoy, el problema es que, por mucho que se ayuda al nacionalismo catalán a obtener victorias simbólicas, los españoles se siguen negando - cerriles ellos - a aceptar el paso pactado al modelo confederal del estado (única manera de que el chiringuito actual se mantenga en pie otro poquito).

Así que nuestras queridas cloacas han decidido sacar a pasear de nuevo el espantajo de la ultraderecha, para reforzar la legitimación del separatismo. El mensaje que se intenta transmitir es muy simple: los separatistas son demócratas, mientras que el unionismo es fascista. Porque los separatistas solo piden poder votar y se dedican a hacer pacíficas cadenas humanas, mientras que los unionistas atacan librerías, amenazan y exhiben una estética siniestra, que rememora todos los horrores. Además, los pacíficos demócratas separatistas son muchísimos, mientras que los unionistas fascistoides son cuatro y el del tambor.

Se trata de un mensaje simple, pero que ha demostrado ser bastante efectivo en pasadas ocasiones.

Sin embargo, ahora no les va a resultar tan fácil manipular a la opinión pública por esa vía, porque las redes sociales aseguran que la información circule con mucha mayor fluidez. Y cuando, por ejemplo, se divulgan los vínculos familiares de alguno de los atacantes de la librería Blanquerna con el ministro de Defensa y con la secretaria general del CNI, a mucha gente se le ponen los pelos como escarpias.

Pero, aunque las posibilidades de éxito sean escasas, nuestras queridas cloacas lo van a intentar de todos modos. Porque tampoco les quedan ya muchas otras posibles jugadas. Así que prepárense para que menudeen las noticias relativas a la ultraderecha en los próximos meses. Coñazo a la vista.

Somos el único país del mundo en el que las cloacas del estado se dedican a contribuir a la destrucción del estado, en vez de a defenderlo. ¡Spain is different!

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