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La enigmática y conflictiva relación de Durán y Lleida

Hace un par de años, el periódico The Guardian publicaba un reportaje sobre el zoque-ayapaneco, un idioma indígena mexicano del que solo quedan, en todo el mundo, dos hablantes: Manuel Segovia e Isidro Velázquez, ambos septuagenarios.

Contaba The Guardian que Manuel e Isidro viven a menos de 500 metros de distancia uno de otro, en la pequeña aldea de Ayapa, en el estado mexicano de Tabasco. Pero resulta que están peleados entre sí desde hace tiempo, de modo que los dos únicos hablantes del idioma zoque-ayapaneco no se dirigen la palabra desde hace años.

Por si fuera poco, los lingüistas americanos que intentan compilar un diccionario de ese idioma, antes de que fallezcan sus dos últimos hablantes, han detectado significativas diferencias en el habla de Manuel e Isidro, con lo cual ya han anunciado que el diccionario de zoque-ayapaneco que finalmente publiquen contendrá ambas versiones.

O sea, que tenemos un idioma de solo dos hablantes y, para colmo, hay dos dialectos distintos.

Aunque la verdad es que a los españoles no debería resultarnos demasiado sorprendente esta anécdota. En España también tenemos una de esas parejas que, a pesar de su cercanía, rehúsan dirigirse la palabra. Me refiero a Durán y Lleida.

Los lunes, Josep Antoni Durán i Lleida defiende la independencia. Los miércoles, preside una comisión del congreso de los diputados de España. Los viernes, defiende que se implante algo que denomina la tercera vía, y que todavía no he logrado comprender qué es, aunque intuyo que debe de ser una mezcla entre botifler y comandante de campo de reeducación lingüística. El resto de los días los pasa en el Hotel Ritz, sacrificándose por varias patrias a la vez.

El cómo puede defender tres vías a la vez un solo ser mortal, es algo que se me escapa. Supongo que Durán no se habla con Lleida y que lo de la tercera vía es cosa de Josep Antoni, que trata de mediar para que no llegue la sangre al río. Pero es solo un suponer.

El habla castiza madrileña, y también de otros lugares de España, tiene el dicho "salir dos por tres calles" para referirse a una discusión particularmente virulenta entre dos personas cualesquiera. Tal vez sea eso lo que le ha pasado a Durán y a Lleida. En cualquier caso, reconocerán ustedes que todo lo que rodea a esa pluralidad de seres agrupados bajo la marca comercial "Durán i Lleida" es extremadamente lioso.

No me extraña que, en una entrevista a un medio de comunicación catalán hace unos días, el polifacético diputado comentara que no piensa dejar su puesto, decisión que argumentó con la siguiente frase: "Si dejo la política, ¿de qué viviré y de qué comeré?".

Hay que reconocer que sus inquietudes tienen algo de fundamento. Dejen Vds. aparte lo políticamente correcto y séanme sinceros: si Durán Lleida se pasara a la actividad privada, ¿contratarían Vds. a alguien con una personalidad tan marcadamente múltiple como la suya? Yo no. Tiene que ser de lo más inquietante impartirle una orden y ver cómo celebra una asamblea de sus múltiples yoes para decidir cómo implementar la orden recibida.

Antes que eso, preferiría contratar a Pere Navarro: es un completo desastre, una nulidad, pero al menos no parece un personaje de novela de terror de Stephen King.

Como a todos los políticos les da por lo mismo, supongo que en algún momento el señor Durán Lleida nos regalará con la publicación de sus memorias. Y eso sí que va a ser todo un acontecimiento editorial.

Porque, de igual manera que el diccionario de aquel idioma zoque-ayapaneco tendrá al final que publicarse en dos versiones distintas, las memorias de nuestro incombustible político catalán tendrán forzosamente que tener dos o tres versiones diferentes, para que Lleida, Durán y Josep Antoni nos cuenten sus diferentes visiones sobre lo que ha sido la historia de la Transición y se pongan convenientemente verdes los unos a los otros.

Lo dicho: deseando que se publiquen esas memorias para leerme con avidez los tres volúmenes.

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