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La CUP gana la negociación y el proceso

Ayer cometí el error, tan humano, de confundir las cosas con la presentación de las cosas. Y cuando se hizo público el acuerdo entre Juntos por el Sí y la CUP para la retirada de escena de Artur Mas, que incluía una autocrítica pública por parte de los antisistema, pensé para mis adentros: "¿Por qué razón se suicida CUP y se humilla públicamente de esa manera?". Y planteé esa misma pregunta en las redes sociales, sin que nadie supiera tampoco darme ninguna explicación.

Es natural que yo tuviera esa reacción instintiva. De hecho, es lo que los dos firmantes del pacto (JxSi y CUP) habían acordado que se transmitiera.

Y es natural también que nadie supiera explicarme por qué la CUP se humillaba: porque, en realidad, no hay humillación ninguna de los antisistema. Al contrario: la realidad es que la CUP ha conseguido en la negociación absolutamente todos sus objetivos.

Prescindamos de la presentación de las cosas y analicemos fríamente las cosas: el resultado de la negociación:

1) En primer lugar, la CUP consigue su "plan de choque" social, que ya había sido acordado previamente. Victoria para el sector anticapitalista de CUP.

2) En segundo lugar, la CUP consigue el compromiso con el plan de desconexión en 18 meses. Victoria para el sector separatista de CUP.

3) En tercer lugar, la CUP consigue que Artur Mas se retire de escena, como había planteado desde el principio.

Es decir, CUP consigue todos y cada uno de los objetivos que se había marcado. Esa es la realidad.

¿Y qué concede a cambio la CUP? Pues nada de nada:

1) El compromiso de votar al lado de Juntos por el Si. Lo cual no supone sacrificio ninguno, porque ya han acordado que el programa de gobierno va a ser al gusto de la CUP.

2) El compromiso de garantizar la estabilidad del nuevo gobierno. Lo que tampoco supone ningún sacrificio, por cuanto será un gobierno que debe cumplir lo acordado con CUP.

3) Dos gestos de cara a la galería, para que no parezca que CUP ha vencido por goleada: por un lado, unas palabras de autocrítica (que son meras palabras), y por otro lado, la dimisión de dos diputados de CUP (a elegir por CUP) y su sustitución por otros dos nuevos.

En resumen, que ayer la CUP logró todo lo que andaba buscando y humilló a Artur Mas, a Convergencia y a Juntos por el Si. Pero eso sí, para que la humillación no fuera tan patente, la CUP aceptó fingir que la que se humillaba era ella. Hay que reconocer que la jugada es muy buena.

Ahora sí que se han acabado los juegos y las tonterías. Desaparece la posibilidad de que Artur Mas traicione el proceso negociando con Madrid y el proceso tendrá que adaptarse a las hojas de ruta, social y soberanista, acordadas con CUP.

No me resisto a parafrasear la cita histórica: en el día de ayer, cautivo y desarmado el ejército convergente, han alcanzado las tropas de la CUP sus últimos objetivos militares; el proceso ha comenzado.

Aunque conserve la presidencia de la Generalidad, Convergencia ha perdido el control de los acontecimientos en Cataluña y el proceso queda en manos de los que verdaderamente se lo creen. Desaparece, por ejemplo, la posibilidad de negociar con Madrid la paralización del proceso a cambio de inmunidad judicial y de una mera reforma constitucional.

Los aprendices de brujo de nuestra clase política van a tener que rehacer todos sus planes.

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